El 11 de noviembre se celebra el bicentenario del nacimiento de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski(1821-1881) y, con motivo de este aniversario, analizamos brevemente la influencia que este autor tiene aún en el pensamiento del papa Francisco y en la actualidad de sus reflexiones.
El Papa es ciertamente "un excelente lector" del escritor ruso:"Su pensamiento se fue formando -junto con sus estudios académicos- a través de la lectura y la reflexión personal sobre Dostoyevski, gracias a la mediación del pensamiento de Romano Guardini sobre su mundo religioso”, escribe el director de la revista La Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, en un número monográfico especial publicado recientemente.
En efecto, el biógrafo de Jorge Mario Bergoglio, Austen Ivereigh reconoce que cuando él era cardenal, en sus alocuciones ante la ‘crema del poder’ durante los servicios de Tedeum (25 de mayo) en la Catedral había mucho del pensamiento de Guardini y de la influencia literaria de Dostoyevski.
Bergoglio estaba contra la división política, populista y desarraigada del pueblo. Criticaba la acción social sin servicio, sin médula, movida por la disuasión y no el bien común, bajo lemas como “divide et impera” (divide y vencerás) y “panem et circenses” (pan y espectáculos del circo).
Jorge Mario Bergoglio recomendaba leer a Dostoyevski a sus alumnos en las facultades de Filosofía y Teología en San Miguel, Argentina, para desarrollar un sentido teológico concreto, es decir con los pies en la tierra, entre los hombres, signo de cercanía y cuidado de la religiosidad popular. De ahí, su frase: “La teología se hace de rodillas”.
La regeneración espiritual de Dostoyevski
En este análisis, Aleteia ha conversado también con Fernando Bonete que es doctor en Comunicación Social y profesor de la Universidad CEU San Pablo.
“De una parte, no hay que perder de vista que estamos ante un escritor converso, cuya vida da un vuelco tremendo al pasar por Siberia. Allí experimenta una regeneración espiritual que le hace abandonar sus férreas posiciones existencialistas”, afirma Bonete.
“Ambas miradas ante la vida se pueden rastrear en su literatura, y plantean modos de enfrentarse a la realidad entre los que el lector de hoy debe escoger.
De otra parte, creo que tiene mucho que ver con aquello que estudiosos como Tatiana Kasatkina o Giuseppe Ghini han señalado ya, que los personajes clave de Dostoyevski son crísticos, bien emulan a Cristo, bien tienden hacia él”, ha agregado Bonete que es crítico literario y coordina la sección Libros del diario El Debate (www.eldebate.com).
“La mejor y más emocionante muestra de ello es Sonja en Crimen y castigo. También Aliosha en Los hermanos Karamázov. Son humildes, compasivos, siempre están disponibles cuando se les necesita, grandes de corazón”.
El Papa y Dostoyevski
El Papa ha citado Los hermanos Karamázov para indicar que la libertad nos asusta (encuentro con los jesuitas de Eslovaquia). A partir de esta obra, caben varias reflexiones sobre las grandes fuerzas del ser y sobre la capacidad de superar las contradicciones de la vida.
“Las palabras de Francisco -explica Fernando Bonete - tomadas de Los hermanos Karamázov-, y la reflexión que plantea en torno a estas y en relación a la libertad, son enormemente pertinentes, pues esta reflexión ocupa en estos momentos el centro del debate político e ideológico en las democracias occidentales. Qué entendemos por libertad y qué hacemos con la libertad de la que disponemos."
"Si la libertad es la ausencia de límites, un mero libre albedrío sin barreras, un hacer lo que se quiera donde no hay principios ni fines, y por lo tanto no hay verdad, o la libertad es una autodeterminación de la voluntad hacia un bien mayor cuyo modelo es Dios... Es el drama del racionalismo ateo de Iván Karamázov”, ha añadido Bonete, quien en su cuenta de Instagram @en_bookle reúne a miles de personas de todo el mundo en torno a la cultura y los libros.
Por su parte, Antonio Spadaro escribe en el número especial de noviembre de la Civiltà Cattolica sobre Dostoyevski que este autor ruso sorprende por su poder profético, dado que planteó la cuestión de Dios de forma muy radical, pues toda su obra cuestiona el presente y plantea las preguntas de siempre: “¿Por qué no creemos? ¿Por qué perdemos la fe? ¿Y el mal?”.
Bergoglio, precisamente, cita en 1989 -discurso en la Universidad del Salvador - Los hermanos Karamazov de Dostoyevski: “El que no cree en Dios, no cree en el Pueblo de Dios. […] Solo el pueblo y su fuerza espiritual convertirá a nuestros ateos, desligados de su propia tierra.”
Del abismo del ateísmo a la cúspide de la fe
En efecto, La “Civiltà Cattolica” en un comentario de la obra de Dostoyevski indica que los gobiernos totalitarios son hostiles a Dostoyevski. “Hitler prohibió sus obras”. Gran admirador de Nietzsche, “el dictador alemán no podía perdonar a Dostoyevski que se anticipara a muchas de las ideas de Nietzsche”, sobre todo “que las rechazara y combatiera con argumentos cristianos”.
Asimismo, el odio de los bolcheviques a Dostoyevski se explica porque el autor ruso es un heraldo de la preeminencia del espíritu sobre la materia.
“El gobierno soviético no es diferente, ya que es muy generoso con sus ediciones populares de los clásicos rusos, pero insiste en no reimprimir a Dostoyevski, o en reimprimirlo en una edición reducida, omitiendo obras maestras como Los hermanos Karamazov y Los demonios, la novela más odiada por los lugartenientes de Moscú” (Civiltà Cattolica, Accènti - I edizione - octubre 2021).
Dostoyevski consiguió pasar de los abismos del ateísmo a las alturas de la fe y, sobre todo, sacar a la luz toda la inmoralidad, la cobardía y la bajeza que se esconden detrás de las ideologías de turno.
¿Es Dostoyevski un reaccionario?
Pero, ¿cómo perciben los literatos más laicos a Dostoyevski? Harold Bloom (1930-2019), crítico y teórico literario estadounidense y profesor de humanidades en la Universidad de Yale, encajona a Dostoyevski en la etiqueta “clerical reaccionario”.
Para Bloom, el autor ruso encarnaba a un ‘trágico’ que creía en un “cristianismo aún por venir: un tiempo en que todos nos amemos sin egoísmos y nos sacrifiquemos por los otros como lo hace Sonia en Crimen y Castigo” (2000).
Altos y bajos tuvo Fedor Dostoyevski (1821-1881) probando en su carne la tragedia: antes de los 40 años se salvó de una condena a muerte. Como un personaje de sus obras, iba a ser ejecutado, pero en el último momento fue condenado a cuatro años de trabajos forzados en Omsk y cuatro años de servicio militar (1849).
La represión
El escritor sufrió el frío de Siberia durante el periodo de trabajos forzados, sin un amor y sin libros. Las cucarachas le asediaban; querían probar su sopa de coliflor. Una luz en esa tiniebla fue la compasión que le tuvo la esposa de un desterrado que le regaló una Biblia. Como San Ignacio, allí encontró parte de su libertad interior.
¿Cuál era su culpa? Fue un artista perseguido por el zarismo. Dostoyevski perteneció a un círculo de intelectuales que leían los escritos prohibidos de los socialistas franceses. Además, desde los 30 años sufrió de convulsiones epilépticas y pensaba que iba a morir en cualquier momento. Por eso su afán de vida y de escribir rápido.
En 1879-1880 aparece Los hermanos Karamazov. Se trata de una obra que -según el crítico Dietrich Schwanitz (2005) -refleja otro trauma de Dostoyevski: el asesinato de su padre por su siervo.
Por su lado, Bergoglio tuvo a su manera su propia tragedia y su destierro en Córdoba, Argentina, que duró dos años largos. No era la fría Siberia, sino una ciudad colonial al borde de las montañas. Allí confesaba y estaba cerca al pueblo, daba ejercicios espirituales. Sin embargo, era el invierno en su corazón, de “gran crisis interior”, como dijo a padre Antonio Spadaro.
El futuro papa latinoamericano sufrió la oblación de una parte del pulmón izquierdo, pensó que era su final. Cuando era muy joven, su madre no aceptaba del todo su decisión de ser sacerdote como él mismo reconoce. Asimismo, ya siendo provincial tuvo que lidiar con la persecución de la dictadura militar, la censura y el totalitarismo. La literatura de Dostoyevski fue linfa para Bergoglio en tiempos oscuros.
El beso de Jesús al Gran Inquisidor
Justamente Bergoglio en su destierro en Córdoba probablemente tuvo tiempo para analizar aún más La Leyenda del Gran Inquisidor y poner en contraste el intelectualismo que rompe el nexo con el espíritu y la realidad que sorprende cada día a la humanidad en forma incluso de providencia.
El intelectual alemán Schwanitz afirma que Iván, uno de los hermanos Karamazov, brillante intelectual, que desea la muerte de su padre, representa el racionalismo occidental, que está en contraste con la religiosidad de Alesa, el hijo menor.
Repasemos brevemente La Leyenda del Gran Inquisidor, inventada por Iván, que es considerada una parábola que representa el ateísmo racionalista occidental: Jesucristo vuelve a este mundo y aparece en la España del siglo XVI.
El Gran Inquisidor ordena inmediatamente su detención y lo acusa de rechazar en nombre de la libertad los dones que el diablo ha hecho a los hombres: pan, riquezas, autoridad.
Este rechazo sería - explica Schwanitz - la causa de todo sufrimiento de la humanidad. Ante Jesucristo, el Gran Inquisidor se presenta a sí mismo como el Anticristo: con su ayuda, el hombre podrá ser feliz en este mundo. Jesucristo calla, besa en la boca al Gran Inquisidor y se va.
Dostoyevski sobre las nuevas formas de esclavitud
Schwanitz sostiene que la leyenda anticipa la evolución ideológica en los siguientes cien años, tras el anuncio de la muerte de Dios por parte de Nietzsche y la realización del programa del Gran Inquisidor por parte de los dictadores del siglo pasado.
Pero también de aquellos dictadores que se asoman en el siglo en curso con modos más ‘sofisticados’, e igualmente letales, sofocando la dignidad y la vida de los más débiles y frágiles.
Dostoyevski plantea a la humanidad el drama de un mundo sin Dios y la prehistoria de la posterior Unión Soviética en un clima ideológico que no logra apagar la fe del pueblo.
A continuación, proponemos tres puntos de reflexión, abiertos recientemente por el Papa en referencia a la literatura de Dostoyevski sobre la liberad y las nuevas formas de esclavitud. Francisco se inspira en Dostoyevski para denunciar el “miedo” de las personas de frente a las “encrucijadas del camino”.
1. Miedo a ser libres
“No hay ni ha habido jamás nada más intolerable para el hombre y para la sociedad que ser libres” (Los Hermanos Karamazov).
El Papa cita El Gran Inquisidor. Francisco se inspira en Dostoyevski para denunciar el “miedo” de las personas frente a las “encrucijadas del camino”. Esto es afrontar el sufrimiento de la Iglesia ante la "tentación de retroceder". "Una ideología que coloniza las mentes", la llama. "En un mundo tan condicionado por las adicciones y la virtualidad, nos asusta ser libres”.
"Nos asusta seguir adelante en las experiencias pastorales", dice, pensando en el trabajo realizado durante el sínodo sobre la familia "para hacer comprender que las parejas en segunda unión no están ya condenadas al infierno". "Tenemos miedo de acompañar a las personas con diversidad sexual. Tenemos miedo de la encrucijada de caminos de la que hablaba Pablo VI". Este – explica – es el mal de este momento. Buscar el camino en la rigidez y el clericalismo, que son dos perversiones” (Diálogo con los jesuitas de Eslovaquia, septiembre 2021).
Para el Papa, "ir hacia atrás no es el camino correcto", mientras que "avanzar en el discernimiento y la obediencia" sí lo es. Justo como lo hacen algunos personajes de Dostoyevski que no aspiran a la perfección, sino a crecer mientras caminan en la vida.
2. La esclavitud interior
Francisco ha recordado el camino cristiano de las comunidades atropelladas por el totalitarismo ateo. Una libertad que llegó en varios países. Pero el Papa advierte que existe, en efecto, “la tentación de volver a ser esclavos, no ciertamente de un régimen, sino de una esclavitud todavía peor, la interior”. (12.09.2021).
Entonces, el Papa interpela de nuevo a Dostoyevski: la Leyenda del Gran Inquisidor. “Jesús vuelve a la tierra y es encarcelado”. El Inquisidor “lo acusa precisamente de haber dado demasiada importancia a la libertad de los hombres”.
Y pone en el contexto actual la obra del maestro ruso: “Los hombres están dispuestos a intercambiar gustosamente su libertad por una esclavitud más cómoda, la de someterse a alguien que decida por ellos, con tal de tener pan y seguridades”.
El Inquisidor, de hecho, reclama a “Jesús el no haber querido convertirse en César, para doblegar la conciencia de los hombres y establecer la paz con la fuerza” (12.09.2021). En cambio, – estima el Papa- prefiriendo para el hombre la libertad, mientras la humanidad reclama “pan y poco más”. Por ello, insta a no caer en la trampa de contentarnos con pan y poco más”.
“Porque este riesgo sobreviene cuando la situación se normaliza, cuando nos estabilizamos y nos acostumbramos, aspirando a mantener una vida tranquila”. Entretanto, considera que vivir libres verdaderamente significa vivir con ardor por el anuncio y la profecía del testimonio.
3. La belleza salvará el mundo
“La belleza salvará el mundo”, es una convicción que puede parecer un programa demasiado amplio y abstracto: sin embargo, para el Papa Francisco es una expresión muy concreta. De hecho, el Papa recomienda a los comunicadores y a las personas en general relacionarse con la realidad y las personas, siempre buscando verdad, belleza y bondad.
Por eso, insiste en que si cada uno cumple una obra de misericordia en el mundo, se vivirá una nueva revolución, una revolución interior, donde el hombre sea verdaderamente libre en el amor y en la entrega a los demás. Así como lo hacen algunos personajes de Dostoyevski.