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Predicciones y profecías para 2022: ¿Hay que preocuparse?

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IgorZh | Shutterstock

Michał Lubowicki - publicado el 07/01/22

Internet está repleto de predicciones y profecías sobre nuestro futuro. Disfrutan de una popularidad sorprendentemente alta para una sociedad tan racional como se supone que somos nosotros en el siglo XXI. ¿Porqué sucede? ¿Y qué actitud debe tener un creyente con respecto a ellas?

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Al comienzo de un nuevo año, Internet se inunda de artículos que ofrecen pronósticos y predicciones sobre nuestro futuro. Entre ellos hay bastantes sitios web que tratan los cálculos y expectativas de expertos de todos los campos posibles.

Pero aún más populares son las predicciones y «profecías» de clarividentes y visionarios de diversas procedencias. Entre estos nos encontramos con interpretaciones de presagios y signos del cielo y la tierra más o menos obvios; en base a los cuales, estos videntes del futuro nos dicen qué esperar en el nuevo año.

La gente recurre al Cicer cum caule (latín: «guisante con repollo»), a Jackowski y Nostradamus, a una multitud de «profetas», al calendario maya, a la astrología o incluso a la sangre de San Jenaro.

Estas predicciones se llevan a cabo en una atmósfera de ansiedad y conmoción, incluso en un estado de ánimo «apocalíptico». Desastres y guerras, pestilencias y crisis, catástrofes y conflictos, algunos más terribles y globales que otros. Nuestro futuro aparece en este tipo de mensajes, con mayor frecuencia, en colores sombríos y tonos dramáticos.

La curiosidad, el primer ingrediente…

Tal vez sería algo meramente anecdótico, si no fuera por el hecho de que en nuestra sociedad, que se enorgullece de su racionalidad, este tipo de predicciones parecen gozar de una popularidad sorprendente. Prueba de ello es la cantidad de clics en los artículos que se refieren a ellos. ¿Por qué tanto interés y «clickbait»? ¿Y qué tiene que ver esto con la fe?

Me atrevería a decir que las principales razones de la popularidad de estas predicciones es el aburrimiento y la curiosidad. El final del año, el período post-navideño, la fase final de nuestras celebraciones nos hacen buscar entretenimientos fáciles.

No necesariamente tenemos ganas de lidiar con asuntos serios (habrá un año entero para eso). Así que nos «entretenemos» con «tonterías» y «curiosidades».

Después de todo, muchos de nosotros estamos dispuestos a afirmar obstinadamente que no creemos en todas estas visiones y profecías. Hacemos «clic» así, para matar el aburrimiento, por una especie de curiosidad inocente.

Ansiedad, tan antigua como el hombre

La segunda razón es probablemente la ansiedad que generan en nosotros los momentos decisivos, de forma casi natural. Lo viejo termina (simbólicamente, es verdad) y llega lo nuevo. Lo antiguo no era fantástico, pero lo nuevo es desconocido.

Y nosotros, aún armados con avances tecnológicos, tarjetas de crédito y certificados de salud, continuamos experimentando la ansiedad humana de siempre sobre el futuro. Y para los miedos (especialmente los miedos inconscientes o los miedos que no queremos admitir, ni siquiera ante nosotros mismos), cualquier «cura» es buena.

A pesar de que realmente no las creemos y sabemos que todas estas profecías se construyen sobre la base de un pronóstico poco fiable, el deseo de «mirar las cartas de Dios» está profundamente arraigado en nosotros.

Fake news

A esto se suma la enorme confusión de información de nuestros días. Nuestra deendencia de 30 años ya hacia Internet ha hecho su trabajo. Hemos creado (y todavía estamos creando) una biblioteca enorme, a la que todos pueden agregar otro volumen. Pero también todo el mundo puede «sacar» de él lo que quiera.

Desafortunadamente, la mayoría de nosotros no sabemos cómo navegar por internet. La mayoría de los internautas (o más bien: los usuarios de la biblioteca) no distinguen entre una colección de cuentos de hadas antiguos y un tratado medieval o una enciclopedia moderna.

A las generaciones sucesivas de usuarios no se les ha enseñado a pensar críticamente y a clasificar las fuentes en fiables y no fiables. Esto a menudo da como resultado la creencia de que «dado que está escrito, debe ser verdad».

Nuestros problemas

Cada uno de nosotros tiene su combinado de problemas y frustraciones. Solo en Instagram y Facebook a veces intentamos fingir que todo nos va siempre bien, en orden, demostrado, por supuesto, con una amplia sonrisa. Pero en la vida real, experimentamos todo tipo de dificultades.

Las profecías (por más sombrías que sean), así como el «conocimiento para los iniciados» de diversos tipos, nos ayudan a afrontar el malestar. No solo porque son una distracción, por ejemplo, cuando llega un virus mortal. Sino también porque ofrecen una «justificación» discreta y una especie de «liberación» para no tener que preocuparme por mis propias acciones y por mi propia vida.

¿Qué significan mis fracasos y errores, si el mundo se dirige inexorablemente hacia la destrucción de todos modos, y ellos (cualquier «ellos», preferiblemente bastante esquivo; después de todo, son tan astutos) están conspirando poderosamente contra personas de buena voluntad como yo? ¿Por qué debería molestarme en trabajar en mí mismo y mejorar lo que fallé en «tiempos» pasados? Después de todo, ¡se acercan extraterrestres y una conspiración mundial de ciclistas liderada por el Viejo de las Llanuras!

Mirando hacia adelante con los ojos de la fe

Podría parecer que el Salvador mismo también fue parte de la corriente de predicciones escalofriantes sobre el futuro. Al fin y al cabo, tres de los cuatro evangelistas se refieren a su discurso “apocalíptico” sobre el futuro de la Ciudad Santa y del resto del mundo (cf. Mt 24, Mc 13, Lc 21).

Pero tenga en cuenta que Cristo enfatiza que sus discípulos no deben enfocarse en lo que sucederá exactamente y cuándo. Incluso parece dar a entender que estos eventos difíciles y desagradables ocurrirán en todas las generaciones.

Más bien, nos invita a «levantar la cabeza» y ver que estamos esperando algo completamente diferente. No por inundaciones, terremotos, pestilencias y guerras, que por supuesto han sucedido y pueden continuar sucediendo. El objeto de nuestra espera es Su venida, que será como la llegada del verano a la tierra y a sus habitantes año tras año:

Y Jesús les hizo esta comparación: «Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto».

Lc 21, 29-32

Durante esta espera ansiosa, el Señor nos da su Palabra. Es capaz de iluminar las tinieblas de nuestra existencia y explicarnos desde la perspectiva de Dios lo que estamos viviendo. Él nos da los sacramentos, a través de los cuales está constantemente presente con nosotros en todas nuestras experiencias. Y nos brinda innumerables oportunidades para amar.

Debemos atenderlos en cualquier circunstancia que se nos presente, siempre que, por supuesto, seamos (y queramos ser) Sus discípulos. Porque si no lo somos, entonces puede que valga la pena interesarse por las predicciones para el año que viene. Y tanto si son profecías, o adivinación por las entrañas de un gato callejero, las predicciones de Baba Yaga o Padre Pio, hay poca diferencia.

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