Se trata de una de las celebraciones más emblemáticas de Perú. La festividad del Señor de Muruhuay en la provincia de Tarma (Junín), se volvió a celebrar este 3 de mayo, instancia en la que se conmemora –tal cual recordó hace un tiempo la Iglesia local- «la milagrosa aparición del "Cristo de la Roca" en la faldas del cerro Shalacoto» del distrito de Acobamba.
En esa ocasión, el encargado de presidir la misa fue monseñor Luis Alberto Barrera Pacheco, obispo de la Diócesis del Callao y administrador apostólico de la Diócesis de Tarma. La ceremonia fue concelebrada por el sacerdote Wilson Yauri Suzanibar, canciller de la Diócesis de Tarma y rector del Santuario del Señor de Muruhuay. También por el sacerdote Elber Suazo Guerra, párroco de San Miguel Arcángel de Acobamba.
En efecto, el 3 de mayo es el día central de esta festividad, pero la fiesta en la actualidad dura todo el mes de mayo. Incluso, indicaba la Iglesia de Perú, en algunos casos hasta se prolonga algunos meses más.
«Su culto es conocido en todo el Perú e incluso ha traspasado fronteras. En el 2017 su festividad fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación», se recordaba en ese momento.
El origen de la devoción y su vínculo con la viruela
Se estima que la devoción al Señor de Muruhuay (esta última palabra a está asociada al significado de “casa de varios colores”) comenzó hace unos 200 años, número que coincide con “el nacimiento de la vida republicana de Perú”.
En ese sentido, recuerda una reseña de Agencia Andina, cuando la epidemia de viruela asoló a la región en la segunda mitad del Siglo XVIII fueron muchas las personas que se aislaron en las faldas de Shalacoto. Fue ahí, indican los relatos, donde se descubrió una imagen dibujada en roca y que fue percibida como la de un Cristo crucificado. No obstante, los relatos e historias son variados. Lo cierto es que recién en 1827 se levantó una capilla en el lugar. Ya en 1928 se inauguró y bendijo el santuario.
Así fue que con el paso de los años se fue extendiendo la devoción. Este sitio se ha convertido en sinónimo de alegría, danza, música, celebraciones religiosas y peregrinación.
En 2022, luego de dos años marcados profundamente por la pandemia del coronavirus, la fiesta del Señor de Muruhuay volvió a cobrar gran relevancia. Y en este 2023 también. Pero para muchos no queda en el olvido aquello de su curioso vínculo con la epidemia de la viruela.