Pasaron once días desde que se anunció la muerte de la monarca británica hasta el día de su funeral. Y aunque probablemente la gente hablará por semanas, meses o incluso años sobre su legado en la Historia mundial, su último adiós nos ha dejado una serie de momentos que nos llevan a la reflexión hoy mismo.
1La importancia de las tradiciones.
En un mundo moderno que a veces quiere identificar lo antiguo como anticuado con una connotación negativa, los homenajes y rituales centenarios que se hicieron conmovieron a miles de personas alrededor del mundo, recordándonos que el pasado ha sido la base de nuestro presente y será la fuerza para nuestro futuro.
Las tradiciones ofrecen un sentido de pertenencia, conectan, refuerzan valores y te permiten crear recuerdos que durarán toda la vida, sin eso significar que no estás abierto a incorporar nuevos descubrimientos y avances.
2El amor une y sana.
Para nadie es un secreto los problemas que atraviesa la familia real (como los puede atravesar cualquier familia). Pero, sin duda, estos momentos de duelo han servido para verse de nuevo y encontrar un punto de unión: honrar a la madre, abuela y bisabuela. Esto no quiere decir que todo ya esté resuelto, pero puede ser el comienzo del perdón entre ambas partes para dar paso a la reconciliación.
Ayer, los hermanos William y Harry se sentaron junto a sus esposas en el mismo banco dentro de la capilla de San Jorge, en esa ceremonia que fue menos protocolar que la de la Abadía de Westminster.
Ahora, además, como han afirmado cada uno en sus comunicados, los une su deseo de honrar la memoria de su abuela apoyando a su padre en su nuevo rol.
Si estamos peleados nosotros también con algún familiar, no esperemos que la muerte toque la puerta, y pensemos en aquello que nos une para poder hablar y trabajar en lo que por alguna razón nos separa.
3El servicio como estilo de vida.
Si hubo un mensaje constante, incluso de personas que no están de acuerdo con las monarquías, fue el agradecimiento a la reina Isabel II por 70 años de entrega al servicio de su país y la Mancomunidad de Naciones, como jefa de su Iglesia anglicana y del estado.
La monarca dejó muy claro su propósito de vida en una transmisión que hizo a sus 21 años de edad: “Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a su servicio”.
Al morir, no seremos recordados por nuestras posesiones, sino por lo que entregamos y los sacrificios que hicimos. La enorme cantidad de personas que salieron a las calles del Reino Unido y los miles de mensajes que se vieron en redes sociales fueron reacciones espontáneas que sólo se pueden dar ante un sentimiento de profundo agradecimiento por una vida de servicio.
Entonces, hagamos de la vocación de servicio nuestro propósito de vida. Vamos a servir a Dios en la adoración y la oración, a estar abiertos y disponibles para los demás desinteresadamente, a amar y comprender al prójimo, y a trabajar con entusiasmo por el bien común. Como decía San Ignacio de Loyola: “En todo amar y servir”.
4El sentido de comunidad.
Todos estos días hemos visto cómo líderes de todo el mundo y personas de distintas creencias políticas, religiones, razas y edades se han unido para despedirse de la reina Isabel II. Incluso algunos con ideas distintas ideas a las de ella (como los países de la Mancomunidad que desean convertirse en República), las han dejado a un lado por un tiempo para enfocarse en honrar su vida, sus buenas acciones y respetar el duelo de su familia.
Pero no sólo ha sido una unión mundial, sino la de un país que viene del período del Brexit, con opiniones encontradas, unidos en un sentimiento de despedir a la persona que estuvo en sus vidas por siete décadas.
Es una enseñanza y un recordatorio para nosotros -y esos políticos también- para no sucumbir ante el individualismo y nuestras propias necesidades, a ser empáticos, a que sí es posible unirnos a pesar de nuestras diferencias si nos lo proponemos, y que cuando lo hacemos, podemos lograr grandes cosas por el bien común.
5Honrar a nuestro padre y madre.
Desde sus comunicados hasta las vigilias que hicieron, pudimos ver cómo los cuatro hijos de la reina Isabel II se aseguraron homenajear el legado de su madre, tanto como monarca como jefa de familia. La princesa Ana, única hija de Isabel II, se convirtió en la primera mujer en hacer la llamada “Vigilia de los Príncipes”; mientras que el rey Carlos III escogió él mismo las flores que se pusieron sobre el ataúd de su madre por su significado (como el romero como símbolo de la remembranza y el mirto de una planta que nació de una rama que se sembró del bouquet de su madre cuando se casó con su padre) y provenientes de las tres residencias donde pasaron los momentos más significativos de sus vidas (Buckingham Palace, Clarence House y Highgrove House) con una nota escrita a mano que decía: “En amoroso y devoto recuerdo”.
Pero también vimos cómo la reina Isabel II se aseguró, en los preparativos de su propio funeral, de honrar a sus propios padres. Su ataúd fue trasladado en el mismo carruaje de guerra que se usó para el de su padre, el rey Jorge VI; y aunque la Abadía de Westminster no suele ser lugar de funerales de monarcas, quizá lo hizo allí porque fue en esa iglesia donde veló a su madre (porque por temas de aforo podía haber sido en la Catedral de San Pablo).
Asimismo, escogió que sus restos reposen junto a los de sus padres, su hermana y su esposo.
6Escuchar a los niños.
A veces creemos que los pequeños de la casa no tienen nada que enseñarnos, sobre todo en los momentos difíciles, pero en este funeral vimos cómo los nietos (aunque ya la mayoría son adultos) también quisieron hacerle una vigilia a su abuela, la primera en la historia de la monarquía británica, demostrando entereza y brindando un mensaje a las generaciones más jóvenes de amar a los abuelos y respetar a los adultos mayores.
Igualmente, tres de los bisnietos de la reina Isabel II nos dieron grandes lecciones: Louis, el pequeño de 4 años, dijo según su madre: “No te preocupes, ya ella está con el bisabuelo”, recordándonos el reencuentro en la vida eterna; y los príncipes George y Charlotte nos demostraron que los niños sí pueden ir a los funerales si hay una preparación previa y que también podemos hablar con ellos sobre la muerte e, incluso, puede ser beneficioso para su formación cristiana y humana.
7El amor a los animales.
Entre tantas cosas por las que puede ser recordada la reina Isabel II, es interesante que el amor hacia los animales sea, sin duda, una de ellas. Los animales son también criaturas de Dios y, aunque no puedan ser comparados con los humanos, a través de ellos también recibimos enseñanzas como, por ejemplo, la nobleza de los perros.
La reina Isabel II se aseguró en sus preparativos que esos animales que tanto le dieron en vida también tuvieran un espacio en su despedida. Vimos a dos de sus corgis y a su caballo Emma (que hasta hace tan sólo meses seguía montando) en el Castillo de Windsor mientras pasaba su carro fúnebre hasta la Capilla de San Jorge.
Fue, sin duda, no sólo un reconocimiento sino una muestra de agradecimiento de la monarca hacia sus animales.
8El poder del agradecimiento.
Dar las gracias es un acto de respeto y humildad. Hubo personas (incluido el famoso futbolista británico David Beckham) que hicieron hasta 12 horas de cola para darle el último adiós a la reina Isabel II y agradecerle por sus 70 años de servicio y sacrificios. Pero también vimos cómo todos los miembros de la familia real, en pleno duelo y entre tantas responsabilidades, tomaron de su tiempo para irle a agradecer a la gente todos los tributos y muestras de cariño hacia ellos.
No nos olvidemos tampoco nosotros de ser agradecidos, que es algo que solemos olvidar con facilidad, y no demos por sentado a las personas que tenemos a nuestro lado.
99. Comprensión y empatía
El rey Carlos III es una de las personas menos queridas de la familia real; sin embargo, sus imágenes como el hijo que ha perdido a su madre, con lágrimas asomándose en sus ojos, han sido sumamente conmovedoras y nos han hecho ver a un Carlos que no habíamos visto antes.
Recordemos que en el mundo hay millones de personas que sufren, de algunas sabemos, pero de otras no. El dolor no discrimina, hasta la persona que vemos como la más fuertes o que “tienen todo para ser feliz” pueden llevar mucha pena en su interior. Entonces tratemos siempre de ponernos en el lugar del otro, de ser empáticos y no juzgar tan libremente.
10Lo que dejamos.
Una imagen impactante fue cuando en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, ya su último lugar de descanso, fueron quitados los tres grandes símbolos de Isabel II como monarca: la corona, el cetro y el orbe. Sin duda, un recordatorio que llegamos a esta vida sin nada físico y así nos vamos. Sólo seremos recordados por el amor que entregamos y nuestra vocación de servicio, así que en eso es lo que debemos enfocar nuestra existencia aquí en la Tierra.