Cristo nos ofrece su cuerpo y su sangre en la Eucaristía, ¡come!
A veces como hombres que somos, tomamos decisiones solo a luz de nuestras necesidades físicas y de nuestras satisfacciones personales; pero a la vez evidenciamos con mayor fuerza que si no cuidamos de lo esencial, del interior, todo lo que podamos hacer es insuficiente.
Experimentamos que simplemente sobrevivimos. Vivimos satisfechos sin hacer muchas preguntas, podemos vivir cada día e ir alimentándonos un poco de muchas cosas, y, sin embargo, seguir pasando hambre.