La ciudad de Iquique se ha vuelto nuevamente epicentro de una grave crisis social, gatillada por el descontento de gran parte de sus habitantes, quienes han paralizado actividades en protesta por la inseguridad que viven y los efectos de una migración irregular no controlada.
Ante este complejo escenario que se vive en la zona norte del país, el obispo hace un emplazamiento urgente a las autoridades para que busquen una pronta solución:
“Nos encontramos con Iquique paralizado y la ciudad de Arica bloqueada en sus dos entradas, ninguna de las dos ciudades del norte puede absorber las demandas de vivienda, trabajo, salud y educación generadas por los grupos de emigrantes que siguen llegando a esta zona del país. Las autoridades tienen que buscar un camino realista de solución y regularización”.