El presidente de Francia encara un segundo mandato con el 58% de los votos y una abstención récord: una elección sin militancia para un proyecto político centrado en la gran deconstrucción, en sintonía con los tiempos
La sorpresa de la elección presidencial del 24 de abril es precisamente que no pasó nada que no estuviera planeado: no hubo sorpresa.
Las apuestas económicas, los peligros externos, la exasperación de un poder arrogante, el desgastado recurso al miedo a los extremos, la campaña eclipsada, el deseo de cambio, la cólera silenciosa, el hastío,… nada pudo impedir la clara y clara renovación del mandato del presidente saliente.