La consigna de vivir la fe católica en sinodalidad, tanto sea en pequeños gestos individuales y comunitarios, como en la vida de las parroquias, diócesis, organismos regionales y el mismo Vaticano, nos viene marcando el paso a los creyentes con compromiso concreto y horizonte claro. Pero, ¿sabemos bien de qué se trata vivir en sinodalidad?
“El Concilio Vaticano II fue el inicio providencial del proceso que ha llevado hoy al inicio del proceso sinodal convocado por el Papa Francisco. Tal vez, desbalanceándome, incluso para ser sensatamente provocativo, voy tan lejos como para decir que lo que estamos llamados a experimentar es el evento de la Iglesia más importante y también estratégicamente decisivo desde el Concilio Vaticano II.
Porque es la expresión más genuina y desafiante de la eclesiología del Vaticano II. Es como si hasta ahora, a pesar de las mil contradicciones que bien conocemos, el rostro de la Iglesia diseñado por el Concilio hubiera comenzado a expresarse en todas aquellas formas en las que hoy, ya, el Pueblo de Dios ha aprendido a vivir su camino: de la liturgia renovada a la escucha directa y comunitaria de la Palabra de Dios, de la colegialidad episcopal al redescubrimiento de la coesencialidad de los dones carismáticos en la vida y misión de la Iglesia, del redescubrimiento y énfasis en la igual dignidad de todos los bautizados a la vocación universal a la santidad, de la presencia de los cristianos en la vida social y pública como levadura de liberación y justicia y sal de fraternidad y diálogo.