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“Estamos en guerra con Rusia, aunque no se haya declarado”

SPAIN

GABRIEL BOUYS / AFP

Un manifestante sostiene un cartel que representa al presidente ruso Vladimir Putin y dice "Asesino" frente al Palacio de Cibeles durante una protesta contra la invasión rusa de Ucrania en la Plaza de Cibeles en Madrid

Vidal Arranz - publicado el 11/03/22

La experta en Relaciones Internacionales Araceli Mangas explica cuál es la situación en la que nos encontramos

Que Europa ha condenado y rechazado la invasión rusa de Ucrania no admite dudas, y que hemos decidido apoyar al país atacado, tampoco. Pero ¿hasta dónde llega esa implicación? ¿En qué situación se encuentran España y el resto de Europa ante Vladimir Putin, y qué puede pasar a partir de ahora?

La catedrática de Relaciones Internacionales Araceli Mangas no tiene ninguna duda: tras las últimas decisiones económicas y políticas adoptadas “estamos en guerra con Rusia, aunque no se haya declarado; que los españoles lo sepan”. Por ello entiende que sería posible un ataque militar de Putin a nuestros países, aunque lo considera poco probable “porque la experiencia bélica histórica demuestra que es muy difícil ganar una guerra que se libra en varios frentes distintos”. Les pasó a Napoleón y Hitler.

La confusión sobre el ser o no ser de nuestra situación bélica tiene que ver con una realidad: ya no es necesario declarar una guerra para estar en guerra. “Las declaraciones formales se dieron en el periodo previo a la constitución de Naciones Unidas y eran una forma de dotar de legitimidad al ataque. Pero eso se basaba en la existencia de un derecho a la guerra que ya ha desaparecido”, asegura la catedrática de Derecho Internacional.

Desde la creación de Naciones Unidas ninguna guerra es legítima, salvo que sea defensiva, y es la ONU la que tiene, al menos en teoría, el monopolio del uso legítimo de la violencia.

Nuestra Constitución, como otras muchas, reclama, sin embargo, autorización del parlamento para la decisión de entrar en guerra contra un país, pero es un requisito que se refiere expresamente al envío de tropas al frente de guerra, lo que no ha ocurrido en este caso. Aún así, el Gobierno ha informado de las resoluciones adoptadas en el Parlamento Europeo y por la Comisión Europea.

“El derecho internacional explica que, si se toma parte a favor de uno de los contendientes, se adquiere la condición de aliado, que es lo que ocurre con nuestro apoyo a Ucrania y, en este caso, el agresor, Rusia, puede adoptar medidas”, explica Araceli Mangas.

“La advertencia acerca del posible uso del armamento nuclear está dirigida a nosotros. Putin no lo necesita para la guerra de Ucrania”, asegura la experta en Relaciones Internacionales.

Ahora bien, participamos en la guerra del lado del derecho internacional, ayudando a la legítima defensa de un estado agredido. Es decir, estamos en el lado correcto. “Sin embargo, todo el que ayude al agresor y se convierta en su aliado, como ocurre con Bielorrusia, se sitúa en el bando ilegítimo”, explica.

Las medidas adoptadas hasta la fecha, aunque no suponen una participación militar directa, son las más agresivas que se han aprobado nunca como castigo a un estado. Incluyen medidas económicas muy intensivas dirigidas a provocar la asfixia de la economía rusa.

Pero, además, se contemplan otras como la prohibición a las empresas de aviación rusas de usar el espacio aéreo europeo, la prohibición de actividad de dos medios informativos afines a Putin como Russia Today y Sputnik, y el envío de armamento al Ejército de Ucrania para su defensa.

“Son medidas propias de quien está involucrado directamente en el combate. Están muy cerca de las que se adoptan cuando se participa directamente en una guerra”, explica Araceli Mangas. Prácticamente lo único que quedaría por hacer es separar a los ciudadanos del país enemigo (Rusia en este caso) encerrarlos en campos de internamiento y confiscarles los bienes para que no puedan usarse contra el país. Medidas que se contemplan en el Convenio de Ginebra y que EEUU aplicó en la guerra con Japón.

“Aún podríamos dar un paso más y prohibir que operen en nuestro territorio compañías aéreas de terceros países que hayan pasado por Rusia”, para asegurarnos de que no se usan como forma de eludir, siquiera parcialmente, las sanciones.

¿Y qué puede ocurrir a partir de ahora?

Mangas cree que las medidas de asfixia económica van a hacerle mucho daño a Rusia porque suponen el bloqueo de más de la mitad de los ahorros con que Putin contaba como respaldo de la guerra, esto es unos 300.000 millones de euros. “Y no va a ser fácil que obtenga endeudamiento internacional”.

A esto se suma, además, que la riqueza nacional rusa es pequeña, pese a la abundancia de materias primas y recursos con que cuenta el país “porque está muy mal gestionada; la gestión económica es muy deficiente”.

La previsión de esta experta, que coincide con el criterio de otros observadores, es que Rusia posiblemente no pueda soportar una guerra que se prolongue en el tiempo. Razón por la que la UE ha decidido armar a Ucrania, que está luchando con determinación contra el ejército invasor, pese a que es muy superior en medios.

Ahora bien, Rusia buscará todo tipo de fórmulas para intentar eludir los efectos de las sanciones económicas. “Buscará canales alternativos para sus operaciones comerciales, lo que le permitirá colocar sus productos, pero eludir el impacto de la asfixia financiera va a ser más complicado, aunque ya estamos viendo que está recurriendo al mercado de las criptomonedas”.

Uno de los posibles efectos negativos de esta situación es que podría empujar a Rusia a echarse en las manos de China, pero es difícil que esto ocurra. Ya hemos visto que China ha votado esta semana en la Asamblea de la ONU a favor de la condena a Rusia, lo que obedece seguramente a varias razones. Por un lado, Rusia y China son vecinos y, por tanto, enemigos naturales, y el régimen de Xi Jinping “desconfía de Putin casi tanto como nosotros”.

Pero, además, China aspira a convertirse en el nuevo guardián internacional “y eso le obliga a cuidar su prestigio y honorabilidad”, explica Mangas. De hecho, China está a punto de convertirse en la primera potencia naval del mundo -le faltan unos pocos años para conseguirlo- lo que hasta ahora ha sido un requisito que caracterizaba a los países que ostentaban la hegemonía mundial.

Por otra parte es dudoso que a China le interese romper con la globalización capitalista occidental, pues ha sabido sacar muy buen provecho de ella. “Y aunque China y Estados Unidos son rivales políticos y comerciales se entienden bien porque las dos economías dependen mucho una de la otra”.

Todo esto apunta a que China puede ofrecerle a Rusia algún alivio a su situación, pero es poco probable que vaya a convertirse en un aliado comprometido con Putin que pueda alterar decisivamente el curso de los acontecimientos. Siempre y cuando no aparezcan elementos nuevos en escena que obliguen a replantearlo todo.

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