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"Él desde pequeño quería ayudar y murió ayudando", había declarado en abril de 2018 Luz Marina, abuela de Álvaro Conrado, tal cual reprodujo en aquel entonces un reportaje de BBC Mundo.
Hacia una semana que Álvaro había cumplido 15 años. Era un 20 de abril, el tercer día de las históricas protestas contra el régimen de Daniel Ortega, que tuvieron como protagonistas a los jóvenes.
En efecto, Álvaro fue asesinado con un disparo en el cuello. Sucedió cuando llevaba, a escondidas, agua a los universitarios que se encontraban recogiendo víveres en la Catedral de Managua. Lo que estaba pasando esos días en Managua lo había conmovido en cuanto a la represión que estaban sufriendo los jóvenes. Y su decisión fue colaborar.
Desde aquel entonces, Álvaro se convirtió en la víctima más joven de las protestas de abril de 2018. Esa instancia es recordada por dejar más de 300 víctimas fatales. Esto en base a datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH).
“Buen deportista, dinámico y alegre”
Este 20 de abril se acaban de cumplir cuatro años de la muerte de Álvaro y el encargado de reflexionar sobre el joven fue su propio padre, quien lleva su mismo nombre.
En entrevista con Artículo 66, este hombre expresó que “Álvarito” era “un buen deportista, despierto, dinámico, alegre, bien solidario con sus compañeros”. También que “le gustaba jugar con los niños pequeños, era bastante abierto, tenía muchos amigos y era una buena persona”.
Actualmente, “Álvarito” tendía 19 años y su propio papá indicó que posiblemente estuviera cursando el segundo año de una carrera universitaria ya que tenía como opciones derecho o ingeniería. Cuando aconteció su muerte, “Álvarito” se desempeñaba como estudiante de cuarto año de secundaria en el Instituto Loyola.
Así pues, en el marco de un nuevo aniversario de unas protestas que también tuvieron como protagonistas a miembros de la Iglesia que también han sido asediados, la figura de este joven que sintió compasión por lo que sucedía con otros estudiantes -y terminó siendo asesinado- late con fuerza en Nicaragua, país que mantiene las heridas abiertas y sigue siendo noticia por el accionar del régimen que lo gobierna.