Una mujer discapacitada de la provincia de Florencia anunció que quería ir a Suiza para que se le aplicara la eutanasia. El «gesto extraordinario» del cardenal Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia, «frenó» su elección. Por ahora.
La enfermedad de Anna
Anna Milazzo, una jubilada de Campi Bisenzio de 74 años, sufre una tetraplejia postoperatoria. La mujer había pedido ir a morir en Suiza (donde la eutanasia es legal) porque no puede ser asistida adecuadamente en su hogar. Desde 2018, Anna está encerrada en una cama antiescaras, asistida por su marido Paolo, de 80 años, y por una cuidadora por horas ( La Nazione, 1 de marzo) .

La «mediación» de Don Massimo
Su historia fue leída por Don Massimo Ruggiani, párroco de la iglesia de Santa Teresa del Bambin Gesù en Bolonia y vicario episcopal, quien entre otras cosas en el pasado conoció a Anna Milazzo, una mujer de gran cultura. Así que decidió acudir al arzobispo. entonces, sin demasiadas bromas, el cardenal le dio a Anna una agradable sorpresa.


Lo que Zuppi le dijo
«El arzobispo Zuppi -dice Anna- me dijo: ‘Quiero verte. Ahora no puedo ir a Florencia pero vendré. Don Massimo me habló de ti y mientras tanto quería saludarte y saber que te llevo en mi oración’. Me conmovió, nunca imaginé que un arzobispo se interesaría por los enfermos encamados. Se lo agradezco mucho. Ya había tenido noticias de Don Massimo, quien también se comprometió a hablar con el alcalde metropolitano Nardella sobre el tema de las posibilidades adicionales de asistencia domiciliaria para discapacitados. No es una batalla que hago solo por mí sino por todos los discapacitados».
Baja calidad de vida
La historia de Anna, escribe La Nazione, ha abierto una reflexión sobre la calidad de vida de las personas con discapacidad severa y Zuppi no se ha quedado insensible.
El cardenal y Dj fabo
En 2017 Zuppi habló sobre el caso de Dj Fabo, de quien sabemos que luego terminó en Suiza para recibir la eutanasia: «Es difícil hablar porque son situaciones de mucho sufrimiento personal. En esto hay una preocupación, una atención, un respeto por la vida de la persona. Ciertamente le diría que su vida siempre tiene una importancia. También trataría de mostrarlo», dijo el cardenal a TgCom24. De momento ha conseguido regalarle una sonrisa a Anna, quien espera conocerle en persona.
