Perdió a sus hijos y su marido a lo largo de la contienda con los realistas, pero nada frenó su voluntad
En el verano de 2010, las calles de la localidad mexicana de Jalisco se llenaron de gente que quería seguir un solemne cortejo fúnebre. La persona a la que se iba a honrar llevaba muerta un siglo y medio. Sus restos habían permanecido en un osario desde su muerte en 1861. Esta persona a la que todos querían mostrar sus respetos era una mujer, Rita Pérez de Moreno. Una mujer valiente, dispuesta a darlo todo por alcanzar sus ideales.
Rita Pérez de Moreno había nacido en una hacienda de Los Altos de Jalisco el 23 de mayo de 1779. Por aquel entonces, su tierra natal aún se conocía como Nueva España y era uno de los virreinatos más importantes del Imperio Español. La vida de Rita y su familia, muy querida en la zona y de profundas raíces católicas, era como la de cualquier otra niña de su tiempo.