San Félix I era de origen romano y fue papa entre los años 269 y 274, en tiempos del emperador Aureliano.
Aunque al comienzo Aureliano no persiguió formalmente a la Iglesia, sí estableció que se adorara principalmente al dios Sol (Sol Invictus) y quería que el Imperio estuviera unido por una sola religión (la pagana en aquel momento).
Se celebró el concilio de Antioquía para acabar con las herejías en torno a la Persona de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Se confirmó la Divinidad y Humanidad de Jesucristo, y la existencia de dos naturalezas –humana y divina- en la sola Persona de Jesucristo.
El concilio depuso al obispo hereje Pablo de Samosata, pese a que contaba con el apoyo del emperador. Este trató de politizar la situación.
El papa Félix I, al conocer lo sucedido, emitió un decreto por el que mandaba que nadie podía ser elegido obispo si no estaba en comunión con Roma.
San Félix I murió el 30 de diciembre del año 274. Al año siguiente fallecería el emperador.
San Félix I fue el papa que ordenó enterrar a los mártires bajo los altares de los templos y celebrar la misa sobre sus sepulcros, celebración que sólo podrían realizar los sacerdotes.
Oración a san Félix, papa
Oh Dios, que hiciste
de nuestro Patrón, San Félix,
un defensor insigne de la humanidad
de tu Hijo, Jesús.
Concédenos, por su intercesión,
que cuantos confesamos a tu Hijo
como verdadero Dios y verdadero Hombre
participemos ya en este mundo
de su condición divina.
Amén.