El desierto es el lugar por excelencia de la Cuaresma.
Eso se debe a los 40 días que Jesús pasó en el desierto inmediatamente después del bautismo en el Río Jordán y antes de empezar su vida pública.
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.
El Monte de las Tentaciones
La tradición identifica el "desierto" de Jesús con una zona rocosa cerca del Jordán: el "Monte de las Tentaciones", un lugar remoto y solitario que todavía hoy es de difícil alcance.
En los primeros siglos después de la muerte de Jesús, monjes y ermitaños cristianos empezaron a retirarse ahí y con el tiempo varias comunidades han vivido en esos lugares manteniendo así la memoria viva de ese lugar como el lugar de las tentaciones de Jesús.
Codicia, autoafirmación, instrumentalización
Durante 40 días, Jesús rezó y ayunó y fue tentado por el diablo.
Las tres tentaciones de Satanás son las mismas contra las cuales también nosotros tenemos que luchar.
La primera es la de la posesión y la codicia, la ilusión de que sean los "bienes" los que llenan la vida.
Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes
La segunda es la de la gloria humana y la autoafirmación:
Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos..."
La última es la de la instrumentalización de Dios:
Te daré todo esto, si te postras para adorarme.
La victoria de Jesús en el desierto
El desierto no ofrece escondites. En el desierto estamos "desnudos", indefensos; es una especie de Edén al contrario
¿Y cómo se defiende Jesús? En cada asalto Jesús responde con la Palabra de Dios y vence a Satanás.
El desierto se vuelve así no solo el lugar de la aridez y de la tentación sino sobre todo el lugar del encuentro con Dios, el lugar donde alimentarse de Su Palabra, para volver al mundo como "vencedores".
Buscar el desierto
Así, el "Monte de las Tentaciones" nos recuerda que hay que buscar cada día nuestro "desierto" para contemplar a Dios y escucharlo sin ruidos e interferencias.
El desierto es el lugar del desapego del ruido. Es el lugar de la Palabra: en la Biblia, el Señor habla en el desierto.
El desierto es el lugar de lo esencial Jesús ayuna 40 días y por eso la Iglesia nos invita a observar momentos de ayuno durante la Cuaresma.
El desierto es también un camino de caridad: en el silencio y en la escucha de Dios, nuestros ojos y nuestro corazón se abren a las necesidades que están alrededor de nosotros.
Pondré un camino en el desierto.
En el desierto de la Cuaresma se abre el camino que nos lleva de la muerte a la vida eterna.