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«El anciano que nunca envejeció», así recuerdan en Colombia al padre Toñito

COLOMBIA

Diocesis de Medellin

Lucía Chamat - Aleteia Colombia - publicado el 12/08/22

Los católicos en Colombia celebran el reconocimiento como siervo de Dios del sacerdote Jesús Antonio Gómez, quien murió en 1971. El primer paso en su camino a la santidad

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Los sacerdotes que lo conocieron lo llamaban «el anciano que nunca envejeció», en una de las parroquias donde fue vicario le decían «la lámpara del Santísimo». Esto porque constantemente oraba frente a Jesús Sacramentado y en su pueblo aseguran que si él no es santo, nadie lo es.

Así fue el siervo de Dios de la iglesia colombiana, el sacerdote Jesús Antonio Gómez Gómez, cuyas virtudes heroicas fueron reconocidas en días pasados por el papa Francisco, con lo cual lo elevó a la categoría de venerable.

El santo padre acogió la propuesta del Dicasterio para la Causa de los Santos, que aprobó la positio, un escrito preparado por el Postulador de la Causa luego de la investigación realizada en Colombia, partiendo de los testimonios de quienes lo conocieron, sus escritos y los principales aspectos de la vida.

Como si fuera un anticipo de lo que sería su vida, el padre Toñito, como le decían cariñosamente, nació en El Santuario, un pueblo en el departamento de Antioquia. Hasta allí llegan los devotos a pedirle favores junto a su tumba. Se trata de un sitio ubicado entre la basílica menor San Judas Tadeo y el convento de clausura de la Congregación de Hermanas Concepcionistas.

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Fama de santidad

El siervo de Dios fue un ejemplar director espiritual, con un especial don para el sacramento de la confesión, con el cual atendió a cientos de religiosas, especialmente de clausura. Entre las comunidades que orientó están las hermanas de La Presentación, las Carmelitas y las Misioneras Lauritas, fundadas por la única santa colombiana, la santa madre Laura Montoya.

También se le reconoce por su humildad y misericordia con los pobres, para quienes creó un fondo sacerdotal de ayuda, que aún funciona. «Los sacerdotes debemos ser pobres, no solo debemos pedir para los pobres, sino que debemos compartir con ellos lo mucho o poco que poseamos», afirmaba el hoy venerable de la Iglesia católica.

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La hermana Fabiola, de la Comunidad Concepcionista, contó a Aleteia que lo conoció cuando iba al claustro: «Me llamaba la atención la dulzura, la humildad y la cercanía en su trato, se le veía que era una persona humilde, nunca se notaron ganas de sobresalir ni de espectacularidades. Uno no dudaba de la santidad de padre Toñito, en lenguaje popular le ‘chorriaba’ la santidad, nunca oí que alguien dijera cosa distinta».

Uno de los documentos que hacen parte de la causa recoge numerosos testimonios, entre ellos la afirmación del padre Gabriel Tisnez: «Sus cualidades hacen que todos digamos cuanto de él nos recordamos… si hay un santo, ese es Toñito».

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Formador de sacerdotes

Jesús Antonio Gómez nació en 1895 en una familia campesina de 14 hijos y murió en Medellín en 1971. Tuvo una hermana, Esperanza, que se consagró como monja de clausura; un hermano que murió joven, siendo seminarista;  un tío sacerdote y un par de sobrinos también consagrados a la vida religiosa.

En 1922 recibió su ordenación sacerdotal, fue vicario en dos parroquias, rector del Colegio Nacional de Marinilla, capellán de varias congregaciones de religiosas y director nacional de la Adoración Reparadora, entre otras misiones que le encomendó el Señor en vida.

Su gran huella la dejó durante los 21 años que fue director espiritual del Seminario Conciliar de Medellín, allí orientó a numerosas generaciones de sacerdotes y los guio en su vocación.

El padre Humberto Arboleda, de la Arquidiócesis de Medellín y director de la fundación para impulsar la causa de canonización, recordó para Aleteia que los sacerdotes que lo conocieron le decían el anciano que nunca envejeció,  «por su actitud siempre joven, alegre y disponible, entregado a orientar la conciencia de los jóvenes en orden al sacerdocio y la vida cristiana».

Él ratifica la sencillez y humildad del padre Toñito: «Lo extraordinario fue que vivió su sacerdocio de manera extraordinaria, de manera generosa».

La madre Ligia Gómez, es sobrina nieta del padre y hace parte de las hermanas concepcionistas. Ella resume en el «desprendimiento, admirable vida espiritual, pobreza y consejería».

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«Vamos a la casa del Señor»

Al padre Toñito también se le recuerda como un buen periodista, porque fundó y dirigió varias publicaciones como la revista Sé Apóstol, que impulsó durante 23 años para promover la cruzada eucarística entre los niños. Fundó el boletín In Corde Jesu, dedicado a los sacerdotes, y promovió numerosos periódicos escolares.

El hoy venerable sufrió de un aneurisma desde su juventud que se trató con médicos colombianos y de Estados Unidos. Murió de cáncer el 23 de marzo de 1971 en la ciudad de Medellín, a los 76 años. Cuando el médico le informó que tenía un cáncer terminal, exclamó: «Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor».

En su sepultura se inscribió la leyenda «Para que tú reines Corazón Divino, aquí yacen los restos mortales del presbítero Jesús A. Gómez, sacerdote de vida ejemplar», leyenda similar a la que se lee en su casa natal, en la cual se construyó una capilla donde se celebran eucaristías para agradecer por su vida y continuar pidiendo para que avance en el camino hacia los altares.

Hoy el padre Toñito es venerable, lo que quiere decir que es digno o merecedor de veneración, admiración, consideración, fervor, estima, devoción y honor. Se necesita de un milagro por su intercesión para elevarlo a beato y así seguir adelante en su camino de santidad.

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