Esta es la historia una venezolana de padres egipcios musulmanes. Hasta los siete años vivió con sus padres en Caracas.
Procedente de Portsaid, a 3 horas de El Cairo, su padre llegó a Venezuela luego de una breve estancia en Brasil.
Eso fue por causa de la II Guerra Mundial. Su madre, venezolana de padres chilenos, se casa a los 16 años.
Cuando el padre de Nastra la pide en matrimonio, ella se convierte a la religión musulmana. Tienen cinco hijos.
Su vida cambió a los siete años
"Por esas cosas de la vida –cuenta Nastra para los lectores de Aleteia– mamá se fue del país y nos quedamos con papá. Yo era la única chica. Como buen comerciante, las relaciones de mi padre en Caracas eran amplias. Mi padrino, Pedro Amaré del Castillo y su esposa, casados en segundas nupcias, no tenían hijos. Papá debía hacer un largo viaje y ellos le pidieron dejarme con ellos para cuidarme. Al regresar, me recuperaría".
Los padrinos, católicos, ni cortos ni perezosos la llevaron a bautizar a la Iglesia de Bella Vista, cerca de su hogar. Nastra pronto cumpliría los ochos años de edad.
"Imagínate –cuenta – yo salí de una religión donde debía rezar ocho veces al día para entrar a una iglesia donde me echaron agua en la cabeza. Así como no sabía por qué tenía que rezar 8 veces al día, tampoco sabía por qué, ahora, me echaban agua sobre la cabeza".
Nos relata Nastra:
– Cómo se llama la niña, preguntó el padre
– Aziza Nastra Abdula, respondieron mis padrinos
– La llamaremos Aziza Nastra María, dijo el sacerdote.
"Esta será mi mamá"
"Así me bautizaron. Cuando me ponen en el piso veo una imagen de la Virgen de Coromoto. Yo estaba muy triste pues mi mamá se había ido así que resolví: Esta va a ser mi mamá".
Pasa el tiempo, hace su Primera Comunión y pasa lo mismo: en la misma iglesia donde fui bautizada, en sitio preferencial, la Virgen de Coromoto presidía el acto.
Sucede que el padre regresa con intenciones de llevarse a su hija pues ya había concertado un matrimonio en Egipto para ella. Nastra no quería eso y planeó casarse aquí a fin de evitar irse a Egipto.
Su padrino le explicó que para casarse debía emanciparse pues ellos nada podían hacer ya que el padre tenía todos los derechos sobre ella, menor de edad. Tenía 16 años, la misma edad que su madre cuando se casó con su padre.
A toda velocidad, escoge un amigo, 26 años mayor que ella –que apenas iba a graduarse de bachiller– y se casan.
Él no era musulmán; era venezolano y pertenecía a una muy buena familia venezolana. Tuvo que hacerlo sola pues nadie de su familia quiso acompañarla.
"De nuevo, la Virgen de Coromoto –rememora Nastra–, mi única familia en el altar eran Ella y el padre que nos casó".
Mensajera Coromotana
Luego de todo eso, Nastra se involucra más en los movimientos que tienen a la Virgen de Coromoto como guía y protectora.
Se hace Mensajera Coromotana, una condición que los devotos de esta advocación mariana ostentan en Venezuela y que ha ido creciendo con el tiempo.
Los mensajeros coromotanos están preparados para hablar de la Virgen, desde su primera aparición, todo lo que ha sucedido hasta llegar a su entronización en la basílica de Guanare. Cómo ha ido influyendo en la vida de este país, del cual es ícono de identidad.
"Una de las cosas más bellas de relatar es mi propia experiencia, pero a lo largo de ella, he constatado cómo Ella se presenta a la gente y va orientando hasta que se bautizan". Tal y como lo hizo con el cacique de los indios Cospe, de nombre Coromoto.
Promotora del Bautismo
Cuenta la historia que en 1651 la imagen de la Virgen María se le apareció al indio Coromoto, junto a su familia, cuando atravesaba un riachuelo en Guanare, estado Portuguesa, para pedirle que tanto él como su pueblo fuesen bautizados.
Visto que él se negaba, pensado que se trataba de una trampa de los españoles para apoderarse de sus tierras, no hizo caso.
Pero el 8 de septiembre de 1652, la Virgen María apareció por segunda vez ante Coromoto, dentro de su choza, diciéndole nuevamente que para poder ir al cielo era necesario bautizarse.
El cacique, molesto, intentó sacarla de su vivienda, en ese instante la Virgen desapareció dejándole en la mano una pequeña estampa con su imagen. Desde entonces, inició su veneración por parte del pueblo.
Esa pequeña reliquia, del tamaño milimétrico, es la prueba que dejó la Virgen de su presencia e intervención en la vida de nuestro pueblo. La única, por cierto, junto a la Guadalupe en México, que han dejado constancia física de su aparición.
Hace 78 años es Protectora de Venezuela
Actualmente, la pequeña imagen de la Virgen se encuentra resguardada en Guanare, en el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto, que se erigió en el lugar de la segunda aparición.
Hace 26 años, durante su visita apostólica a Venezuela, el Papa Juan Pablo II inauguró el santuario de Guanare el 10 de febrero de 1996.
El 7 de octubre de 1944, el papa Pío XII declaró a la Virgen de Coromoto como Patrona de Venezuela. Ya son 78 de su declaración como Patrona de Venezuela y 70 de su coronación canónica.
Una parte de la oración que le rezamos oración parece advertir sobre tiempos malos, advertencia que no siempre escuchamos:
¡Oh, Protectora de Venezuela. Haced que nuestra nación siga siempre en sus leyes, en sus costumbres y en sus empresas, los sabios y salvadores principios del Santo Evangelio; proteged nuestras instituciones, desterrad de nosotros el vicio, la impiedad e indiferencia religiosa; en una palabra, renovad la fe en nuestra amada Patria.