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“La conexión entre abuso sexual y aborto, mayor de lo que se cree”

víctima de abuso sexual
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Inma Álvarez - publicado el 27/09/22
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Habla a Aleteia Noemí Venegas, responsable en España del programa Del Dolor a la Gracia, creado para ayudar espiritual y terapéuticamente a las víctimas de abusos sexuales

El programa Grief to Grace (Del dolor a la Gracia), pionero en Estados Unidos para la atención a personas víctimas de abusos sexuales, ha llegado a España. Se trata (no sólo) de un retiro de cinco días y que está enfocado en la sanación espiritual y psicológica; quiere responder al llamado del Papa a que la Iglesia católica sea un "hospital de campaña" para las víctimas de abusos sexuales.

Noemí Venegas, responsable de este programa en España, explica para Aleteia cómo surgió esta iniciativa y su vinculación con la atención a mujeres que han abortado.

Este retiro, de hecho, es obra de la doctora americana Rachel Burke, creadora del conocido Viñedo de Raquel (Rachel's Vineyard), probablemente la iniciativa más conocida y popular en la mundo católico para atender el síndrome post aborto.

"Fue precisamente la doctora Burke la que puso en marcha el retiro de sanación From Grief to Grace, partiendo de su trabajo con mujeres que habían abortado. Ella constata que alrededor del 85% de mujeres que atiende habían sido previamente víctimas de abusos sexuales", explica Noemí Venegas a Aleteia.

– ¿Cómo llega la idea de extender este retiro a España?

Para mí el año clave es 2018, el viaje del papa Francisco a Irlanda [para el Encuentro Mundial de las Familias, donde el Papa se encontró con víctimas de abusos sexuales por parte del clero, n. del E.]. Allí el Papa hace una contrición de corazón, en un país donde habían estallado los abusos.

En Irlanda empieza a escucharse este mensaje de la tolerancia cero con los abusos; y de que en el centro tiene que estar la víctima que ha sufrido.

Yo entonces estaba trabajando en Inglaterra, y sentí el llamado de traer esta iniciativa a España.

El retiro ya funcionaba desde hacía más de veinte años en Estados Unidos, unos once en el Reino Unido, y unos cuatro en Francia.

Fui a ver a mi obispo, de Vic, donde vivo. Hemos puesto en marcha la Fundación Sunt Lacrimae, que es la que ofrece el retiro en español. También se está difundiendo en Canadá, Australia, América del Sur...

Sentí el llamado de traer esta iniciativa a España

¿Qué es lo novedoso de Del Dolor a la Gracia? Pues que aborda el trauma del abuso no sólo desde el punto de vista psicológico, sino también espiritual.

Es un retiro de sanación que combina la parte psicológica con la espiritual de nuestra fe católica, porque está enmarcado en el misterio pascual del Señor.

De ese retiro de cinco días, que es el tronco del árbol, salen dos ramas que también ofrece la Fundación: por un lado la atención terapéutica; por el otro, el acompañamiento espiritual.

Yo soy terapeuta, y mi trabajo es atender profesionalmente a las personas que lo necesitan. Pero también ofrecemos acompañamiento espiritual personal. Otra de las actividades de la Fundación son las campañas de sensibilización.

Aborda el trauma del abuso no sólo desde el punto de vista psicológico, sino también espiritual.

– Estás apuntando a un tema novedoso, porque parece que sufrir un abuso sexual no sólo provoca un trauma psicológico profundísimo, sino también una herida espiritual. ¿Cómo afecta a la vida espiritual de una persona el hecho de haber sufrido abusos, una persona inocente que sufre un mal tan terrible?

Ante todo, me gustaría matizar una cosa: no sólo el abuso sexual hiere profundamente a la persona. Todo tipo de abuso, el abuso físico, el maltrato físico, la violencia ejercida contra un niño, contra un adolescente, el abuso de consciencia o de poder. Porque este es el germen para que luego ocurra lo demás.

Todo tipo de abuso y de negligencia parental en un niño, en un adolescente es una herida profunda en el alma.

Lo que hiere el alma y el cuerpo viene a la mente. Siempre hablo de las tres dimensiones de la persona humana. Porque somos cuerpo, estamos encarnados, y somos mente y somos espíritu.

Cuando sucede el abuso, toca las tres dimensiones, las esferas y ámbitos del ser humano, y las fragmenta.

Porque esta es la definición de un trauma: un trauma es una serie de acontecimientos que uno no puede procesar, integrar. Y la mente y el cuerpo se disocian, se escinden, se fragmentan.

Lo que hiere el alma y el cuerpo viene a la mente.

Lo peor es que el abusador usa su vínculo familiar, su posición de afecto o de confianza, sea un sacerdote, un religioso o un profesor de escuela, o en la mayor parte de los casos, alguien de la familia.

El niño no puede entender lo que le pasa. No puede procesar nada. Y queda atrapado.

Es muy habitual también que en ese entorno del niño, de la niña, del adolescente, no haya nadie que pueda escuchar lo que está sucediendo. Con lo cual queda en el silencio y atrapado.

Se produce una crisis de funcionamiento interior que afecta todos los ámbitos cuerpo, mente y espíritu. Porque se queda sin poder procesar, sin poder actuar.

Y espiritualmente, se quebró la inocencia y la confianza que todo niño y niña tiene en esa figura paterna, de confianza y de autoridad, que de alguna manera relaciona con Dios.

¿Qué relación con Dios puedo tener? ¿Si un papá, o un hombre que ejerce como ministro del altar, me está diciendo que es voluntad de Dios lo que me está haciendo? ¿Cómo puedo querer a Dios? ¿Cómo puedo sentir el amor de Dios?

Se queda sin poder procesar, sin poder actuar.

– ¿Cómo ayuda el retiro? Porque está claro que en cinco días no se sana un trauma que se padece durante años. No es que se va a un retiro y el problema está solucionado. ¿Cuál es la misión de este retiro? ¿Y cuál sería, digamos, el proceso de una persona que descubre o trabaja el trauma de un abuso?

Empezamos por la segunda parte: cuál es el itinerario de una persona que ha sufrido un trauma.

Como hemos visto, el principal efecto es la fragmentación interior. Un trauma se puede manifestar en forma de ataques de pánico, de malestar, de adicciones...

Pero tratar las esferas por separado no da resultado, no es suficiente la terapia psicológica, o si sólo se trabaja la parte espiritual. El principal problema es la fragmentación interior, la disociación.

Y en esta dirección apunta el retiro: se trata devolver la dignidad, la integridad, la unidad a esa persona.

La psicología aborda el trauma, pero enmarcado en el misterio pascual del Señor. La fuerza está ahí, en volver a enraizar a esa persona en el presente.

Para participar en el retiro, hay que tener cierto bagaje de preparación, a nivel terapéutico. Y ese trabajo debe continuar después.

Eso quiere decir la curación, ¿no? que las heridas están ahí, pero cicatrizadas. Esas heridas ya no son un obstáculo para seguir viviendo, aunque las dificultades de la vida sigan ahí.

Se trata devolver la dignidad, la integridad, la unidad a esa persona.

– Otro tema que has apuntado es que el tema este, esta terapia nació en el viñedo de Raquel. Y es muy interesante el vínculo que parece haber entre el aborto y la y los abusos sexuales. Un 85% es un porcentaje altísimo. ¿Podrías profundizar un poco sobre eso?

Esa es la amplia experiencia de décadas del Viñedo de Raquel, que también trabaja en base a un retiro.

Muchas veces, cuando hablamos del aborto, parece que una mujer elige libremente abortar. Pero lo que hemos visto, cuando acuden a pedir ayuda por el síndrome post-aborto, durante el acompañamiento, es que hay condicionantes, como los abusos sexuales, que les han llevado a esa decisión, y que no era una decisión tan libre como parecía.

La casuística que se daba es que en el 85% de los casos. No todos, pero sí una grandísima mayoría, tenían que ver con abusos.

Es decir que la herida era previa a la decisión de abortar, que provenía de alguien que había padecido algún tipo de abuso.

No era una decisión tan libre como parecía

Por último, ¿crees que en la Iglesia este tema está habiendo una mayor conciencia o queda mucho por hacer en cuanto a la pastoral con personas que han sufrido abusos? ¿Crees que esto se está tomando conciencia o aún hay mucho desconocimiento?

Me parece que ambas. Me parece que hay mucha más conciencia que hace cinco o diez años. Benedicto XVI hizo mucho, y también el Papa actual, para que se acabaran los silencios y los tabúes.

Pero sí que es verdad que cuesta. Cuesta porque es muy doloroso, porque depende de cómo se trata el tema. Pues hace daño, y como seres humanos, cuando algo nos hace daño, nos apartamos.

Pero es necesario que los sacerdotes y los agentes de pastoral se formen mejor. Porque una mala respuesta en ese momento puede hacer todavía más daño.

Cuando una persona llega herida diciendo que no puede dejar la pornografía, por ejemplo y nadie le ayuda a escarbar qué hay detrás, sino que se le da una respuesta de tipo moralista, es aún peor.

Es muy necesario que los sacerdotes, las comunidades religiosas, los laicos, los agentes de pastoral juvenil, por ejemplo, sepamos qué es esto, de qué va esto.

Cuando algo nos hace daño, nos apartamos.

Y sobre todo, sepamos que es un dolor tan atroz que necesita no sólo de una sensibilidad y de una escucha, que esto ya es muchísimo, sino de un proceso terapéutico adecuado.

Yo represento a la Fundación Sunt Lacrimae, pero hay otras iniciativas, como el proyecto Repara en la archidiócesis de Madrid.

Y no hay que pensar en atender sólo a las víctimas de abusos por parte del clero, que son realmente muy minoritarias. Las cifras oficiales hablan de un 20% de la población. ¡Un 20% de la población, uno de cada cinco! Y afecta más a niñas que a niños.

Esto pone los pelos de punta, ¡y solo son los abusos denunciados, imaginemos los que no se denuncian!

Los abusos sexuales son una auténtica plaga social, la mayor parte de las víctimas sufre abuso en el entorno familiar; y cada vez más personas llaman a la Iglesia pidiendo ayuda.

Porque el abuso dentro de las relaciones familiares es gravísimo, pero también sucede en el ámbito escolar, o entre menores. La Iglesia tiene que ser ese hospital de campaña, tiene que ayudar a las víctimas.

Más información sobre el retiro Del Dolor a la Gracia, AQUI

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