Este domingo 3 de abril Ecuador revivió una de las caras más dramáticas de la crisis carcelaria: la masacre de presos. Según medios locales como El Comercio, en la cárcel de Turi, en Cuenca se reportaron al menos 20 fallecidos debido a los disturbios desatados en el centro carcelario.
A la hora de encontrar motivos, el ministro del Interior, Patricio Carrillo, había hecho referencia a “la disputa de poder de una de las células delictivas con una organización criminal que pretende obtener un control absoluto”, tal cual informó El Comercio.
Por otro lado, desde organizaciones como la Secretaría de Derechos Humanos también se había hecho referencia al acompañamiento tanto psicológico como psicosocial para con los familiares de los privados de libertad.
Mientras tanto, en horas donde los efectos y las cifras se seguían actualizando, el drama de las muertes en las cárceles se volvió a repetir y a la hora de mirar en el "espejo retrovisor" se observa el sangriento año 2021, uno de los más violentos y sangrientos en la historia penitenciaria del país con más de 500 fallecidos.
¿Hasta cuándo tanta violencia?
En septiembre de 2021, tras la peor masacre carcelaria registrada en Ecuador en la Penitenciaría del Litoral (Guayaquil) que dejó más de 100 presos fallecidos, el propio papa Francisco hizo una reflexión el rezo del Ángelus del 3 de octubre con respecto a esos sucesos.
La situación llevó también a la propia Iglesia de Ecuador a expresarse mediante un comunicado denominado “Cese la violencia” a través del cual se hizo un llamado a “valorar la vida humana” y ser conscientes de “la dignidad de la naturaleza humana”.
“El alto número de fallecidos es un precio muy grande para mantener un negocio de muerte y dejar impasible a una sociedad que se siente temerosa, acongojada e imponente; que corre el peligro de exigir más muertes pensando con ello en su seguridad individual”, expresaron los obispos en uno de los pasajes del comunicado que había sido ofrecido en aquel entonces a Aleteia.
Hoy el drama en las cárceles, un fenómeno que rompe fronteras y que se vive con fuerza en varios países de América Latina, vuelve a interpelar a todos. ¿Hasta cuándo tanta violencia? La pregunta se vuelve a repetir. Una vez más se trata de un momento para reflexionar, actuar y rezar para que cese tanta incoherencia.
