Inevitablemente, una película con el título original de Samaritan despierta el interés del espectador católico. Aún más si averigua que el próximo filme de su director, Julius Avery, que ya se encuentra en producción, es The Pope’s Exorcist, es decir, la historia del Padre Gabriel Amorth, que ejerció como exorcista del Vaticano durante años, y a quien interpreta Russell Crowe.
La tercera acepción de "samaritano" en el Diccionario de la Real Academia Española indica lo siguiente: "Dicho de una persona: que ayuda a otra desinteresadamente". Si alguien alude a este término es difícil no recordar la parábola del buen samaritano. Esto es lo que hace Joe (Sylvester Stallone) cuando se encuentra con uno de sus vecinos, Sam (Javon "Wanna" Walton), un niño de 13 años al que unos jóvenes delincuentes apalean después de inmiscuirse en el territorio de los robos. Desinteresadamente, le ayuda, sale en su defensa.
Joe sólo parece un tipo corriente y solitario que trabaja recogiendo basuras. Pero el muchacho cree que ese hombre misterioso en realidad es Samaritan, un antiguo superhéroe al que todos creen muerto.
Sam, por su parte, es un niño que está creciendo sin un padre y con una madre que a menudo sufre problemas económicos: alguien como Joe encarna la figura paterna que el chico necesita. Cuando no está trabajando, Joe también se dedica a arreglar objetos rotos; es un símbolo de su identidad y de su redención: necesita reparar radios y relojes, necesita subsanar viejos errores.
Caín y Abel: Némesis y Samaritan
Durante el prólogo de la película se nos narra la historia de Némesis y Samaritan, dos hermanos gemelos dotados de poderes y de una fuerza extraordinaria; habitantes de una ciudad ficticia, Granite City, que perdieron a sus padres en un incendio provocado.
La tragedia los marcó de diferentes maneras. Mientras Samaritan se convirtió en un superhéroe obsesionado por la justicia y el auxilio de los demás, Némesis se transformó en un supervillano consumido por la ira y el ejercicio del mal. Esto los condujo a enfrentarse entre ellos para sostener sus ideales.
Aunque sólo lo advertimos de manera implícita, es evidente que hay un paralelismo entre Caín & Abel y Némesis & Samaritan: dos hermanos que toman caminos muy diferentes y que acaban matándose en una batalla a muerte. Tras aquel combate se supone que Némesis murió y que (sospechan algunos) Samaritan ha sobrevivido y vive oculto bajo otra identidad.
Pero las apariencias engañan, como iremos notando a medida que avanza el metraje. Nos van dosificando información y pistas falsas a medida que Joe y Sam interactúan y se conocen. Por un lado, este héroe anónimo y envejecido de la clase trabajadora trata de ejercer su influencia sobre el muchacho, insistiéndole en que hay que evitar las peleas y que éstas no traen nada bueno. Por el otro, cuando Joe se ve rodeado por criminales, en vez de evitar las reyertas, reparte patadas y puñetazos entre ellos. No es que se trate de una contradicción: veremos que hay algo oculto y que se producirá un giro de guión en los últimos minutos (aquí no lo desvelaremos).
Redención y decisiones correctas
El corazón de la película se encuentra en estas frases: "Si sólo hubiera gente mala haciendo cosas malas, sería fácil librarse de ella. Pero la verdad es que el mal y el bien viven en el corazón de todos. Y depende de ti tomar la decisión correcta". Tras estas palabras encontramos otro de los temas básicos del filme: la redención. Examinarse a uno mismo para averiguar si se está eligiendo el camino adecuado.
Samaritan, basada en un cómic, es una vuelta de tuerca al género de superhéroes, mucho más próxima a la oscuridad y los tonos crepusculares del filme El protegido (puede que su mayor influencia) que a los productos de Marvel.
Su mayor debilidad es que, en algunos momentos, parece un filme de serie B. También se echa en falta que no se aprovechen más ciertos temas y no se profundice en detalles que sólo se sugieren, como la fachada de una iglesia en la que leemos "Jesus Saves".
Pero estamos ante un filme de Stallone, donde suelen predominar el dolor y la capacidad de sufrimiento de sus personajes; que siempre son tipos atormentados que reciben palizas y sacan fuerzas de flaqueza para levantarse de la lona en el último segundo.