Hace unas semanas participé, en modo @whynotwelve, en un brunch, organizado por la Fundación San Pablo CEU, con otras madres de familia: Teresa Robles, @ponundownentuvida; Begoña Pérez, @laordenatriz; Irene Alonso, @soyunamadrenormal; Carmen Sánchez Maíllo, del Instituto CEU de la familia,@familia-ceu, y Ana Rodríguez Aguero, de Editorial CEU, @ceu-ediciones.
Hablamos de muchos aspectos que hacen referencia a la Navidad. Lo que de verdad le da sentido, y las infinitas exigencias innecesarias que, cada vez más, nos impone la sociedad, o, lo que es peor… nosotras mismas. Todas estábamos de acuerdo en que la presencia de algunos ingredientes está asegurada todas las navidades: estrés, cansancio, agotamiento. Ingredientes que no maridan bien con “disfrutar”.
Irene señaló cómo, en las mesas de estos días, podemos ver reflejadas las teorías de Gary Chapman recogidas en “Los cinco de lenguajes del amor” (lectura obligatoria donde las haya y, además, breve). Tradicionalmente, es una mujer quien se encarga de que no falte absolutamente nada en la mesa. Se pasa la celebración yendo y viniendo, retirando platos, reponiendo pan, sirviendo el vino, emplatando el postre, y preparando el café, justo antes de empezar a fregar y recoger todo. Y esa es su forma de mostrar su amor a los suyos, entregando su servicio.
Pero, por otra parte, aunque parece que a esa mesa no le falta de nada, a sus comensales (su familia) les puede parecer que le falta todo si ella no se sienta, si ella no forma parte de la fiesta.
Aunque parece que a esa mesa no le falta de nada, a sus comensales (su familia) les puede parecer que le falta todo si ella no se sienta, si ella no forma parte de la fiesta.
Ellos pueden desear que les demuestre su amor parando el mundo, para sentarse junto a ellos y compartir la celebración. No la quieren sirviéndoles, la quieren riendo y disfrutando con todos. Quieren a una madre, a un padre, a una abuela, no a una organizadora de eventos.
Reír, disfrutar, celebrar, es una buena campaña de marketing de la familia. No podemos olvidarnos de esta responsabilidad. Debemos conseguir que nuestros hijos no tengan miedo a crear una familia propia. Que no se queden con la idea equivocada de que, si lo hacen, si forman una familia, perderán el status de seres libres con capacidad de disfrutar. Que no les quede la menor duda de que somos felices, muy felices. De acuerdo a lo que nos enseña Gary Chapman, queriéndoles como ellos quieren ser queridos.
Y, para que esto sea una realidad, quiero sugerirte un plato de Nochebuena que puedes dejar preparado, y que te permitirá sentarte con todos a la mesa y, por supuesto, dejar colgado el delantal.
Vieiras al horno
El primer consejo es comprarlas congeladas, porque son más económicas y vienen ya limpias, dejándote tiempo para cumplir con tu objetivo: disfrutar.
Ingredientes (para 6 raciones):
- 6 vieiras
- 100 g de aceite de oliva
- 300 g de cebolla
- 100 g de pan rallado con ajo y perejil
- 200 g de vino blanco
- Dados de mantequilla
- 100 g de jamón serrano cortado en dados pequeños.
Preparación:
Sofríe la cebolla en aceite con la sal. Cuando esté pochada, echa el vino y deja que se evapore. En este momento, incorpora el jamón y dale unas vueltas.
Precalienta el horno a 200 ºC, coloca la vieira en la concha con la cebolla, cubre todo con el pan rallado, y pon unos dados pequeños de mantequilla salpicados sobre el pan rallado. Quince minutos al horno y listo.
Mi consejo: déjalo preparado y hornéalo 15 minutos antes de la cena. Un plato de lujo que te dejará sentarte a la mesa, y añadirá un poco de mi tierra gallega a tus tradiciones navideñas. Creo que podríamos ponerle el nombre de “Vieiras conmigo”. Why not?
Hoy celebramos a...