Pedro nació en Imola (Italia) hacia el año 380. Sirvió como obispo metropolitano de Rávena entre el 425 y el 429.
Estuvo presente en el año 445 en el fallecimiento de san Germán de Auxerre. Y tres o cuatro años después escribió a Eutiques, presbítero de Constantinopla, que había recurrido a él tras ser condenado por la Iglesia presbítero de Constantinopla, que había recurrido a él tras ser condenado por la Iglesia por monofisita (negaba la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo).
A san Pedro se le conoce como Crisólogo por sus palabras de oro, que sirvieron para acercar a muchas personas a Dios.
Era un gran orador y su predicación estaba llena de sencillez, de cultura discreta, de humanidad y de piedad.
En sus textos incluía ejemplos tomados de la vida de la corte de Rávena, de los militares, de los marineros o de los campesinos, de modo que adecuaba el mensaje al público a quien se dirigía.
Falleció entre el año 449 y el 458.
En su obra se cuentan 168 sermones, la carta a Eutiques y 15 “extravagantes” (escritos no clasificados).
Fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1729.
Patronazgo
San Pedro Crisólogo es el patrón de los oradores y los predicadores.
Fragmento del sermón 30
¿Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Dios es acusado de abajarse hacia el hombre, de sentarse cerca del pecador, de tener hambre de su conversión y sed de su retorno, de preferir el alimento de la misericordia y la copa de la benevolencia.
Pero Cristo, hermanos míos, vino a esta comida; la Vida ha venido para estar entre los invitados a fin de que, condenados a muerte, vivan la Vida; la Resurrección se ha acostado para que los que yacen se levanten de sus tumbas; la Bondad se ha abajado para levantar a los pecadores hasta el perdón; Dios ha venido hasta el hombre para que el hombre llegue hasta Dios; el juez ha venido a la comida de los culpables para sustraer a la humanidad de la sentencia de condenación; el médico ha venido a los enfermos para restablecerlos comiendo con ellos; el Buen Pastor ha inclinado la espalda para devolver la oveja perdida al establo de la salvación (Lc 15, 3s).
Oración
Oh, Dios, que hiciste a san Pedro Crisólogo, obispo, insigne predicador del Verbo encarnado, concédenos meditar siempre este misterio de salvación y manifestarlo en nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.