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Silencio… Me voy de vacaciones. ¿A un monasterio?

monasterio cefalú

Eva Pruchova - Shutterstock

Matilde Latorre - publicado el 26/05/22

La hospitalidad, práctica común en algunos monasterios, ofrece este verano una atmósfera de paz y descanso. Una alternativa para poder regenerar el cuerpo y el alma…

El verano es la estación vacacional por excelencia. Cierran los colegios y universidades, los trabajadores aprovechamos unos días de descanso, incluso el gobierno está de vacaciones. Lo más común es huir del calor y refugiarse en alguna playa o ir a la montaña, volver a nuestro pueblo, en definitiva, desconectar y relajarnos.

Vacaciones, silencio, monasterio

Existe una actividad estival que cada vez cobra más fuerza entre el público: algo distinto, en gran medida desconocido, y que, sin duda, puede resultar reconfortante tanto física como a nivel espiritual. 

Se trata de pasar unos días en un monasterio, conviviendo con una comunidad religiosa, aprendiendo sus costumbres, entendiendo su vida contemplativa, y sobre todo disfrutando del auténtico silencio. 

Un silencio que nos facilite la quietud que necesitamos, una verdadera reflexión sobre nosotros mismos. Y quién sabe si el discernimiento de una vocación.

Jornadas monásticas en Armenteira

Esto es por ejemplo lo que ofrece elMonasterio de Santa María de Armenteira, en la provincia gallega de Pontevedra, en el que las monjas cistercienses, organizan desde hace mucho tiempo unas jornadas monásticas

Son tres días para hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, en el que las monjas les ayudan a discernir: ¿qué sentido tiene mi vida? ¿Qué puede hacer la Iglesia para responder a mi pregunta? 

Son, por tanto, tres días, en los que los participantes trabajan y rezan con la comunidad de contemplativas. 

Esta estancia se completa con algunas charlas sobre la forma de acercarse a la lectio divina, la meditación orante de la Palabra de Dios en la Biblia, el silencio y la comunidad.

Las monjas ofrecen su riqueza: el silencio. En el Císter se trabaja en silencio, por lo que invitan a los asistentes a trabajar en contacto con la naturaleza y escuchar el sonido del trabajo y el de su interior.

Las hermanas de Armentira, están muy emocionadas por poder retomar estos días, tras el parón provocado por la pandemia. Para ellas es muy gratificante ver que hay personas que emprenden la búsqueda de algo profundo en su vida.

Discernir la vocación en Antealtares

Una experiencia similar se puede vivir en el Monasterio de San  Pelayo de Antealtares, en Santiago de Compostela, donde sus monjas benedictinas organizan unas jornadas monástico-vocacionales. 

Este tipo de experiencia posibilita el encuentro con el mundo monástico: permite conocer su estilo de vida, participando en las celebraciones litúrgicas; trabajando en algunas de las tareas diarias del monasterio; o comiendo en el refectorio con la comunidad de monjas benedictinas.

La diferencia con el Monasterio de Armenteira es que estas jornadas están más orientadas hacia el discernimiento vocacional, mostrando la riqueza de la vida consagrada a Dios.

Una invitación vocacional

Las monjas no quieren que esta experiencia sea una invitación directamente vocacional, sino que sirva como un primer anuncio de la vida monástica, un primer descubrimiento.

Para la comunidad estas jornadas son sumamente enriquecedoras: los visitantes les aportan riqueza con su interés y sus preguntas. Esta relación se apuntala en los valores monásticos de la acogida, el silencio, y la escucha atenta.

Otras hospederías monásticas

Otra alternativa, la encontramos en distintas abadías y monasterios que tienen hospederías; son lugares para personas que buscan un entorno tranquilo, donde pasar unos días: una manera de descubrir lo peculiar del silencio. 

Algo que posiblemente al llegar no demos importancia; pero según pasan los días, nos hará pensar sobre importancia del silencio. Y también sobre lo inspirador que puede resultar ver a los monjes o monjas trabajar en silencio absoluto. 

Esta experiencia se convierte en una ayuda única para meditar, pensar o cuestionarnos si estamos tomando buenas decisiones en la vida; algo que solo puede hacerse con tiempo y silencio.

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