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Cocinar es un placer… y una obra de misericordia

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Cocinar para los amigos o compartir fogones hace crecer en amistad.

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Marzena Wilkanowicz-Devoud - publicado el 12/08/22
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En una ajetreada vida diaria, es tan difícil tomarse un tiempo para cocinar como para rezar. Paradójicamente, estas dos actividades pueden hacer mucho bien e incluso hacerte profundamente feliz. Marzena Devoud, de la edición francesa de Aleteia, invita a despertar nuevos aromas en nuestra jornada

Hacer un bizcocho, mezclar la masa, amasar, medir, dorar… Tantos gestos culinarios que calman. Sin embargo, pueden convertirse rápidamente en una tarea. Las razones no faltan: bloquear una "pausa para cocinar" en una agenda apretada es a veces un verdadero dolor de cabeza. El creciente éxito de las recetas sencillas y ultrarrápidas, entre platos individuales y platos a base de un máximo de tres ingredientes, es un claro ejemplo de ello. 

“Por supuesto, estas recetas son útiles, pero el enfoque de eficiencia nos priva de algo esencial. Al igual que la oración, cocinar es ante todo un acto de misericordia. 

Además, existe un vínculo entre estas dos actividades. En el Evangelio a Jesús le gusta revelarse durante las comidas: desde Caná hasta la Última Cena, las oportunidades abundan. Incluso resucitado, quiere asar pescado”, explica a Aleteia el hermano dominico Patrick-Marie Bozo, que organiza regularmente sesiones tituladas “La alegría de la comida” en el santuario de Sainte-Baume, en Francia.

Cocinar, comer juntos, sentarse a la mesa: todo esto es mucho más que comer. “Hay un verdadero sentido espiritual en el gesto de cocinar como en el de saborear un plato en compañía de los demás. Y este sentido lamentablemente lo hemos perdido un poco”, apunta el dominico. ¿Cómo entonces encontrarlo y motivarte definitivamente para volver a estar detrás de los fogones? Aquí hay algunos consejos inspiradores:

1COCINAR ES ESTAR JUNTOS.

Cocinar te hace sentir conectado el uno con el otro. “Cocinar genera un vínculo real. En cierto modo, obliga a permanecer juntos. En la mesa se produce la unidad familiar, amistosa o comunitaria. Es una base”, dice el hermano Patrick-Marie. Por lo tanto, ayuda a acercarse a nuestros seres queridos. 

Al preparar una comida para una persona en particular, le mostramos que es importante para nosotros. Es un acto de amor y apoyo, una atención que enriquece sustancialmente el vínculo de una relación.

2COCINAR ES CUIDAR.

Si la alimentación satisface una necesidad de supervivencia, la comida también brinda consuelo. Así, no es raro, cuando una persona está pasando por un calvario, que sus familiares le preparen su plato favorito. Es una manifestación de cuidado y ternura que a veces expresa el amor por el otro mucho mejor que las palabras de consuelo. “Si amar es querer hacer el bien a alguien, cocinar es un primer acto de amor. En cuanto cocinamos para el otro, solo podemos "hacer el bien", subraya el chef estrella Olivier Roelinger en una entrevista para Aleteia.

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3COCINAR ES ALIMENTAR TU ALMA.

La comida es un regalo de Dios. Cocinar es disfrutar de la Creación de Dios. Esta es una realidad que no se debe perder de vista. Preparar un plato para los seres queridos es un momento de contemplación y agradecimiento. También es un momento que pasamos con Dios. Es él quien da la fuerza para cocinar lo mejor posible. Él es el que se cuida de no tener demasiado miedo de perder el plato. 

Si Dios está presente en todos los detalles de la vida cotidiana, también lo está en la cocina, uno de los actos más elementales de la vida. Así decía Santa Teresa de Ávila : “También entre los pucheros anda Dios».

4COCINAR ES CREAR COMUNIDAD.

Cocinando

Cocinar hace que formemos equipo, que creemos unidad, comunidad y familia.

La cocina crea unidad y pertenencia a una comunidad. “Para nosotros los dominicos, que somos predicadores y por lo tanto en constante movimiento, es muy importante cocinar y reunirse para las comidas. Esto te permite permanecer unido, incardinado. Cuando estamos "pegados" a la mesa ya que no podemos salir de ella en ningún momento, esto nos obliga a estar atentos con cada hermano, a cuidarlos, a ser delicados con todos los que están alrededor de la mesa", dice el hermano Patrick-Marie, revelando que existe incluso una regla, la del "plato único": "Regularmente, con todos los hermanos, debemos compartir el mismo plato único. Compartir algo en común es muy valioso. Es un acto de comunión que, para mí, se acerca al Cielo donde nos “alimentaremos” de Dios y de la caridad de los demás. Vinculados entre nosotros, estaremos todos en la misma mesa”, concluye el dominico. Por lo tanto, cocinar es tocar un poco el cielo… Todo lo que tienes que hacer es planificar la etapa de “cocinar” a diario. ¡Ahora tienes todas las razones que necesitas para empezar!

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