Papa Francisco ofreció hoy, durante el rezo del Ángelus, su meditación sobre la parábola del Evagelio de hoy: “un administrador deshonesto, que roba y después, cuando es descubierto por su amo, actúa con astucia para salir de esa situación”.
¿Qué quiere decirnos Jesús”, se preguntó el Papa: “Jesús se inspira en esta historia para lanzarnos una primera provocación: «Los hijos de este mundo -dice- son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (v. 8).”
¿Estamos dormidos?
Para el Papa Francisco, a veces, los discípulos de Jesús estamos dormidos: “Pienso en los momentos de crisis personal, social, pero también eclesial: a veces nos dejamos vencer por el desánimo, o caemos en la queja y en el victimismo.”
Pero el Papa aniño a todos a “ser despiertos y atentos para discernir la realidad, ser creativos para buscar soluciones buenas, para nosotros y para los otros”.
En su reflexión explicó que hay que hacer con los bienes: “Para heredar la vida eterna no es necesario acumular los bienes de este mundo, lo que cuenta es la caridad que habremos vivido en nuestras relaciones fraternas. Esta es la invitación de Jesús: no uséis los bienes de este mundo solo para vosotros mismos y para vuestro egoísmo, sino utilizadlos para generar amistades, para crear relaciones buenas, para actuar en la caridad, para promover la fraternidad y ejercer el cuidado hacia los más débiles.”
Ante la corrupción, ¿qué hacer?
Papa Francisco es consciente de las historias de corrupción que hoy se dan: conductas deshonestas, políticas injustas, egoísmos que dominan las elecciones de los individuos y de las instituciones, y tantas otras situaciones oscuras. “Pero a los cristianos no se nos permite desanimarnos o, peor aún, dejarlo pasar, permanecer indiferentes”.
Animó a todos a ser “creativos en el hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio, usando los bienes de este mundo -no solo los materiales, sino todos los dones que hemos recibido del Señor- no para enriquecernos a nosotros mismos, sino para generar amor fraterno y amistad social.”
Finalizó su intervención pidiendo ser: “pobres en espíritu y ricos de caridad recíproca”.