Santa Olga es una localidad ubicada a 15 kilómetros de Constitución, en la Región del Maule, en el centro de Chile. En 2017 cobró notoriedad internacional por haberse transformado en un verdadero símbolo de los incendios forestales que afectaron al país en aquel tiempo.
El fuego desatado en Santa Olga redujo la localidad a escombros. Con ello también los sueños de sus habitantes, tal cual recordaba por aquel entonces una nota publicada en Aleteia.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, llegó la hora de la reconstrucción. Es que tras el dolor de a poco fue posible comenzar a poner en pie los servicios locales, la escuela. Pero faltaba algo: su iglesia.
La bendición de la capilla
A casi cuatro años de aquellos episodios, el sábado 6 de noviembre finalmente fue posible devolverles la esperanza a los habitantes de Santa Olga con la inauguración de la Capilla Jesús Nazareno, tal cual informó la Iglesia de Chile.
En efecto, tal cual se indicó en esa nota, “una capilla que bendice desde lo alto de una loma y protege toda la zona”. El encargado de ofrecer la bendición fue el propio obispo de Linares, monseñor Tomislav Koljatic. Además de la participación de diversos miembros de la comunidad, lo que se destaca es que se ha tratado de un “momento especial” cargado de agradecimiento y esperanza por una comunidad de fe que volvió a reconstruirse.
Solo quedaron las llaves
Durante la ceremonia, María de los Angeles Covarrubias y Gerardo Infante, arquitecto del proyecto, entregaron a Koljatic las llaves de la capilla, prosigue la nota de la Iglesia de Chile. Gracia a este gesto todos pudieron ingresar en procesión.
Pero es ahí donde también surgió un testimonio más que significativo, el de Cecilia Catalán, encargada de la capilla. Ella fue la que llevaba en sus manos las llaves la capilla destruida, único recuerdo de aquello.
A continuación sus palabras:
“Ese 25 de enero de 2017 Santa Olga quedó convertida en cenizas y nos quedamos sin capilla, sólo me quedé con las llaves. Fue muy difícil vivir ese momento. Nos quedamos con los brazos cruzados, pero nuestra fe siempre permaneció viva. Al siguiente domingo nos juntamos varios hermanos junto al diácono don José y celebramos la liturgia en el lugar, en medio de tanto humo, con los chiquillos del coro en el suelo y con el sol que no daba tregua. Seguimos el siguiente domingo con el padre Gonzalo en las mismas condiciones, porque pese a todo nosotros teníamos que ser agradecidos, porque aún en el dolor Dios no nos abandona. Siempre hemos tenido esa certeza, prueba de ello es que muchas personas nos apoyaron, nos ayudaron y nos acompañaron. Y el Señor se ha manifestado, hoy estamos aquí inaugurando la nueva capilla”.
Un día de gozo
También se expresó el propio párroco, Gonzalo Aravena, quien, además de recordar la noche en que tuvo que renunciar al deseo de salvar la cruz, destacó que se trató de una instancia inolvidable la recientemente vivida.
“Es un día de gozo, de gratitud en el que vemos que el Señor nunca nos abandona, nunca abandona a su pueblo, nunca abandona a su gente, a su comunidad, quiere estar con nosotros y de alguna manera mantenernos firmes en nuestra fe”, señaló.
La ayuda de ACN
Detrás de la posibilidad de esta reconstrucción, la ayuda providencial una vez más de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), que acompañó desde un primer momento este proceso.
“Gracias a ustedes comunidad de Santa Olga por el ejemplo que nos dan. Supimos por las noticias lo que había ocurrido e inmediatamente quisimos ver cómo podíamos acompañarlos. Y al conocerlos a ustedes nos quedó claro que nuestra forma de colaborar era construyendo esta capilla”, dijo la directora nacional de la fundación, Magdalena Lira Valdés.