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Alberto Cascón, vidriero de Málaga: “Hago mi trabajo en la voluntad de Dios”

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NACHO GUTIERREZ RUIZ

Alberto Cascón estudia la combinación de tonos para una vidriera.

Marta Rapcewicz - publicado el 27/06/22

Desde hace 36 años crean vidrieras en un taller familiar en Málaga. Mayte Cuenca, Alberto Cascón y sus hijos David e Ignacio nos hablan de lo que se necesita para llegar a ser un vidriero, del proceso de la creación de una vidriera y de su futuro.

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–Para ser vidriero, ¿hay que ser más artesano o artista?

Alberto Cascón (AC): Para ser vidriero hay que ser tanto uno, como otro. Un artesano es aquel que utiliza las manos para realizar obras de belleza práctica, aunque sea no muy elaborada. Un artista mediante su obra pretende realizar una respuesta en la persona que la ve, un sentimiento de paz, de admiración, de recogimiento…

–¿Qué cualidades hay que poseer para llegar a ser un vidriero? 

AC: Hoy por hoy, hay muchas personas que se apuntan a clases o talleres particulares y de esta manera empiezan con el oficio del vidriero. Sin embargo, un vidriero profesional necesita tener conocimientos químicos a la hora de decorar el vidrio y saber de la arquitectura para poder instalar correctamente la obra. Requiere habilidades manuales a la hora de hacer el corte o el ensamblaje y cualidades artísticas para realizar en práctica la idea o un boceto de alguien. Yo siempre digo que la artesanía en general requiere el conocimiento de una multitud de disciplinas. 

Empresa “posyaque”: pues ya que estás aquí, arréglame la ventana

–¿Tú naciste como artesano?

AC: Creo que tenía unas cualidades innatas, porque ya siendo un joven de doce años en la EGB, dibujaba figuritas de Disney, de Mickey Mouse, del Pato Donald y las repartía en clase. Después hacía pulseras de cuero, collares y pronto empecé a comercializar mis creaciones. Con catorce años fui el primero en Málaga que realizaba los forros, en cuero, para la nueva edición de la Biblia de Jerusalén. Cuando empecé los estudios de electrónica, una forma de buscarme la vida fue hacer unas simples tarjetas de visita que ponían: Alberto Cascón, arreglos de toda clase. Me llamaban para arreglar la lavadora, la luz del baño o el armario del dormitorio. Actualmente, esto se llama empresa de multiservicio y hay muchas empresas que lo hacen. En aquella época yo decía que trabajaba en el “posyaque”: pues ya que estás aquí, ¡arréglame la ventana! Fue difícil a la hora de cobrar, porque las señoras de la casa consideraban que venía solo para arreglar la lavadora… Después aprendí a hacer cosas relacionadas con el vidrio y me gustó. Fue algo novedoso en la ciudad de Málaga. Poco a poco fui ganando más experiencia, viendo que la artesanía de vidrio no es solamente cortar un vidrio y emplomarlo y ponerlo en una ventana. Es un proceso complejo que conlleva desafíos relacionados con la instalación, la restauración, el diseño, etc. 

–¿Cuáles son las etapas de la creación de una vidriera?

AC: Primero, hay que conseguir el cliente y captar cuál es la idea que quiere realizar y el estilo que le gusta. Una vez que tenemos el concepto principal, es momento de diseñar y ver las características del lugar donde finalmente se va a instalar la vidriera. Si es un hueco muy grande, si hay que poner una protección adicional… Ahora el diseño se hace en pantalla del ordenador, pero antiguamente se hacía a mano. Cuando hicimos un trabajo en Estepona, el diseño tenía diez metros por seis y para dibujarlo, fui al párroco y le dije: necesito que me dejes el templo para realizar mi dibujo. Desplazamos los bancos para dejar un gran espacio diáfano y nos pusimos a hacer el dibujo en el suelo. 

Ignacio Cascón (IC): Una vidriera, que puede ser muy grande, está dividida en una serie de paneles. En esos paneles hay divisiones todavía más pequeñas, que son las piezas. Pues, lo que hacemos para crear una vidriera, es básicamente un puzzle. Determinamos en qué sitio va cada elemento: cogemos el vidrio de diferentes colores y lo cortamos. La manera de cortarlo es muy curiosa porque no usamos unas tijeras o un cuchillo, sino le creamos unas debilidades y vamos realmente partiéndolo por presión y a golpes.

Al horno a 550 grados durante doce horas… y así ocho veces

–¿Cómo es la técnica de pintar sobre el vidrio?

IC: Si queremos que un elemento, como un rostro, quede realista, hay que pintarlo. Lo pintamos aplicando la grisalla sobre la superficie del vidrio. La grisalla es un polvo. Son óxidos metálicos mezclados con un fundente que es vidrio machacado. Hay que aplicar la primera capa y meterlo en el horno a quinientos cincuenta grados durante doce horas. Entonces, ese polvo se funde en la superficie del vidrio y una vez que lo sacamos del horno, ya no hay rectificación posible, eso ya está fundido, se puede pasar un cuchillo por la cara pintada y esto no se borra. Solo después podemos proceder a echarle, por ejemplo, la siguiente sombra. Es un proceso larguísimo y muy complejo. Hemos hecho piezas de mucha calidad que han tenido que pasar en el horno ocho o nueve veces con sus respectivas doce horas. Pero si se hace bien, es algo muy duradero: el fragmento más antiguo de una pintura hecha sobre el vidrio con grisalla data de los siglos IX o X.

AC: Nosotros damos también el servicio del montaje, porque es muy importante saber encajar la obra final en el hueco que está dado.

La vidriera surgió para catequizar

–¿El mundo de la vidriera está muy relacionado con la Iglesia?

Mayte Cascón (MC): La vidriera surgió para catequizar a los feligreses en el momento en que la misa era en latín y la gente no entendía nada. Se representaban las escenas de la Biblia y de tal manera se aprovechaba la luz del templo para que la gente viera la historia de Jesucristo y de la salvación. Hasta hoy la Iglesia es nuestro mayor cliente, porque aquí en España no hay tanta tradición de poner vidrieras en las casas, los restaurantes, los hoteles. Son más bien los extranjeros, los alemanes o ingleses, que tienen sus casas de verano en la región de Málaga y quieren poner ahí una vidriera.

–A la hora de crear las vidrieras, ¿también pretendéis evangelizar?

AC: El tema de la vidriera no es algo que hayamos ido buscando para evangelizar. Yo de joven tuve un anhelo de ir predicando por el mundo como misionero. Pero el Señor tuvo otra vocación para mí. Y vi que lo que Dios me ponía era ser una persona trabajadora en el mundo de la vidriera. Además, con los trabajos realizados tantas veces en los templos, he podido ver que la luz que pasa al templo a través de la vidriera es la luz del Cristo. Y en la medida en que la vidriera transmite esa luz, puede dar una actitud de paz interior. Nosotros podemos colaborar a que la gente que esté dentro de la capilla entre en contacto con Dios.

“No importa cuánto me pagues, yo trabajo en la voluntad de Dios”

–¿Este trabajo os afecta a vosotros como cristianos?

MC: Cuando nos piden una vidriera religiosa, tenemos que investigar sobre el santo y esto nos sirve a nosotros. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo un proyecto de vidriera para una iglesia de san Juan Pablo II en Córdoba que represente su predicación, por eso estamos leyendo sus textos, viendo imágenes… 

AC: En una ocasión vino un cliente que estaba poniendo un comercio de tatuaje y nos quiso encargar una vidriera con escenografía satánica y unos textos que alababan a Satán. Entonces me negué a realizarlo. Él dijo: “No te estoy regateando el precio, sino diciendo que me hagas una vidriera”. Y yo le contesté: “Pero aunque tú me des todo el dinero que quieras, yo no hago trabajos para Satanás. Mi trabajo lo hago en la voluntad de Dios”. “¿Sabes que te puedo denunciar?”. “Si quieres, denúnciame, pero esto va en contra de mi fe y bajo ningún concepto te lo voy a realizar”. 

–¿Cuál es el futuro de la vidriera?

AC: Su futuro no es fácil… Cada vez se valora menos la artesanía, cada vez hay menos feligreses en los templos. Es probable que la mayoría de los talleres desaparezcan, excepto los que se especialicen en un campo, por ejemplo el de la restauración. ¿El futuro de la vidriera? El mismo que el nuestro. Lo que Dios quiera.

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