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A 29 años de su fallecimiento, se inicia la causa de beatificación del padre Giuseppe Mario Pantaleo, sacerdote oriundo de Italia pero de gran popularidad en la Argentina por milagrosas sanaciones que habrían recibido fieles junto con su intercesión, incluso en vida, y su labor con los pobres. El proceso se iniciará formalmente con un acto presidido por el cardenal Mario Poli, Arzobispo de Buenos Aires, ya que si bien el epicentro de su obra pastoral, de fuerte impronta social, fue González Catán, en el ámbito del Gran Buenos Aires, el padre Mario falleció en la capital argentina.
Le buscaban pidiendo alivio
Nacido en Pistoia, Italia, en 1915, de niño llegó a la Argentina con su familia y residió algunos años en Córdoba, donde comenzó a crecer en él una vocación sacerdotal. Pero la familia regresó al Viejo Continente, donde a los 17 años Giuseppe Mario ingresó en el seminario de Arezzo. Transitó su preparación para el sacerdocio en plena segunda Guerra Mundial, lo que motivó mudanzas de seminarios hacia el sur del país. En ese tiempo, conoció al padre Pío de Pietrelcina. Finalmente, fue ordenado sacerdote en 1945 en Matera.
Llegó definitivamente a la Argentina en 1948, y fue destinado a la provincia de Santa Fe, en la que residió 10 años y comenzó a desempeñarse en ámbitos hospitalarios. Ya en Buenos Aires, acompañó a los hospitales Ferroviario y Santojani residiendo en la parroquia del Pilar, en la que comenzó a ser muy requerido y buscado fruto de la difusión espontánea de los testimonios de quienes acudían a él buscando alivio.
Milagros del Padre Mario
Entre quienes milagrosamente sanaban luego de que él imponga sus manos y rece ellos, estaba Perla Gallardo, quien conmovida y agradecida se volcó de lleno con su familia a ayudar al Padre Mario en su anhelo de emprender una obra social entre los más vulnerables. Así fue que el Padre Mario llegó a González Catán, donde se puso en marcha una fundación de impacto social en los ámbitos de la educación, el deporte, la educación especial, la salud, la atención de la tercera edad, y el acompañamiento comunitario en las distintas vulnerabilidades sociales.
En González Catán el padre Mario continuó recibiendo miles de visitas de quienes buscaban alivio para sus dolores, en muchos casos desahuciados. Como ocurre frecuentemente en casos como estos, la popularidad y los prodigios levantaban sospechas y polémicas. Pero el padre Mario insistía permanentemente ante la fama de ‘cura sanador’: “Yo soy la guitarra; el guitarrero está arriba, y es Él quien verdaderamente hace todo”. Más allá de los casos inexplicables, el padre Mario se abocaba a la contención espiritual de todos los que acudían a él, incluso algunos alejados de la Fe cristiana.
El Padre Mario Pantaleo falleció en Buenos Aires en agosto de 1992. Hasta el final de sus días, aún internado, buscó acompañar enfermos, rezar por ellos y con ellos.
Pese a su fallecimiento, la obra social iniciada en González Catán no se ha detenido. Y las multitudinarias visitas continuaron debido a los fieles que acuden a rezar ante los restos del Padre Mario. Si bien los prodigios se reproducen con velocidad en redes sociales, corresponderá a la causa, ahora formalmente abierta, recogerlos e investigarlos.