En Gaeta una hermosa ciudad del Lacio, no tan lejos de Roma, se encuentra una montaña o roca que según la leyenda, se partió en dos en el momento que Cristo murió…
Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu. Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron (Mt. 27: 50-51).
La hendidura dejó una entrada a las claras aguas del Golfo Mediterráneo, formando grutas y arroyos subterráneos.