La Cuaresma está llegando a su fin.
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Son muchos los desafíos que se enfrentan actualmente: consecuencias de la pandemia, incertidumbres, desempleo, inseguridad. Si miramos solamente estos factores, es difícil creer que es posible tener alegría.
Debemos preguntarnos, ¿cuál es la fuente de nuestra alegría?
Jesús enseñó
Jesus nos enseñó: «Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. Como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto». (Jn 15, 10-11).
En la Biblia encontramos otros pasajes que nos hablan de la alegría en el Señor.
En Nehemías, después de volver del exilio a Jerusalén, el pueblo de Dios encontró la ciudad devastada, el templo y las casas destruidas. Ellos, sin embargo, fueron animados con las siguientes palabras:
«No estén tristes, porque la alegría en el Señor es su fortaleza». (Neh 8, 10).
La alegría alarga tu vida
Otro pasaje que nos muestra la importancia de la alegría en nuestra vida está en el libro del Eclesiástico:
«No dejes que la tristeza se apodere de ti
ni te atormentes con tus cavilaciones.
Un corazón alegre es la vida del hombre
y el gozo alarga el número de sus días.
Vive ilusionado y consuela tu corazón, y aparta lejos de ti la tristeza,
porque la tristeza fue la perdición de muchos y no se saca de ella ningún provecho.
La envidia y la ira acortan la vida
y las preocupaciones hacen envejecer antes de tiempo«. (Ecl 30, 21-24).
Creer en Dios
Sí, tenemos muchos desafíos en nuestra vida, pero debemos creer siempre que Dios Padre, fuente de vida y misericordia, nos ama infinitamente. Por eso, pidámosle el don de la alegría.
“¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro”. (Sal 105, 3-4).
¡Dios es la fuente de nuestra alegría!