La afectividad. Antes de hablar de los sentimientos, es preciso hablar brevemente de la afectividad, un aspecto de nuestra psicología que ayuda -o no- en las relaciones humanas.
La afectividad es esa experiencia interna que se siente al ser impactados por acontecimientos que se producen a nuestro alrededor. Un bebé recién nacido se siente seguro en brazos de su padre. Un niño que es tocado en sus partes íntimas por un adulto se siente asustado. Un graduado de la escuela secundaria se siente pletórico al saber que ha sido aceptado en una prestigiosa universidad. Sentir es el primer paso para comprender lo que me pasa y decidir la respuesta que voy a dar en el momento en que me pasa.
Por eso, la educación de la afectividad en los niños es tan importante, pues le ayudará a tener control sobre sus propios sentimientos y emociones. Y también por esto es que un adulto hoy está traumatizado porque vivió, sintió una experiencia para la que su cerebro no estaba preparado. Es importante que todos aquellos que hoy son padres de niños pequeños comprendamos que la experiencia, la interacción y la conducta se encuentran profundamente influidas por la forma en que la afectividad se ha educado o no.
Los sentimientos
Cada ser humano tiene una profunda necesidad de conexión con el otro o con los otros. Esto nace naturalmente desde lo afectivo. Tú y yo estamos hechos para relacionarnos, para tener relaciones humanas. La necesidad de filiación nace de la necesidad de establecer y conservar las relaciones con otras personas.
Psicólogos e investigadores de distintos campos como el doctor Daniel Siegel, pionero en este campo y Codirector del UCLA (Universidad de California de Los Angeles) Mindfull Awareness Research Center, estudian el sistema nervioso desde la neurociencia. Han encontrado que, aunque nadie nos haya enseñado a expresar los sentimientos, existen técnicas para promover nuevas formas de comportamiento. Esto es así porque gracias a sus investigaciones y la de otros investigadores ahora sabemos cómo funciona nuestro cerebro. El doctor Siegel escribe en su libro Tormenta Cerebral: el poder y el propósito del cerebro adolescente: “Cuando sabemos algo de las partes que componen nuestro cerebro podemos aprender a dirigir la atención de formas nuevas que ayuden a esas partes a funcionar de una forma más coordinada y equilibrada”.
(ibid., Alba Editorial, 2014, página 102)
Las personas acuden a terapia muchas veces por esto:
- les interesa crecer como personas.
- para que la relación con otra persona no se pierda.
Pero no sólo esto. Aprender a expresar los sentimientos aunque se sea un adulto, es importante para que el cuerpo no somatice ninguna experiencia desagradable, que muchas veces se queda alojada ahí y con el tiempo desemboca en enfermedades nerviosas, de carácter inmunológico y hasta cáncer. Sabemos que muchas formas de cáncer se deben a que la persona ha acumulado una cantidad de resentimientos que con el tiempo le producen esta enfermedad. Por esto aprender a expresar los sentimientos siempre será importante.
Las emociones ponen sobre aviso
Las emociones las imagino como las campanas dentro de una iglesia. Cuando suenan es porque llega la hora de la santa misa. De manera que las emociones nos alertan, avisan e informan sobre nuestras reacciones ante las situaciones e interacciones que se dan en el día a día con las personas. Muchas personas acuden a la psicoterapia porque “soy incapaz de controlar mis emociones”, dicen.
Las emociones desvelan el dominio que una persona tiene sobre sí, lo asertiva que ha aprendido a ser, lo empática que se muestra en situaciones que requieren de mucha inteligencia emocional. Las emociones también revelan cuando una persona no puede más, pues empieza a tener ataques de pánico o cae en una profunda depresión o grita. En estos casos, las personas aprenden a regular sus emociones en psicoterapia. Por último, las emociones sirven como base de funcionamiento de la conciencia (cfr. Leslie S. Greenberg y Sandra C. Paivio, Trabajar con las emociones en psicoterapia, pág. 24) pues ellas señalan un camino por el cual seguir.
Características psicológicas en el hombre y la mujer
Si cada hombre y cada mujer se preocuparan un poco por conocer cómo funciona la psicología de cada uno, se evitarían muchos conflictos sobre todo en el matrimonio o relaciones de pareja. Ambos son distintos y por ello mismo se complementan. Puede haber balance.
En el caso de la mujer, esta vive casi todas sus experiencias desde el corazón. La mujer es capaz de meter todo dentro de las habitaciones de su corazón y de una manera muy intensa. La mujer vive con su cabeza y su corazón simultáneamente, por ello siempre está muy atenta a los miembros de su familia y cuando se convierte en madre, se desarrolla en ella esa capacidad intuitiva que nace y se da en su propio corazón. A la mujer por su misma naturaleza le cuesta mucho pasar página.
En el caso del hombre, este vive desde su cabeza(lo cual le hace ser menos expresivo y afectivo) y esto quiere decir que para cada cosa que vive o hace tiene una gaveta. Tiene la gaveta del trabajo, la gaveta de la amistad, la gaveta del amor, la gaveta de las finanzas. El hombre no puede hacer varias cosas a la vez, como se da en el caso de las mujeres. Es por ello que los conflictos en pareja son tan extenuantes pues ninguno de los dos sabe, lo que el otro necesita. El hombre, por su misma capacidad de separar las cosas, las vivencias, tiene más peligro de ser infiel, es inclusive divertido para él, pues considera que su mujer y sus hijos están en su casa y esto es otra cosa aparte. En cambio, a la mujer la infidelidad la rompe en mil pedazos.
Buscar siempre el bien del otro
Cuando hay conflicto entre las personas y se está en medio de la agitación que se produce en el sistema simpático, que es el que prepara el cuerpo para que responda durante situaciones de emergencia y estrés, la marejada producida ante las emociones que se agitan evita sin lugar a dudas que se busque el bien del otro.
Esto quiere decir que cada uno tendrá que escoger sus batallas si quiere estar para siempre en la vida de una persona, como es el caso de los hijos. Entonces, ¿qué quiere decir buscar el bien del otro?
- Quiere decir que en el segundo en que se sienta la agitación emocional, se deberá parar, respirar hondo para poder dejar que la sangre no invada el cerebro y lo ciegue para pensar, y para mostrar un comportamiento que está muy por encima del propio ego y que más bien se esfuerza en sintonizar con el otro.
- Preocuparse por educar la propia afectividad y sentimientos. Si has identificado que de niño no se te dio esta formación, de adulto puedes aprender. “Inteligencia Emocional”, de David Goleman, es un libro por el que puedes empezar a educarte a ti mismo.
- En las discusiones, no dejar que las emociones intensas hieran esa relación que tanto ha tomado construir. Es mejor salir de la habitación y decir que hay necesitad de calmarse.
Reflexionar sobre la propia conducta
Esto es importante y relacionado también con buscar siempre el bien del otro. A veces las emociones nos sobrepasan y hacemos cosas de las que después nos arrepentimos. Existe la técnica de logoterapia llamada autodistanciamiento que trabajo mucho con las parejas. ¿En qué consiste?
A la persona se le da la instrucción de que en el momento de un conflicto, se imagine a sí misma poniéndose frente a un espejo para observarse a sí mismo y para reflexionar sobre la propia conducta. Esta técnica es realmente muy eficaz pues al mirarse frente a un espejo, se puede observar los gestos, las articulaciones de las palabras y hasta el tono de la voz que van a indicar a la persona si la conducta que está teniendo en ese momento es la de una persona madura que ha aprendido a estar por encima de sus emociones. Cuando esto se hace con el afán de crecer como persona y mejorar la relación con el otro, la conducta se modifica y se produce una transformación que produce cambios permanentes.
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