Lejos de encontrar una salida al atesoramiento de las pandillas criminales del pequeño territorio de Haití, las condiciones de violencia se han agravado y las guerra entre bandas, por el exiguo botín de un país sin ley, sin justicia y con hambre, ha llegado a poner en llamas hasta la catedral provisional de Puerto Príncipe.
La guerra entre las bandas de delincuentes se ha apoderado de sus calles, de sus carreteras y de todo lo que esté a su mano, incluyendo la distribución de la ayuda humanitaria internacional.
Las bandas se han concentrado en la capital, Puerto Príncipe, y esta semana han hecho cundir el pánico en cada rincón de la ciudad, paralizando las actividades de toda la población cuyo único objetivo es, ahora, tratar de esquivar las balas perdidas que se han cobrado vidas inocentes de ancianos, mujeres, niños.
También se han paralizado las actividades académicas, De hecho, la Facultad de Ciencias de la Universidad Estatal de Haití, en cuyos pasillos fue asesinado un estudiante el pasado 11 de julio, ha suspendido ya todas sus labores pues, según un comunicado emitido por la Facultad, “en menos de una semana, se han encontrado varios proyectiles perdidos en el patio e incluso en las aulas”.
Incendio criminal
Por su parte, la arquidiócesis de Puerto Príncipe ha denunciado que se produjo un incendio no espontáneo, sino “de origen criminal” en la catedral provisional de esta capital. La Policía Nacional y los bomberos acudieron al lugar de los hechos, pero lo único que pudieron hacer fue sofocar el incendio, sorteando las balas de las bandas.