Verano. Las primeras horas de calor ya nos han dejado claro su aterrizaje en el hemisferio Norte. Las clases cierren sus puertas y la temporada estival aborda nuestras vidas, quitándoles el bastón de mando a nuestras queridas rutinas. ¿Placer o vértigo? Dime tu respuesta y te diré en qué franja de edad están tus hijos.
Si tu respuesta es placer, quiere decir que tus niños son pequeños, y que tus únicos problemas, y sí, digo ÚNICOS, en mayúscula, son: conciliar, que no se ahoguen y que no se quemen, esencialmente. Si, por el contrario, has elegido vértigo, quiere decir que ya tienes hijos que no usan pañales, que las pantallas les encandilan con unas voces más seductoras que las de las sirenas a Ulises (su fórmula para resistir, atarse al palo mayor, quizá te empiece a parecer razonable), y, sobre todo, que tú ya no eres un personaje divertido en el reparto de papeles de su vida, y que aunar las voluntades de toda la familia ya no es una tarea tan fácil cuando llega el verano.
Pues bien, yo os voy a proponer cambiar el chip. Un cambio de estrategia. No pensar como padres: pensar como si fuéramos el Comité de Fiestas del Ayuntamiento.
Paso número 1
Primer paso: ¿cuál es tu presupuesto familiar para este verano? Una vez lo tengas claro, organízate para salpicar todo el verano con planes apetecibles. Si vais a ir de vacaciones fuera de casa, busca algún sitio que no te perjudique. No te compliques la existencia en sitios demasiado tentadores para tus adolescentes, y asegúrate de que tienes alguna iglesia cercana con un sacerdote disponible para las necesidades de tu familia. Debemos ser unos auténticos estrategas en lo que conviene y no conviene en estos meses de verano. Y que esa escapada no se lleve todo el dinero reservado. Guarda una parte para un día familiar en un parque acuático cerca de tu casa, saca unas entradas para un concierto que levante el ánimo de todos, no descartes alguna excursión que te haga descansar de los baños de sol (museos, acuarios, zoo, etc.), y, por supuesto, estate pendiente de los nuevos estrenos de cine.
Pon fecha y hora a cada una de las actividades programadas
Que todos sepan que ese día hay un plan diferente.
Intenta repartirlas para que lleguen a salpicar todo el verano.
Intercala esas actividades con otras que no necesiten de ninguna partida presupuestaria. ¿Cuáles? Cenas en la playa, cine al aire libre, concursos de cocina, madrugar un viernes para desayunar mientras vemos amanecer, etc. Si, habitualmente, las actividades de tus adolescentes o jóvenes no son compatibles con el ritmo familiar, estos días señalados os asegurarán momentos de unión y diversión para todos.
Los hijos que se hacen mayores
Es un clásico que en verano se vayan descolgando hijos de los planes familiares. Son momentos en los que te das cuenta de que se sueltan poco a poco las amarras. Ley de vida. De hecho, para muchas familias, será la primera ocasión en la que uno de los hijos no les pueda acompañar en el viaje vacacional porque haya empezado a trabajar. La temporada estival es el mejor momento para meter la cabeza en el mundo laboral, para hacer prácticas. Reconoce y valora la formación que eso le va a reportar: madurez profesional, paciencia, resignación, etc. Le toca aprender fuera de casa.
Que las lágrimas no te impidan ver el sol
Y, a los demás hijos, sobre todo si sigues teniendo niños pequeños, no les quemes sus etapas: protégeles del sol, llévalos a nadar, y vuelve a disfrutar con ellos. Recuerda el viejo adagio, “que las lágrimas no te impidan ver el sol”. Echaremos de menos a los que faltan, sin perdernos un ápice de lo que tenemos delante. ¡Aterriza, verano, que estamos preparados! Why not?