Lo primero que le vino a la cabeza. Cuando se enteró de la noticia no se lo terminaba de creer. Estaba embarazada. Durante semanas hablaba con el padre del bebé para ver qué hacían. “Abortar es lo primero que se me pasó por la cabeza” –reconoce Paula, pero en su interior, sabía que quería tener a ese bebé. Tenía miedo. “No me atrevía a contárselo a mis padres”.
Meses de “machaque” para que abortara
Pidió a su tío que se lo contara a sus padres. Y la reacción de estos fue aconsejar a Paula que no lo tuviera: “No has acabado la carrera, no trabajas, qué vas a hacer con un hijo, nosotros tenemos nuestra vida hecha y no queremos un niño aquí en casa”, le decían. Fueron “meses de machaque”, todo el entorno la empujaba a tomar esa decisión. Ella reconoce que “mi familia me hizo flojear mucho”.
Fuerzas para seguir
Paula estudia en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, un centro católico de gran prestigio. Allí hay un Departamento llamado Acción Social. A través de ellos conoció a la Fundación Más Futuro.
Decisión firme
Su decisión de seguir adelante con el embarazo era firme. El padre del bebé también la apoyaba, y la familia de éste se puso de su lado desde el primer momento. La familia de Paula, reacia al principio, cuando vio que la decisión estaba tomada, cambió: “Estamos aquí para ti”.
El entorno se había dado la vuelta una vez que no se dejó doblegar por él y después de recibir el empujón necesario. Paula cree que esto le puede pasar a muchas jóvenes: “Es mucho más complicado a esta edad porque no tenemos ni la madurez ni los recursos, pero somos capaces de entender al bebé y seguirle el ritmo”.
Rodrigo, la alegría de su vida
“No me arrepiento de la decisión que tomé”, cuenta Paula con convicción. “Yo estoy muy contenta. Tengo la ilusión de llegar a casa después de todo el día y estar con él". El pequeño se llama Rodrigo. Tiene ahora 10 meses. “Es un regalo del cielo”, dice. Paula no descarta tener más hijos en el futuro.
Reforma del Código Penal
En España, el Congreso de los Diputados ha aprobado la reforma que pretende llevar al Código Penal un delito específico para quienes ofrecen a las mujeres que acuden a las clínicas abortistas información sobre otras posibles salidas que no impliquen la muerte del bebé. Se contemplan penas de prisión de tres meses a un año, o trabajos en beneficio para la comunidad.
El testimonio de Paula puede ayudar a que otras mujeres se sientan libres para decidir que serán madres.