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Lo sucedido este 13 de octubre en el Colegio Stella Maris del barrio residencial de Carrasco en Montevideo estuvo cargado de emociones. Por un lado, por el recuerdo de lo que había acontecido hace 50 años cuando un vuelo del avión Fairchild que transportaba a 45 uruguayos, la mayoría integrantes del Old Christians Rugby Club, terminara chocando en los Andes. Sobrevivieron solamente 16 personas.
Por otro, por la celebración de la vida y la posibilidad del reencuentro de esos sobrevivientes, familiares y amigos de los que tuvieron que vivir aquella tragedia devenida en «milagro» cuando se produjo el sorprendente rescate en diciembre de 1972.
Luego de la misa, que estuvo presidida por el arzobispo de Montevideo, el cardenal Daniel Sturla, uno de esos sobrevivientes, Gustavo Zerbino, fue el encargado de leer una carta que le había enviado recientemente el propio papa Francisco -con fecha 10 de octubre- como respuesta a otra suya con motivo de la conmemoración de los 50 años.
Zerbino, cuyo testimonio de lo vivido en la montaña fue publicado recientemente en una entrevista otorgada a Aleteia donde también había adelantado que el Papa había mandado esa carta, ha tenido la posibilidad de colaborar con Francisco a través de la fundación Scholas Occurrentes.
Rezar por los que no volvieron
En la carta leída por Zerbino, el Papa agradeció en primer lugar por la posibilidad de unirse a la eucaristía de este 13 de octubre con motivo de la conmemoración de los 50 años del accidente de los Andes.
«Celebrar la eucaristía es la invitación del Señor a hacer memoria, memoria agradecida de su paso en nuestra vida y en nuestra historia. Con este espíritu, en primer lugar, me gustaría hacer memoria e invitarlos a rezar especialmente por los chicos y los familiares que no volvieron; recemos por ellos, por sus familiares», expresó el Papa en su mensaje.
Fue ahí donde Francisco, al hacer referencia a que el recuerdo de quienes perdieron la vida siga siendo fuente de inspiración, tuvo palabras especiales también para con las madres de quienes no volvieron, quienes crearon la Biblioteca Nuestros Hijos y que sirvió para sublimar el dolor sirviendo a otros hijos.
Al respecto dijo Francisco: «Un dolor maternal desgarrador que, vivido en clave pascual, fue capaz de trascenderse y hacerse signo de una vida al servicio por amor».
«El de ustedes es un testimonio pascual»
El papa Francisco, tal cual leyó Zerbino, volvió a mostrar gratitud por tanto ejemplo y testimonio.
«Ustedes tuvieron que enfrentar situaciones extremadamente difíciles, trágicas me animaría a decir, donde la hostilidad y la incertidumbre, la soledad y el abandono, el sinsentido y la privación, entre tantas otras cosas, se apoderaban de vuestras jornadas poniéndolos continuamente a prueba», esbozó.
«En esta situación de despojo, de carestía total pudieron, sin embargo, hacer memoria y apelar a lo aprendido dese niños en vuestras casas y en la educación recibida», dijo el Papa en su mensaje.
«Se tenían entre ustedes -eran un equipo- y tenían la fuerza y el sostén de la oración. Se aferraron a lo más valioso que podían tener junto al deseo y a la voluntad de mirar hacia adelante y seguir viviendo. Experimentaron, no como un slogan, que nadie se salva solo, que se necesitaban unos a otros y que la oración, como me dice, les daba mucha contención y fortaleza», escribió el Papa.
«También el de ustedes es un testimonio pascual, donde dolor y la incomprensión de lo vivido se transforma, para muchos, en signo de vida y esperanza. Gracias», continuó Francisco.
«Artífices y profetas de esperanza»
«Los invito a que sigan siendo artífices y profetas de esperanza. Que este hacer memoria ayude a abrir puertas de futuro, coraje y compromiso principalmente en aquellas zonas y situaciones donde las personas viven en situaciones adversas», manifestó el Papa.
Francisco también pidió que el testimonio de aquellos uruguayos «despierte el compromiso e invite a mancomunar esfuerzos para forjar un futuro mejor».
«Es cierto, no son pocas las veces que tenemos que enfrentar situaciones límites pero, en comunidad y con la oración, ayudemos a que podamos abrirnos a la esperanza», subrayó el Papa.
«El jueves 13 rezaré la eucaristía por todos ustedes. Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide; y, por favor, no se olviden de rezar por mí que también tengo "mis montañas" que atravesar», finalizó el Papa.