Algunos laicos sienten que no han valorado lo suficiente a los sacerdotes y todo lo que hacen por las personas. Por eso uno de ellos, el escritor Claudio de Castro, ha escrito esta carta abierta:
Querido sacerdote:
Los laicos no solemos agradecerte como debemos, por tus sacrificios, tu presencia, tu sacerdocio y tu vida entregada a los demás.
Gracias por cada Eucaristía, por cada absolución, por cada consejo y palabras de aliento, por tus oraciones. Por mostrarnos a Jesús en el Sagrario. Por darnos ejemplo con tu vida.
Te pido perdón. Quiero rezar más por ti. Te debo demasiado. Me has dado siempre los mejores consejos. Me has ayudado a salir adelante. Y lo más importante, en cada Eucaristía nos traes a Jesús VIVO.
El Catecismo nos habla de ti:
"Reza por mí"
Tu vida en ocasiones no es fácil, lo sé. Surgen tantas injusticias y señalamientos. Siempre recuerdo a aquel sacerdote que me impresionó por el amor que demostraba a Jesús cuando lo elevaba después de la consagración. Con cuánta ternura lo miraba.
He leído que “cuando elevas la hostia consagrada, es como si elevaras el mismo cuerpo de Cristo crucificado”. A menudo me pregunto qué sentirás al sostener a Jesús en tus manos consagradas.
Al terminar la misa me acerqué a este sacerdote para agradecerle su amor a Jesús, la delicadeza con que lo trataba, el ejemplo que nos daba como sacerdote. Tomó mis manos con fuerza y me dijo agradecido:
—Reza por mí.
En un principio no comprendí por que un sacerdote pedía mis pobres oraciones. Con el tiempo comprendí. Tenemos la obligación moral de rezar por nuestros sacerdotes. Se llama gratitud.
Tu oración los ayuda a sostenerse y ser fieles y gastar su vida por los demás.
Te dejamos solo muchas veces. Te cansas y te desanimas, es normal. No te ofrecemos nuestra ayuda y rezamos poco por ti.
Somos responsables en cierta forma, cuando un sacerdote cae o cuando faltan vocaciones sacerdotales porque rezamos poco por ustedes.
Humanos
El catecismo nos explica tu frágil humanidad.
Supe de un sacerdote muy conocido, que escribía libros. Abandonó el sacerdocio porque no soportaba su soledad.
Tienes algo de sagrado y se te nota en tus gestos, tus palabras. Leí de san Josemaría Escrivá estas extraordinarias palabras sobre su sacerdocio:
El sabio consejo de san Pablo
Contra el desaliento y la oscuridad del mundo, ¿qué puedes hacer? Acércate más a Jesús. Él cuidará de ti. Esto seguro que ya lo sabes, pero no está de más volver a leerlo. Te hará mucho bien.
Y nosotros los laicos, ¿qué podemos hacer por ti?
En Aleteia hemos publicado un escrito mostrando diferentes formas de hacerte saber cuánto te apreciamos.
Recemos por nuestros sacerdotes
Amable lector de Aleteia, ¿te comprometes a rezar por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales? El mundo necesita de tus oraciones.
Hermano sacerdote. Te queremos y apreciamos. A ti que lees mis palabras, gracias por ser sacerdote. Eres único, especial.
En Aleteia estamos rezando por ti. ¡Ánimo! Te necesitamos. Gracias por tu fidelidad y tu sacerdocio, por tu amor a Jesús y al prójimo.
¡Dios te bendiga!