El escritor José Jiménez Lozano ha ganado todo tipo de premios y obtenido reconocimientos por su faceta ensayística, narrativa y diarística, pero ha sido menos estudiada la poética, laguna que ahora se cubre con el ensayo ‘A la espera. La poesía de Jiménez Lozano’, de Raúl Enrique Asencio, que acaba de ser galardonado con el Premio Gerardo Diego de Investigación Literaria.
En su investigación, Asencio reivindica el papel que juegan Dios y lo teológico en la poesía del escritor abulense, fallecido hace ahora poco más de dos años en la localidad vallisoletana de Alcazarén donde vivía desde hacía décadas.
“La idea central a la que llego tras leer su poesía es que lo teológico, Dios, está como motor poético de todos los temas”, explica Asencio.
Esto se manifiesta en una doble dirección. Por un lado, el reconocimiento de la poesía -y la creación literaria en general- “como un talento recibido”, del que no cabe envanecerse.
Por otra parte, de Dios procede también el que podríamos considerar el principal mandato literario del escritor: dar cuenta de la hermosura y la belleza del mundo.
“Tiene una concepción teológica de la materia literaria”, explica Asencio. “Se trata de hacer memoria de aquello que es hermoso, que merece la pena, y eso tanto pueden ser los pájaros como los mendigos. Se trataría de recoger todo eso para que, llegado el Juicio Final, nos acordemos de todo lo que era bello y bueno”.
El interés de Raul E. Asencio por la obra de José Jiménez Lozano surgió cuando la profesora Guadalupe Arbona, auténtica experta en la obra del escritor y persona que fuera muy próxima a él en vida, le animó a acercarse a sus escritos.
“La lectura de Jiménez Lozano me descubre un mundo de referencias literarias, filosóficas y teológicas que me fascinan. Y quedo atrapado en esa red que va proponiendo en sus diarios y en su poesía”, recuerda Asencio.
Una red de referencias entre las que destaca la figura del escritor bíblico Qohélet, autor del Eclesiastés, pero también Simone Weil, Pascal, Spinoza, Kierkegaard, Jean Barucci, Edith Stein, o Flannery O`Connor, entre otros. Entre los que cabría añadir los escritores japoneses Yasunari Kawabata, Endo o Junichiro Tanizaki.
Como consecuencia de ese contacto con Jiménez Lozano, Asencio se animó a realizar la tesis sobre el autor y optó por la poesía por ser un campo poco estudiado. Pero, aunque el ensayo ganador del premio Gerardo Diego se basa en los materiales de aquella tesis “ha sido sometido a una reelaboración ensayística y literaria”, explica.
Uno de los malentendidos que rodean a Jiménez Lozano es su consideración como poeta tardío, pues su primer poemario, ‘Tantas devastaciones’, no se publica hasta 1992. Sin embargo, el autor de ‘A la espera’ desmiente esta idea y recuerda que el primer galardón literario que el escritor recibió fue un premio de poesía de la revista cultural El Ciervo en 1979, 13 años antes.
“En realidad, esos primeros poemas son anteriores a sus creaciones narrativas y a sus diarios”, explica Asencio. “Está produciendo casi todos los géneros al mismo tiempo y, de hecho, muchos de los poemas proceden de los diarios”.
“Habría que pelearse con la crítica para ver qué es un poeta tardío. A veces parece como si la época de la poesía fuera la juventud”, explica Asencio. En el caso de Jiménez Lozano, más que hablar de un poeta tardío, tendríamos que hablar de un ‘publicador tardío’ de sus poemas.
“Lo que me interesa de su poesía es su capacidad para poner en diálogo todas las voces que ha leído. Y su capacidad expresiva con un verso muy sobrio y que va ganando en depuración”.
Otro de los grandes temas de la poesía de Jiménez Lozano es el problema del mal, del azar en la historia, y la necesidad de que exista una restitución, una segunda vuelta que ponga en su sitio a las víctimas y a los agresores. “Una restitución que no es otra cosa que un Juicio Final”, reconoce Raúl E. Asencio.
El autor de ‘A la espera’ mantuvo una fluida correspondencia con Jiménez Lozano, a quien pudo conocer personalmente . “Le visité una vez en su casa de Alcazarén. Me atendió con mucha generosidad”, recuerda.
“Como ya no oía muy bien por entonces, hablaba para llenar los vacíos comunicativos. Fue muy divertido”.
Y aunque al principio se mostró receloso de hablar de las claves de su obra literaria, finalmente accedió a compartir algunas reflexiones y datos que fueron de gran utilidad para la conformación del ensayo dedicado a su obra poética.
A modo de ejemplo supremo de la obra poética de Jiménez Lozano reproducimos aquí ‘El precio’, uno de sus poemas más celebrados, que formaba parte originalmente de su obra ‘Elegías menores’ (2002) y que, asimismo, da título a la antología que seleccionó el también poeta Enrique García-Máiquez.
“Matinales neblinas, tardes rojas, / doradas; noches fulgurantes, /y la llama, la nieve; / canto del cuco, aullar de perros, / silente luna, grillos, construcciones de escarcha; / el traqueteo del tren, del carro, niños, / amapolas, ancianos y desnudos / árboles de invierno entre la niebla; / los ojos y las manos de los hombres, el amor y la dulzura / de los muslos, de un cabello de plata o de color caoba; / historias y relatos, pinturas y una talla. / Todo esto hay que pagarlo con la muerte. / Quizás no sea tan caro”.
La obra poética de Jiménez Lozano está recogida en once colecciones. ‘Tantas devastaciones’ (1992); ‘Un fulgor tan breve’ (1995); ‘El tiempo de Eurídice’ (1996); ‘Pájaros’ (2000); ‘Elegías menores’ (2002); ‘Siete poemas un día’ (2003); ‘Elogios y celebraciones’ (2005); ‘Advenimientos’ (2006); ‘Anunciaciones’ (2008); ‘Los cuadernos de Reembrandt’ (2010); ‘La estación que gusta al cuco’ (2010); y ‘Los retales del tiempo’ (2015).
“A la espera. La poesía de Jiménez Lozano’ será publicado por la Editorial Pretextos en diciembre.