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Seis meses después de la polémica suscitada por el rechazo de la súplica de una hermana de Pontcalec (Francia), la madre Marie Ferréol, y su despido definitivo de la vida religiosa, el papa Francisco ha tomado pluma y papel para aclarar una serie de elementos relativos a este instituto tradicionalista fundado en Pontcalec en 1943, que cuenta en la actualidad con un centenar de hermanas y que dirige cinco centros escolares extracontractuales en Francia.
La carta del Papa, que la agencia I.Media ha podido consultar y que fue leída a las hermanas en la tarde del 28 de enero de 2022, concluye una visita apostólica confiada en junio de 2020 al cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y efectuada por dos visitadores apostólicos.
Desde las primeras líneas, el Pontífice asegura haber seguido “muy de cerca” la visita en cuestión, “tomando personalmente las decisiones que se imponían”. Aunque no hace ninguna mención al caso de la exmadre Marie Ferréol, la formulación de la carta parece inequívoca. El Papa asume implícitamente el despido definitivo de la vida religiosa de esta hermana.
Además, reitera su confianza en el cardenal Ouellet que continuará velando, junto con el hermano dominico Henry Donneaud –nombrado asistente apostólico en septiembre de 2021–, por la puesta en marcha de las orientaciones dadas derivadas de la visita apostólica. Un gesto fuerte cuando la autoridad del Prefecto de la Congregación para los Obispos había sido cuestionada por algunos después de que el Prefecto firmara el decreto que despedía a la religiosa en abril de 2021.
Una serie de faltas
En una fórmula poco común, el papa Francisco llega luego a presentar sus disculpas al Instituto por una serie de “faltas” cometidas durante el acompañamiento por parte de la Santa Sede a la comunidad. Al haberse producido dichas faltas bajo su pontificado, asume su responsabilidad. Sin nombrarla directamente, el Papa parece apuntar a la comisión Ecclesia Dei, encargada del acompañamiento de los institutos tradicionalistas desde 1988. Suprimida en 2019 por el Pontífice, esta comisión se encargaba del seguimiento del Instituto dominico desde 2013.
Las “faltas” señaladas por el papa Francisco agrupan tres ámbitos. “El Papa se entristece primero por que algunas decisiones que se tomaron en Roma manifestaran un desconocimiento de la vida religiosa”, explica el hermano Henry Donneaud. En 2016, por ejemplo, Ecclesia Dei nombró a una priora, la madre Marie Pia, sin que ella pudiera formar un Consejo sobre el que apoyarse para tomar sus decisiones. “En la vida consagrada, eso no se hace”, subraya el dominico.
Alude también a la forma en que terminó la misión del dominico Benoît-Dominique de la Soujeole, enviado en 2013 como comisario pontificio para ayudar al Instituto. “Se le trató bruscamente como a un indeseado, en 2016, por oscuras razones”, cuenta el actual visitador apostólico. “La Santa Sede no trata así habitualmente a quienes trabajan a su servicio”.
La segunda falta señalada por el Papa en la carta es el acompañamiento de las personas “víctimas de abusos”, que ha sido deficiente. Una posible referencia a algunas hermanas afectadas psicológicamente después de unos exorcismos ilegítimos que se habrían practicado a principios de la década de 2010 por el antiguo capellán de la comunidad, un sacerdote contra el que hay actualmente en curso procedimientos estatales y canónicos.
Estas hermanas, que han abandonado todas la comunidad, no habrían sido acompañadas por Ecclesia Dei. En un comunicado del Instituto publicado el 29 de enero, se precisa que “no se han tomado las medidas de apoyo adecuadas”. No fue hasta después de la visita apostólica de 2020-2021 que las víctimas pudieron disfrutar de un acompañamiento.
La tercera falta a la que alude el papa Francisco concierne a la manera en que ha sido tratada la cuestión del fundador del Instituto, el padre Victor-Alain Berto (1900-1968). En el momento de la crisis de 2012-2013, algunas voces se elevaron para acusar en particular al sacerdote bretón de haber abusado sexualmente de menores.
El comisario pontificio de la época, el padre De la Soujeole, enviado por Roma para poner orden en el Instituto, confió a dos especialistas la tarea de realizar una investigación sobre el fundador. El informe concluyó que no se había encontrado ningún acto de pedofilia. Sin embargo, en base a las declaraciones de las hermanas, valoró que el fundador pudo tener gestos sospechosos, según algunas religiosas.
Ahora bien, retomando los resultados de la investigación, “la comisión Ecclesia Dei concluyó que el padre Berto quedaba limpio de toda sospecha”, informa el hermano Donneaud, que resume: “Desde entonces fue plenamente rehabilitado”. El Papa, en su carta, mencionaba este aspecto e insistía en precisar que la “rehabilitación” de la que el fundador fue objeto “no puede mantenerse sin matices”, como indicó la conclusión de los dos expertos.
“Esta carta es una auténtica sorpresa”
Al final, en relación al conjunto de incumplimientos enunciados, el Papa “desea que se dispongan los medios para aliviar y permitir la reconstrucción de las personas que lo necesiten”. En su comunicado, las dominicas del Espíritu Santo afirman tener “el corazón lleno de gratitud filial” hacia el papa Francisco por esta carta “única” que “marca una etapa para ellas y abre un nuevo camino”.
“Esta carta es una auténtica sorpresa”, declara para I.Media sor Marie Magdeleine, responsable de la comunicación del Instituto que cuenta hoy día con 99 religiosas, 7 de las cuales novicias. “No representamos gran cosa en la Iglesia universal… Y, sin embargo, el Papa, como un padre, se toma la molestia de escribirnos para presentar sus disculpas y animarnos… Eso nos llena de emoción”, atestigua. ¿Contribuirá la carta del Papa a calmar las tensiones de un Instituto en crisis desde hace más de 10 años? “Eso espero”, prosigue la religiosa, que entró en la comunidad en 2004; “va a contribuir a nuestra revisión de los acontecimientos”.
Según el asistente apostólico, esta carta personal del Papa “aclara las cosas”. “En una comunidad herida, que ha estado marcada por una especie de guerra de clanes, el Papa, al asumir la responsabilidad de los errores cometidos por sus propios servicios, plantea un acto muy fuerte y da un rumbo que debe permitir al Instituto volver a salir adelante”, valora el hermano Donneaud.