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Santa Teresa repetía esta frase cuando se sentía sola

Therese of Lisieux

MYCHELE DANIAU | AFP

Philip Kosloski - publicado el 13/10/22

Santa Teresa a menudo reflexionaba sobre la frase "El mundo es tu barco, no tu hogar" para sobrellevar la soledad de la vida

La vida de Santa Teresa de Liseiux no siempre fue fácil, y aunque a menudo estaba rodeada de amigos y familiares amorosos, a menudo se sentía sola y luchaba contra la depresión.

Estos sentimientos de soledad se produjeron en su infancia, así como durante su tiempo en el monasterio.

Ella explica en su autobiografía Historia de un alma que de niña era tímida y no tenía muchos amigos. Sentía que Jesús era su único amigo.

Tenía que ir dos veces por semana al convento, y debo confesar que me costaba, era muy tímida. No se trataba del cariño que sentía por mis queridas, sino que, como dije antes, no tenía entre ellas ninguna amiga especial, con quien hubiera podido pasar muchas horas como otras antiguas alumnas. Así que trabajaba en silencio hasta el final de la lección, y luego, como nadie me hacía caso, iba a la tribuna en la Capilla hasta que papá venía a buscarme para llevarme a casa. Aquí, durante esta visita silenciosa, me encontraba con mi único consuelo, porque ¿no era Jesús mi único Amigo?

Una frase consoladora

Era en esos momentos cuando recordaba una frase de un poema que su padre, san Louis Martin, le enseñó de niña.

El mundo es tu barco, no tu hogar

Teresita escribe: “Es cierto que en estos períodos de soledad a veces me sentía triste, y solía consolarme repitiendo esta línea de un hermoso poema que papá me había enseñado: “El mundo es tu barco, no tu hogar”.

Curiosamente, está citando incorrectamente un poema de Alphonse de Lamartine, titulado “Reflexión”. En él escribe: “El tiempo es tu barco, no tu hogar”.

Sin embargo, esta frase mal citada le dio mucho consuelo, como explica en su autobiografía.

“El símbolo de un barco siempre me deleita y me ayuda a soportar el destierro de esta vida… Cuando mis pensamientos discurren de esta manera, mi alma se pierde como en el infinito. Me parece ya tocar la Costa Celestial y recibir el abrazo de Nuestro Señor. Me parece ver a la Santísima Virgen que viene a mi encuentro, con mi padre y mi madre, mis hermanitos; y me imagino disfrutando de las verdaderas alegrías familiares por toda la eternidad“.

Con esto en mente, es fácil ver cómo esta frase consoló a santa Teresita y cómo podría ayudarnos a “soportar el destierro de esta vida”.

No olvidemos que algún día todas nuestras lágrimas serán enjugadas y seremos abrazados por todos nuestros seres queridos en la vida eterna venidera.

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