Dulce de leche, manjar, manjar de leche, arequipe, o cajeta… Diferentes nombres en diferentes países hispanos para referirse a la misma maravilla; producida por la cocción de leche con azúcar, hace felices a grandes y pequeños, ya sea en repostería ya sea para untar con pan.
Desde hace décadas una comunidad de monjes cistercienses, el Monasterio de Santa María de Sobrado, se ha propuesto hacer el mejor dulce de leche posible. Aquí revelaremos el secreto.
Entre historia y leyenda
Es curioso que un dulce tenga tantas leyendas sobre su creación y tantos países que se apropian de su autoría.
Una de estas leyendas surge en 1829, durante el "Pacto de Cañuelas", un acuerdo entre el gobernador de la provincia de Buenos Aires, entonces Juan Manuel de Rosas, y su opositor, el general Juan Lavalle, para detener la guerra civil en el país.
La cocinera de Rosas se distrajo y dejó la leche en el fuego, creando así la legendaria receta del dulce de leche argentino.
Otros historiadores documentan que el dulce de leche se originó en la Capitanía General de Chile, en el siglo XVII; desde donde llegó a Argentina, para ser utilizado como relleno para los alfajores.
Algunos historiadores aseguran documentar su origen en tiempos precedentes al descubrimiento de América. Originalmente, el dulce de leche se comía y se preparaba en Indonesia, en el sudeste asiático, y de allí se llevó a las Islas Filipinas.
Al conquistarlas estas últimas la corona de España, en 1565, los europeos conocieron la receta, que llevaron al resto de sus territorios y en especial a la zona de Acapulco, México. Y desde allí, el dulce de leche comenzaría a multiplicarse por todo el continente, produciendo cada país su propia versión.
El desafío de monjes cistercienses
Años más tarde, un monasterio de monjes cistercienses de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia asumió un reto particular: ¿cómo producir un dulce de leche, que en su sencillez, pueda garantizar la máxima calidad?
Se trata del Monasterio de Santa María de Sobrado, fundado a finales del siglo X, en el pueblo del mismo nombre, en La Coruña; incluido desde 2015 en la lista de Patrimonio Mundial del Camino de Santiago.

El monasterio lo forman quince monjes, que armonizan sus horas de oración con los trabajos en su huerto ecológico y en la vaquería. Pero aquí ya empezamos a revelar secretos…
"Mano de Santo Cisterciense"
Y es que estos consagrados a Dios han hecho de la calidad única de la leche que producen sus mismas vacas el secreto de su receta.
Bajo la denominación Mano de Santo Cisterciense han construido una fábrica dedicada a la producción y comercialización de dulce de leche.
Para ello el monasterio cuenta, desde hace décadas, con una granja de vacas de la raza frisona.
La calidad de esta leche, y su mínima transformación (conservando buena parte de sus propiedades naturales), constituye, por tanto, la clave del secreto.

El secreto
Mientras los historiadores discrepan sobre cuál de los países de América dio origen al actual dulce de leche, estos monjes han demostrado que con amor, respetando la cadena de producción desde la alimentación de las vacas hasta su envase y comercialización, es posible producir un dulce de leche de la máxima calidad.
Si usted tiene la posibilidad de acercarse el Monasterio de Santa María de Sobrado, no se pierda la visita a la planta baja de los dos primeros claustros (Claustro de los Peregrinos y Claustro de dos Medallones).
Asimismo podrá apreciar algunos espacios de gran belleza, como son la iglesia, la sala capitular y la antigua cocina.
Puede comprar el dulce de leche elaborado por los monjes del Monasterio de Santa María de Sobrado, en la página web de la Fundación DeClausura.