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Las monjas que sirven a los refugiados en Grecia y lo que esperan que pueda hacer el Papa

REFUGEES

LOUISA GOULIAMAKI | AFP

I.Media en exclusiva para Aleteia Vaticano - publicado el 03/12/21

“Las necesidades están ahí y las cuestiones administrativas nos obstaculizan”

Después de varios años acompañando a migrantes de la isla griega de Samos en el mar Egeo, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl vieron cómo se les negaba el acceso al nuevo campamento el pasado septiembre.

En una entrevista con I.MEDIA, sor Melanie, una religiosa francesa que lleva tres años viviendo con esta comunidad, expresa el deseo de las misioneras de que se desbloquee la situación con la visita del papa Francisco a Lesbos el 5 de diciembre de 2021.

La comunidad fundada en Francia por san Vicente de Paúl se estableció en Grecia en 1872, en la isla de Siros, en el corazón de las Cícladas, a cuatro horas en barco desde Atenas. Siete hermanas, incluyendo una vietnamita, una croata y cuatro griegas, componen la comunidad local junto con sor Melanie, que dirige un centro de jubilados para 35 ancianos. Los residentes y el personal de enfermería del centro son la mitad ortodoxos y la mitad católicos.

Conmovidas por el drama

Cuando explotó la crisis migratoria en 2015, la isla de Siros no se vio afectada, ya que está lejos de la ruta marítima. Sin embargo, las hermanas se sintieron impelidas. “El corazón del carisma de nuestra congregación”, explica sor Melanie en conversación telefónica con I.MEDIA, “es ir a los hogares de las personas, hasta las personas más pobres con mayor necesidad y donde nadie va”.

Con esta vocación, ofrecieron su ayuda al obispo de la diócesis, que las envió a Samos, una isla sin sacerdote permanente, donde acababa de llegar una enorme comunidad católica africana. Fue un viaje bastante épico, ya que tardaron nada menos que 8 horas en barco hasta llegar a Samos desde Siros. Las hermanas se entregaban en cuerpo y alma a este lugar dos fines de semana al mes: “Hemos dado catequesis, hemos escuchado, hemos dado apoyo moral y hemos dado ayuda material con ropa, comida y lonas para las cabañas”.

Como en Lesbos, la situación es crítica: “Aunque el campamento inicial en barracones militares estaba previsto para 650 personas, se produjeron hasta 7.000 llegadas en pleno invierno de 2019”, recuerda sor Melanie. Se estableció una red de colaboración con diversas ONG y con Cáritas, además de con el hospital estatal en la isla, que quedó abrumado por la afluencia de pacientes. Las habilidades de enfermería de sor Melanie en particular fueron aprovechadas en una ONG médica francesa.

Difícil acceso

Sin embargo, en septiembre de 2021, el campamento fue reubicado de la ciudad al campo. Sin duda, para los 400 migrantes que viven ahora allí, las condiciones materiales están “en una escala diferente” de las anteriores, subraya la mujer consagrada. Sin embargo, los controles de seguridad son más estrictos. Las autoridades del campamento no han dado permiso al padre Tony, un jesuita de misión con los refugiados, ni a las hermanas para entrar al campamento para acompañamiento espiritual; un duro golpe para la comunidad de refugiados católicos. Además, debido a las dificultades para obtener permisos de acceso, muchas ONG se han marchado de Samos.

“Es muy frustrante porque las necesidades están ahí y las cuestiones administrativas nos obstaculizan”, lamenta sor Melanie, que nos cuenta que las hermanas esperan que la visita del papa Francisco desbloquee la situación.

La misma situación existe en Lesbos, la mayor de las islas que limitan con Turquía: de hecho, está prohibido el acceso a los nuevos campamentos “cerrados” para personas no autorizadas, explica una fuente local. Aunque los gestores trabajan para establecer lugares de oración y aunque los migrantes cristianos pueden, en teoría, ir a las iglesias, la remota ubicación del campamento de Samos dificulta más los viajes.

Las Hijas de la Caridad no han cejado en su misión con los migrantes: “Acompañamos a una familia congolesa y a un joven de Camerún, que obtuvieron permiso de trabajo y les encontramos un trabajo aquí en Siros”, comenta sor Melanie. “Les ayudamos en su proceso de integración, en especial a través del aprendizaje del idioma y acompañándoles en sus procesos. También continuamos apoyando a los refugiados que han salido de Samos y están ahora en Atenas”.

Sor Melanie y la superiora de su comunidad, sor Anna, estarán presentes en la reunión de clero y religiosos con el papa Francisco en Atenas el 4 de diciembre, además de en la misa del siguiente día en la capital griega.

¿Qué diría sor Melanie si tuviera oportunidad de hablar con el Obispo de Roma? “Le agradecería por sus retos, que nos animan a ser valientes en nuestra misión”, afirma. “Su amor por los pobres me estimula en mi vocación. Y luego le pediría que intercediera con los líderes políticos a favor de la causa de los refugiados en Grecia”.

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