Esta es la historia de Carrie Gress y Noelle Mering, dos madres estadounidenses y autoras de numerosos libros, uno de cuyos ejes podría resumirse en esta profunda convicción de que las mujeres son la fuerza evangélica muchas veces subestimada en la historia. "Solo con que un número suficiente de nosotras entendiéramos el poder que tenemos como mujeres para transmitir la fe a los demás, podríamos cambiar el mundo casi de la noche a la mañana". Así lo escriben en forma de manifiesto publicado en la página de inicio de su revista web Theology of home, fruto de su reflexión conjunta.
Muy elegante, este sitio recuerda a una revista de estilo de vida con sus secciones de decoración, estilo, bienestar, viajes, cocina... Sin embargo, tiene una diferencia notable: ofrece a sus lectores estadounidenses la posibilidad de recargar baterías en "esperanza, alegría y paz", dentro de una comunidad de mujeres cristianas.
También se ofrece a encontrar inspiraciones con alma para embellecer el día a día: decoración, belleza, recetas de cocina... "Las mujeres tienen la increíble capacidad de ser creativas para llevar lo eterno a sus propios hogares, pero hoy el mundo ha hecho que estas realidades sean difíciles de manifestar”, confiesa Aleteia Carrie Gress.
Un pequeño toque religioso en el arte nos ayuda a elevar el pensamiento a Dios.
Un lugar que captura la mente tanto como el alma
Elegante, la palabra inglesa home tiene un significado inmenso. Incluye tanto todos los significados de la palabra "hogar" como los de "casa". El “hogar”, que se refiere a las personas unidas por la paternidad que viven bajo el mismo techo, cerca del mismo “fuego”, sigue siendo el símbolo del calor y la luz. Es un lugar de acogida y reunión. Se supone que debemos estar seguros, nutridos, reconocidos y capaces de vivir y amar libremente.
Cada pieza queda integrada en los lugares más vividos de la casa.
“Hogar, dulce hogar”, esta evocadora expresión de la que abusamos un poco es el hilo conductor de los espectáculos y documentales sobre el arte de decorar tu hogar, que inundan YouTube, Netflix y todas las plataformas. Sus audiencias en Estados Unidos y Europa prueban que el atractivo general de la casa es incuestionable.
Pero, ¿qué significa realmente esta atracción universal, en todas las generaciones y orígenes? ¿Qué, en este lugar con múltiples significados, captura la mente tanto como el alma? “La gente quiere rodearse de cosas que tengan sentido: estamos hechos para buscar sentido, no solo material. Es por esto que estamos presenciando el retorno de estos valores porque a medida que nuestra cultura evoluciona hacia la falta de alma, el hambre natural por lo espiritual debe ser satisfecha en alguna parte.
Hay un interés real por los objetos con historia, objetos que iluminan en todo el sentido de la palabra. Levantar el alma del lugar parece mucho más importante que antes.
Palabras de una autoridad en tendencias
Por su parte, Lidewij Edelkoort, reconocida pronosticadora de modas y tendencias contemporáneas, explica que la casa se está convirtiendo ahora en un verdadero lugar de renovación espiritual. La llegada de la pandemia del Covid-19 ha cristalizado aún más esta búsqueda.
“Noto un interés real por los objetos con historia, objetos que cargan un significado, que iluminan en todo el sentido de la palabra. Levantar el alma del lugar parece mucho más importante que antes”, explica Anne-Christine Gromnicki, decoradora parisina. “Mientras que hace unos años buscábamos crear interiores modernos, hoy en día la palabra moderno nunca se pronuncia. Se reemplaza por la atmósfera, la historia y precisamente por el alma”.
Pero entonces, ¿cuál es la esencia de un hogar? Gilbert Keith Chesterton, un famoso escritor inglés de principios del siglo XX, citado por Carrie Gress en su editorial, lo expresó acertadamente:
Un santuario donde el alma encuentra su felicidad
Como dijo Chesterton, la casa es pequeña en comparación con un negocio o una oficina, pero enorme en la impresión que causa y deja en todos. Por su naturaleza, toca lo eterno. Este fenómeno de “volver al hogar”, lugar de renovación también espiritual, demuestra una aspiración esencial: la de hacer de la casa un santuario donde Dios encuentra su lugar y donde el alma encuentra su felicidad. Es una iglesia pequeña por derecho propio. Juan Pablo II la llamó en su Carta a las Familias una “iglesia doméstica”. Un lugar donde la forma en que vives tu fe tiene un efecto dominó que puede cambiar el mundo.