El 13 de octubre de 1917, durante la última aparición de Nuestra Señora en Fátima, san José y el Niño Jesús también se aparecieron junto con la Virgen.
Estas apariciones fueron presenciadas por los pastores videntes, Lucía, Francisco, Jacinta. Sus relatos están recogidos en el libro de Madalena Fontoura titulado Los Pastorcitos de Fátima (Ediciones Ares).
Nuestra Señora del Rosario
El 13 de octubre de 1917 fue el día del "milagro del sol". Toda la atención se dirigió a los fenómenos que ocurrieron con el sol frente a decenas de miles de personas, anunciados por Nuestra Señora a los niños pastores en apariciones anteriores.
El "milagro del sol" hizo que lo sucedido en la última aparición pasara a un "segundo plano".
La Virgen dijo a los pastorcitos que ella era Nuestra Señora del Rosario. Luego les explicó lo que la había traído allí, la razón principal de tantas visitas y señales.
"No ofendan más a Dios"
Conservó estas cosas para el final; lo explicó de una manera sencilla, para que lo entendieran bien, y se vio aún más triste cuando lo dijo: "No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido".
El reflejo del sol
Por última vez abrió las manos, pero esta vez había un reflejo del sol en ellas. Mientras se alejaba, el reflejo de su propia luz continuó proyectándose sobre el sol.
Sin poder explicar ni cómo ni por qué, ya que estaba toda inmersa en ese encuentro sobrenatural, Lucía, una vez más, "impulsada por un movimiento interior", dijo a la gente que miraran al sol.
La Familia de Nazaret
Incluso los pastorcitos se volvieron en esa dirección, porque fue cerca del sol que vieron lo que siguió: primero, la familia completa de Nazaret:
La bendición del mundo
Después de esta aparición, vieron a Nuestro Señor y a la Virgen: Ella tenía la apariencia de Nuestra Señora de los Dolores. Hizo gestos como los de san José, pareciendo bendecir al mundo.
Finalmente, volvieron a ver a Nuestra Señora y tuvieron la impresión de que se trataba de la que es invocada como Nuestra Señora del Carmen".
La última aparición
Así terminaba el ciclo de apariciones en la Cova da Iría, terminaban los encuentros con la Virgen, compartidos por los tres primos.
A partir de ese momento, la historia de cada uno de ellos comenzará a tomar su propio rumbo, sabiendo bien lo que se le había pedido a cada uno.
"Recen el rosario todos los días"
Ella era Nuestra Señora del Rosario. No se pudo presentar bajo otro nombre, después de pedir varias veces: "Recen el Rosario todos los días".
Ella era la Señora de ese sencillo instrumento, de esa oración milenaria, de la voz de los pobres.
Se llamaba Nuestra Señora del Rosario, como si su nombre fuera "Nuestra Señora de la Salvación que se obtiene con el Rosario", "Nuestra Señora de la Paz que se obtiene con el Rosario", "Nuestra Señora de la Misericordia que se obtiene con el Rosario".
Su nombre no era realmente una revelación, sino la confirmación de un camino.
Misioneros
La petición que Ella hizo a los tres Pastorcitos los hizo misioneros, porque en lugar de dirigirla solo a los tres, en realidad, la dirigía a todo el mundo.