La oración del Papa Francisco a San José por los trabajadores explotados, pagados en negro, sin pensión o seguridad social.
En la audiencia general del miércoles, 12 de enero de 2022, en el aula Pablo VI del Vaticano, el papa Francisco invitó a pensar en estos tiempos de pandemia en las personas que ha perdido su trabajo, y algunos, aplastados por una carga insoportable, han llegado a quitarse la vida.
El Papa dedicó un minuto de silencio a los parados, a los trabajadores ilegales, a los hombres y mujeres desesperados porque no encuentran cómo ganarse el pan de cada día.
El Pontífice continuó con su ciclo de catequesis sobre san José, esta vez centrándose en describir el humilde trabajo de carpintero del padre adoptivo de Cristo.
«Este dato biográfico de José y de Jesús me hace pensar en todos los trabajadores del mundo, de forma particular en aquellos que hacen trabajos duros en las minas y en ciertas fábricas«.
El trabajo, insistió el Pontífice, no es sólo un medio de ganarse la vida, sino que «es un elemento esencial que dignifica al hombre y coopera a su santificación«.
Por eso, Francisco dirigió sus pensamientos en los trabajadores «que son explotados con el trabajo en negro; en las víctimas del trabajo; en los niños que son obligados a trabajar y en aquellos que hurgan en los vertederos en busca de algo útilpara intercambiar…».
El trabajo en negro
El Pontífice instó a calzar los zapatos de los trabajadores explotados, con un sueldo de “contrabando”, entregado bajo cuerda, sin pensión, sin nada.
“Y si no trabajas no tienes alguna seguridad», al mismo tiempo que denunció con fuerza «el trabajo en negro”, al referirse a la vida dura de un trabajador ilegal y de su familia.
Se trata de un flagelo frecuente en varias sociedades. Por ejemplo en Italia, Estados Unidos y varios países de América.
El trabajador carece de la protección de la Seguridad Social, además no tiene ni Obra Social, ni seguro de riesgos del trabajo, etc. “Hoy hay tanto trabajo en negro y demasiado”, clamó el Papa.
Los niños trabajadores
Lamentó además la situación de los niños obligados a trabajar como adultos, que pasan hambre, cuando, en cambio, están en edad de jugar, estudiar y compartir con otros coetáneos.
“Pero pienso también en quien está sin trabajo; pienso en los que se sienten justamente heridos en su dignidad porque no encuentran un trabajo.

Lo que te da dignidad es ganar el pan
«Llegan a casa: «¿Has encontrado algo?» – “Nada… he ido a Cáritas y he traído pan” – Lo que te da dignidad no es llevar el pan a casa: puedes conseguirlo en Cáritas. Eso no te da dignidad.
Lo que te da dignidad es ganar el pan. Y si no damos a nuestra gente, nuestros hombres, nuestras mujeres, la capacidad de ganarse el pan, eso es una injusticia social en ese lugar, en ese país, en ese continente”, comentó.
El Papa abogó para que los gobernantes den a todos “la oportunidad de ganarse el pan.., porque esta ganancia les da dignidad. ¡El trabajo es una unción de dignidad! Y esto es importante”.
Trabajadores que pierden la esperanza
Muchos jóvenes, muchos padres y muchas madres viven el drama de no tener un trabajo que les permita vivir serenamente.
Y muchas veces la búsqueda se vuelve tan dramática que les lleva hasta el punto de perder toda esperanza y deseo de vida.
En estos tiempos de pandemia muchas personas han perdido el trabajo y algunos, aplastados por un peso insoportable, han llegado al punto de quitarse la vida.
Quisiera hoy recordar a cada uno de ellos y a sus familias. Hagamos un instante de silencio por esos hombres y mujeres desesperados que no encuentran trabajo”.
Los presentes hicieron silencio junto al Papa que destacó las palabras de Juan Pablo II sobre la dignidad del trabajo (Redemptoris custos, 22).
El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial.
«Gracias a su banco de trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la redención».
El trabajo es más de lo que pensamos…
En su catequesis, el Papa afirmó que el «trabajo es un componente esencial en la vida humana, y también en el camino de santificación«.
«Trabajar no solo sirve para conseguir el sustento adecuado: es también un lugar en el que nos experimentamos a nosotros mismos, nos sentimos útiles, y aprendemos la gran lección de la concreción, que ayuda a que la vida espiritual no se convierta en espiritualismo.
Pero lamentablemente el trabajo es a menudo rehén de la injusticia social y, más que ser un medio de humanización, se convierte en una periferia existencial».
Preguntas claves sobre el trabajo diario
Luego, el Papa latinoamericano, hijo de migrantes en Argentina, lanzó algunas preguntas para reflexionar sobre la misión que se cumple a través del propio trabajo.
«Muchas veces me pregunto: ¿con qué espíritu hacemos nuestro trabajo cotidiano? ¿Cómo afrontamos el cansancio? ¿Vemos nuestra actividad unida solo a nuestro destino o también al destino de los otros? De hecho, el trabajo es una forma de expresar nuestra personalidad, que es por su naturaleza relacional.
También el trabajo es una forma de expresión de nuestra creatividad. Cada uno trabaja a su manera, con diferentes estilos aunque sí el trabajo es distinto», destacó.
El ejemplo de san José
Entretanto, insistió en lo bonito que es «pensar que Jesús mismo trabajó y que aprendió este arte propio de san José«.
«Hoy debemos preguntarnos qué podemos hacer para recuperar el valor del trabajo; y qué contribución, como Iglesia, podemos dar para que este sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona, que expresa e incrementa su dignidad».

Oración a san José por los trabajadores
Por último, el papa Francisco invitó a los presentes en el aula a recitar la oración que san Pablo VI elevó a san José el 1 de mayo de 1969:
Oh, san José,
patrón de la Iglesia,
tú que junto con el Verbo encarnado
trabajaste cada día para ganarte el pan,
encontrando en Él la fuerza de vivir y trabajar;
tú que has sentido la inquietud del mañana,
la amargura de la pobreza, la precariedad del trabajo;
tú que muestras hoy el ejemplo de tu figura,
humilde delante de los hombres,
pero grandísima delante de Dios,
protege a los trabajadores en su dura existencia diaria,
defiéndelos del desaliento,
de la revuelta negadora,
como de la tentación del hedonismo;
y custodia la paz del mundo,
esa paz que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos. Amén
