La Iglesia cuenta con dos nuevos santos: El obispo italiano Juan Bautista Scalabrini, padre de los migrantes y refugiados (1839-1905), y, el salesiano coadjutor Artémides Zatti (1880-1951), llamado el "enfermero de los pobres". Las festividades litúrgicas serán celebradas el 1 de junio y el 13 de noviembre, respectivamente.
En la Plaza de San Pedro, el papa Francisco ha presidido este domingo, 9 de octubre de 2022, la Santa Misa de Canonización de los «dos santos canonizados», que dijo «nos recuerdan la importancia de caminar juntos y de saber dar las gracias».
Así, don Zatti se convirtió en el tercer santo argentino y primero no religioso. Por su parte, la canonización de monseñor Scalabrini es una invitación a la Iglesia y a la sociedad a recordar la corresponsabilidad que se tiene en la acogida y la protección de los migrantes y refugiados, así como el compromiso de evitar las migraciones forzadas.
Es escandalosa la exclusión de los migrantes
En este sentido, la voz del Papa tronó, sin mirar las hojas de su discurso:«Hoy en el día que Scalabrini se convierte en santo quisiera pensar en los inmigrantes. Es escandalosa la exclusión de los migrantes, en efecto es criminal…es pecaminosa porque no se abren las puertas a quien tiene necesidad», afirmó el Papa con voz firme, pues, aseguró que es una exclusión que mata.
Por ello, recordó que el Mediterráneo es también un grande cementerio a cielo abierto. «No, no excluimos a los migrantes, los mandamos fuera, se les envía a los campos de concentración.» y se les deje morir o son «vendidos como esclavos o explotados», denunció Francisco.
Los dos santos canonizados hoy - según el Papa - nos recuerdan la importancia de caminar juntos y de saber dar las gracias.
«El obispo Scalabrini, que fundó una Congregación para el cuidado de los emigrantes, afirmaba que en el caminar común de los que emigran no había que ver sólo problemas, sino también un designio de la Providencia:
“Precisamente gracias a las migraciones forzadas por las persecuciones ―decía― la Iglesia cruzó las fronteras de Jerusalén y de Israel y se hizo ‘católica’; gracias a las migraciones de hoy la Iglesia será un instrumento de paz y comunión entre los pueblos” ».
El Papa indicó que Scalabrini miraba más allá, miraba hacia el futuro, hacia un mundo y una Iglesia sin barreras, sin extranjeros.
Artémides Zatti: ejemplo de gratitud
Asimismo, rememoró el hermano salesiano Artémides Zatti quien «fue un ejemplo vivo de gratitud. Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura».
Entretanto, contó una anécdota del enfermero de los pobres: «se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes. Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás.»
El Pontífice invitó a rezar para que «estos santos hermanos nuestros nos ayuden a caminar juntos, sin muros de división; y a cultivar esa nobleza de espíritu tan agradable a Dios que es la gratitud».
La homilía del Papa: No atrincherarnos
En su homilía de hoy dedicada al Evangelio (Lc 17,13), los diez leprosos son sanados por Jesús, pero sólo uno de ellos vuelve para dar las gracias a Jesús: «Detengámonos en estos dos aspectos que el Evangelio de hoy nos sugiere: caminar juntos y agradecer», anotó el Papa.
E instó: «comprobemos si en nuestra vida…somos capaces de caminar junto a los demás, de escuchar, de vencer la tentación de atrincherarnos en nuestra autorreferencialidad y de pensar sólo en nuestras propias necesidades».
El Papa también lanzó un emotivo mensaje a la Iglesia que prepara el camino sinodal:
«Pero caminar juntos ―es decir, ser “sinodales”―, es también la vocación de la Iglesia. Preguntémonos hasta qué punto somos realmente comunidades abiertas y que incluyen a todos». Más adelante cuestionó: «¿Los hacemos sentir parte de la comunidad o los excluimos?». El Papa invitó a incluir siempre, tanto en la Iglesia como en la sociedad.
«Me da miedo ver comunidades cristianas que dividen el mundo en buenos y malos en santos y pecadores; de esa manera, terminamos sintiéndonos mejores que los demás y dejamos fuera a muchos que Dios quiere abrazar. Por favor, hay que incluir siempre, tanto en la Iglesia como en la sociedad, todavía marcada por tantas desigualdades y marginaciones», afirmó el Obispo de Roma.
El Ángelus: no olvidar el peligro de guerra nuclear
Al final de la celebración eucarística, el Papa rezó el Ángelus en el que recordó el peligro nuclear para la humanidad.
«A propósito del inicio del Concilio, hace 60 años, no podemos olvidar el peligro de guerra nuclear que en aquel entonces amenazaba al mundo. ¿Por qué no aprender de la historia? También en aquella época había conflictos y grandes tensiones, pero se eligió la vía pacífica. Está escrito en la Biblia: “Así habla el Señor: ‘Deténganse sobre los caminos y miren, pregunten a los senderos antiguos dónde está el buen camino, y vayan por él: así encontrarán tranquilidad para sus almas” (Jer 6,16).»
También aseguró sus oraciones por las víctimas del demencial acto de violencia ocurrido hace tres días en Tailandia. «Con conmoción confío al Padre de la Vida, en particular, a los niños pequeños y a sus familias».
El Papa recordó que hoy en Fabriano, Italia, será beatificada María Costanza Panas, monja clarisa capuchina, «que vivió en el monasterio de Fabriano desde 1917 hasta 1963, cuando partió al cielo. Acogía a todos los que llamaban a la puerta del monasterio, infundiendo serenidad y confianza a todos.
En sus últimos años, gravemente enferma, ofreció sus sufrimientos por el Concilio Vaticano II, cuyo 60o aniversario de inicio se cumple pasado mañana. Que la Beata María Constanza nos ayude a ser siempre confiados en Dios y acogedores con el prójimo».