Aunque tantos insisten en vivir como si estuvieran apartados de la naturaleza, no se puede negar que dependemos de ella para hidratarnos, alimentarnos, medicarnos, mantenernos a una temperatura soportable e incluso para respirar. Y pocas cosas hacen que una persona se sienta presente, conectada y en paz como cuando está en contacto con la naturaleza.
Basta un paseo por el campo, especialmente en las regiones montañosas, o por la costa, para darse cuenta de cómo Dios fue un esteta en su creación. En este sentido, el Papa Francisco se sitúa como un vigoroso defensor del medio ambiente. El pontífice dedicó la encíclica Laudato Si ' de 2015 al tema del cuidado de la Casa Común y la preservación del medio ambiente.
En el documento, de 190 páginas, el Papa desarrolla una línea de pensamiento que él llama “ecología integral”. Con ella entiende cómo el hombre, los animales y toda la vida en la naturaleza están interconectados. “Todo está conectado”, escribió el Pontífice en tres ocasiones a lo largo del texto, donde habla de cómo el ser humano depende de la Tierra.
Deleite estético
Estudiar ciertos campos como las artes visuales, el cine, la fotografía, la literatura o incluso la música, nos enseña. Nos da un repertorio para apreciar cada vez con más refinamiento una obra determinada. Pero no hay manera de enseñarle a alguien a apreciar las bellezas naturales de este planeta, es algo que sentimos naturalmente. Y ahora la ciencia explica cómo sucede esto en el cerebro.
Un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Estética Empírica de Alemania se propuso comprender qué cambia en el sistema de recompensa del cerebro con el impacto de la belleza estética. Para hacer esto, monitorearon la actividad cerebral. Utilizaron un dispositivo de neuroimagen de resonancia magnética funcional, de 24 participantes mientras miraban videos de hermosos paisajes naturales.
“Átomos” de efecto positivo
El estudio reveló que los neurotransmisores como la dopamina son los responsables de la sensación de bienestar con las imágenes. "Cuando vemos algo más allá de nuestras expectativas, ciertas partes del tejido cerebral generan pequeños 'átomos' de efecto positivo", explica Edvard Vessel, autor principal del estudio. “La combinación de tantos signos de sorpresa en el sistema visual se suma para crear una experiencia de atractivo estético”.
Los hallazgos recientes se publicaron en la revista Frontiers in Human Neuroscience. No solo contribuyen a nuestra comprensión de la belleza, sino que pueden ayudar a exponer cómo nuestra interacción con el medio ambiente puede afectar a nuestra sensación de bienestar. Porque, de hecho, como diría el Papa Francisco, “todo está conectado”.