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Un destacado pintor, arquitecto y escultor colombiano quiso hacer un homenaje póstumo a su madre y decidió construir y decorar un mausoleo para que allí reposaran sus restos. El reto era proporcional al gran amor que le profesó: se propuso levantar, junto a la que fue la residencia familiar, una edificación con elementos y rasgos similares a la Basílica de San Pedro de el Vaticano, eso sí, a una menor escala.
Además de la cúpula, inspirada en el diseño original del italiano Donatto Bramante, plasmó en su interior varias pinturas a semejanza de las que hay en la Capilla Sixtina. En la parte exterior levantó columnatas en semicírculo imitando las que hay en la famosa Plaza de San Pedro, donde tienen lugar las principales ceremonias de la sede papal.
José Ignacio Castillo Cervantes, considerado uno de los pintores clásicos de Colombia, fue el creador de este tesoro escondido ubicado en Fontibón, localidad que hoy hace parte de Bogotá pero anteriormente fue un pueblo muisca a las afueras de la capital del país.
Él mismo se ocupó de levantar piedra a piedra la construcción y decorarla, proyecto que bautizó como Mausoleo Madre de la Divina Luz y que dejó inconcluso al morir. Sus familiares depositaron ahí sus restos mortales, lo mismo que los de su hermana María Teresa, pues ambos vivieron toda la vida en la casa materna.
El Vaticano, fuente de inspiración
El artista se formó con los jesuitas en el Colegio Mayor de San Bartolomé, después en la Escuela de Bellas Artes y también en Europa, donde aprendió sobre técnicas artísticas, se inspiró y tomó ideas para lo que sería el mausoleo familiar.
Sobre el diseño, el arquitecto Richard Sarmiento dio una explicación a Jairo Hernán Ortega en el artículo publicado en la revista Nova et Veterade la Universidad del Rosario:
«La cúpula es un tímpano, triangular, con un relieve del Espíritu Santo. Graciosos querubines son los frescos, inconclusos, que engalanan la bóveda interior; recuerdan obras del Quattrocento italiano, posiblemente inspirados en el Giotto y necesariamente en Miguel Ángel. Es quizás de lo más notable y hermoso en la Capilla de Nuestra Señora de la Luz. Por dentro la cúpula es nervada (de nervio), con linterna (vanos que permiten el paso de la luz de forma cenital)».
El maestro Castillo empezó en la obra en 1968 y estuvo trabajando en ella 27 años, hasta que murió, en 1995, sin embargo no logró terminarla. Por su parte, la Basílica de San Pedro en el Vaticano fue construida durante más de 110 años por varios arquitectos. Además de Bramante, quien diseñó la cúpula, participaron Antonio de Sangallo, Rafael Sanzio y Miguel Ángel Buonarroti.
Técnica de fresco
El arquitecto Sarmiento explica en la publicación mencionada que Castillo fue un verdadero artista en la técnica del fresco, afirmación basada en las pinturas internas del lugar:
«El altar mayor se ve coronado por un hermoso fresco de Nuestra Señora de La Luz. En la nave, única, sobre el muro izquierdo se representan a Adán y Eva expulsados del paraíso y a Moisés con las Tablas de la Ley, a Abraham ofreciendo en sacrificio a su hijo Isaac y el Arca de Noé en pleno diluvio universal. En el muro posterior, que se ubica inmediatamente a la izquierda de la entrada, plasmó el artista El Nacimiento, también inconcluso. Por encima del portal se encuentra la crucifixión de Cristo, casi terminada».