«El Concilio nos recuerda que la Iglesia, a imagen de la Trinidad, es comunión. El diablo, en cambio, quiere sembrar la cizaña de la división. No cedamos a sus lisonjas, no cedamos a la tentación de la polarización.».
Lo dijo el papa Francisco ante obispos, cardenales y fieles reunidos hoy alrededor de la memoria de San Juan XXIII, cuando presidió la Celebración Eucarística en la Basílica de San Pedro con motivo del 60º aniversario del inicio del Concilio Ecuménico Vaticano II.
El Pontífice hizo hoy una fuerte crítica a aquellos que rechazan el Concilio Vaticano II, los que se consideran «la verdadera iglesia», se alejan, escandalizan y además crean divisiones por motivos doctrinales, sectoriales o hasta políticos.
«Cuántas veces, después del Concilio, los cristianos se empeñaron por elegir una parte en la Iglesia, sin darse cuenta que estaban desgarrando el corazón de su Madre».
De esta manera, el Pontífice rechazó las divisiones, pues «una Iglesia enamorada de Jesús no tiene tiempo para conflictos, venenos y polémicas».
Iglesia es testimoniar la belleza de tu amor, es vivir respondiendo a tu pregunta: ¿me amas? No es como si fuéramos a un velatorio.
Clericalismo
El Papa invitó a liberarse del «feo pecado» del «clericalismo» en la Iglesia que «mata las ovejas» o las ahuyenta.
«Que Dios nos libre de ser críticos e impacientes, amargados e iracundos», afirmó. «Señor, enséñanos a mirar alto, a mirar la Iglesia como la ves Tú», rezó.
Además evocó la herencia de san Juan XXIII que luchó por la unidad y por darle un rostro alegre y materno a la Iglesia.
Una Iglesia que ha perdido la alegría, ha perdido el amor.
Hinchas del propio grupo
«Cuántas veces se prefirió ser “hinchas del propio grupo” más que servidores de todos, progresistas y conservadores antes que hermanos y hermanas, “de derecha” o “de izquierda” más que de Jesús; erigirse como “custodios de la verdad” o “solistas de la novedad”, en vez de reconocerse hijos humildes y agradecidos de la santa Madre Iglesia. Todos somos hijos de Dios, todos somos hermanos. », anotó el Papa.
«El buen Pastor ve y quiere a su grey unida, bajo la guía de los pastores que le ha dado», expresó el Papa que pronunció su homilía inspirada en la primera y última frase que Jesús dirige a Pedro en el Evangelio (Jn 21, 15): «¿Me amas?» (v. 17). Y la última, en cambio, es: «Apacienta mis ovejas» (v. 17).
Que Dios nos libre de ser críticos e impacientes, amargados e iracundos
Polarización en la Iglesia
El Papa dijo que al pueblo de Dios no le gusta ver la polarización en la Iglesia, y, por supuesto tampoco a Cristo.
«El Señor no nos quiere así, nosotros somos sus ovejas, su rebaño, y sólo lo somos juntos, unidos. Superemos las polarizaciones y defendamos la comunión, convirtámonos cada vez más en “una sola cosa”, como Jesús suplicó antes de dar la vida por nosotros (cf. Jn 17,21)».
Entonces, imploró a la Virgen para que acompañe el camino de la unidad en la Iglesia: «Que nos ayude en esto María, Madre de la Iglesia. Que acreciente en nosotros el anhelo de unidad, el deseo de comprometernos por la plena comunión entre todos los creyentes en Cristo».
Una Iglesia enamorada de Jesús no tiene tiempo para conflictos, venenos y polémicas.
La oración del Papa por la unidad
Entonces, elevó una plegaria de acción de gracias por el regalo del Concilio:
«Es hermoso que hoy, como durante el Concilio, estén con nosotros los representantes de otras comunidades cristianas.
¡Gracias por su presencia!», reiteró el Papa mirando hacia el grupo de representantes cristianos.
Te damos gracias, Señor, por el don del Concilio. Tú que nos amas, líbranos de la presunción de la autosuficiencia y del espíritu de la crítica mundana.
Señor líbranos de la autoexclusión de la unidad.
Tú, que nos apacientas con ternura, condúcenos fuera de los recintos de la autorreferencialidad.
Tú, que nos quieres una grey unida, líbranos del engaño diabólico de las polarizaciones».
Luego, el Papa con voz profunda dijo: «nosotros, tu Iglesia, con Pedro y como Pedro te decimos: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amamos” (cf. Jn 21,17).»
«Señor, líbranos del engaño diabólico de las polarizaciones», concluyó la homilía.
Juan XXIII
La celebración de hoy estuvo enriquecida por algunos signos especiales, iniciando por la exposición del cuerpo conservado de Juan XXIII iniciador del concilio convocado por el 'papa bueno' en 1959 para reformar e insuflarle nueva vida a la Iglesia Católica.
Esta tarde, al inicio de la ceremonia, se leyeron pasajes del discurso que San Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio, Gaudet Mater Ecclesia.
Además, algunos textos de las cuatro constituciones conciliares, Dei Verbum, Sacrosanctum Concilium, Lumen gentium, Gaudium et spes.
Al final de estas lecturas, un grupo de obispos y sacerdotes entró en la Basílica de San Pedro en una procesión solemne, para recordar la procesión de obispos que abrió el Concilio hace 60 años.
Al final de la Eucaristía, Francisco encendió antorchas a algunos fieles, que pasaron la llama a los reunidos en la Basílica y ha dado a todos el mandato de mantener viva la enseñanza del Concilio.
Así, al salir de la Plaza de San Pedro, recordaron la procesión de antorchas que tuvo lugar la tarde del 11 de octubre de hace sesenta años, con el famoso «discurso de la luna» de Juan XXXIII, que terminó con la famosa invitación a llevar «la caricia del Papa» a los niños y a los enfermos.