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El Papa recibió una foto que le recuerda a sus abuelos emigrantes

FERROL

manuelferrol.com

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 09/11/21

“Mi papá, Manuel Ferrol, era un ángel reportero de humanidad”. “El Padre y el Hijo” del reportaje “Emigración” de Manuel Ferrol, el obsequio para el Papa, cuando el arte es memoria colectiva

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Patricia Ferrol ha realizado la entrega de la fotografía de “El Padre y el Hijo” del reportaje “Emigración” de Manuel Ferrol al Papa Francisco durante la audiencia general del miércoles, 10 de noviembre de 2021, en el aula Pablo VI del Vaticano. 

«El Padre y el Hijo» del reportaje «Emigración» es una foto tomada en el Puerto de A Coruña (Galicia – España) en el año 1957 con motivo de la salida de migrantes con destino a Buenos Aires, en el buque Juan de Garay. 

«Me parece importante que esta fotografía retorne a Su Santidad también como parte fundamental para ayudar a visibilizar la historia de las personas emigrantes», anotó Patricia Ferrol, hija del “reportero» a Aleteia. 

Seguramente se trata de un regalo que tocará las fibras del primer Papa de América, a su vez, hijo de padres emigrantes italianos llegados en barco provenientes de la región Piemonte a la Argentina. 

70 fotografías que son retratos de humanidad, memoria viva de que la humanidad forjada por la emigración y que en el árbol genealógico de muchos quizás demuestre que hay una abuela o bisabuelo, un pariente lejano, que tuvo que salir de su terruño para buscar un mejor futuro. 

«El Padre y el Hijo»

Familias divididas, hombres y mujeres europeos pobres que emigraban a América. «El Padre y el Hijo» es el símbolo que corresponde a la última fase de la emigración española a América, de fuerte carácter familiar.

Una fotografía del 27 de noviembre de 1957 que se convirtió en un icono a nivel mundial que llega hasta nuestros días, y que muestra el sentimiento más universal de la emigración, confirma a Aleteia Patricia Ferrol. 

«El padre y el niño se despedían del resto de la familia». Las lágrimas bañan la soledad que ahoga a los dos personajes en el puerto. Un drama en el drama: La abuela del niño muere antes de llegar a destinación, cuenta Patricia. 

«Muchos años después la familia se reúne por muy poco tiempo, porque ese padre y ese hijo, tuvieron que buscar su futuro, porque eran personas muy humildes». La familia nunca más volvió a estar en un solo lugar. El niño y su padre buscaron fortuna en otro país de Europa y la otra parte de la familia se quedó en América. 

El testimonio del niño de la foto 

«El niño vive, es un hombre de 72 años, es un marinero, vive de forma sencilla  mientras el padre ha fallecido ya hace algún tiempo». 

Patricia visitó a Juan Caló, «Chanquete» le llaman así en su natal Galicia, y describe que tiene la, mirada nostálgica; ojos surcados por arrugas de un sol inclemente y manos recias movidas con la parsimonia de quien ata la red de pesca y, ese niño, hoy un hombre, hace memoria de ese día definitivo en su vida. 

«Yo lloraba más porque nos quedábamos solos», confesó Juan Caló a Patricia después de 64 años. «Es decir, – explica ella- no solamente llora el que se va, sino el que se queda, se queda totalmente vacío». 

Las familias venían de otros pueblos y se hospedaban en hostales de suerte. El puerto era un escenario multitudinario, de espera incómoda y de confusión. 

«El niño de la foto», Juan Caló contó a Patricia que ese día del retrato, él se perdió entre tanta gente. 

Después de varias horas, el padre desesperado lo encontró y lo agarró. Y justo, en ese momento, cuando sonó la bocina del barco. Ellos se dieron cuenta de que aquello era verdad; era el momento en que tenían que despedirse». 

El hombre aferró al niño, desde la nave parecían diminutos, distantes, perdidos otra vez, pero igual juntos y solitarios, mirando el horizonte que se abría a la mar y a lo desconocido. 

La foto de la confesión 

MANUEL FERROL

Patricia cuenta que “ese día en lugar de llevar la cámara de reportero de siempre (tipo Leica) que tenía que levantarla a la altura del ojo y la gente se podía espantar», Manuel Ferrol utilizó una «Rolleiflex porque se miraba por arriba y se ve en ángulo recto con la cámara escondida”

Fue un acierto porque “de esta forma, la gente no se espantaba del fotógrafo» y, recuerda que su padre decía que así podría «coger todo el dramatismo y todo lo que allí aconteció”

En su autorretrato recuerda la foto de la confesión porque “uno dice que va confesar cuando va para otro mundo y, de hecho, esta gente se iba para otro mundo”

Otra de las fotos muestra a una mujer bostezando que “da la idea de que esas gentes venían el día anterior y estaban sin dormir mucho tiempo. Estaban con la emoción, con la tristeza y con la espera interminable de preparar el papeleo para marchar”.

Las fotografías habían sido un encargo a Manuel Ferrol de la Comisión Católica de Migración de España. La Comisión quería que estas fotos fueran una denuncia de cómo se trataba al emigrante. La Iglesia tenía un papel importante en visibilizar cuál era la situación real de las personas que emigraban. 

“El fotógrafo de la emigración”. 

Manuel Ferrol ha compartido exposiciones entre otros con Robert Capa, David Seymour, Ernst Haas, Werner Bischof, Joan Colom.  Su obra ha sido expuesta en las salas de arte más prestigiosas del mundo. A pesar de su amplia trayectoria en el mundo de la fotografía y de la información gráfica, será siempre recordado como “El fotógrafo de la emigración”. 

Tenía claro que quería finalizar su vida con una cámara entre las manos. En sus conversaciones lo manifestaba siempre, afirma Patricia. 

Así, dijo que “a mí me jubilará el tiempo que Dios me quiera dar”, porque tenía claro de que “esta es una profesión que se puede llevar bien aunque pasen los años”

De todas formas era consciente de que “con el paso de los años siempre se encuentran limitaciones”. Su constante era que “hay que salir todos los días con el mismo espíritu como si se fuera a empezar”.

Un ángel reportero de humanidad  

Manuel Ferrol falleció el 27 de febrero de 2003. Su hija lo recuerda como un ser humano que  «jamás perdió la sencillez» y que transcurrió «su vida de acuerdo a sus principios, generando una obra trascendente, en una época en la que mientras otros fotógrafos se desesperaban por llamarse a sí mismos “artistas”, él prefería seguir llamándose “reportero”.

Como era su deseo, su cuerpo fue incinerado y sus cenizas se esparcieron en el mar desde el mismo faro donde nació, en el Faro de Cabo Vilano.

«Mi padre, Manuel Ferrol, era quizás un ángel, una persona que jamás se lucró de la fotografía ‘El Padre y el Hijo’. Era muy creyente. Una persona extraordinaria. Por eso, pienso, su obra tuvo una trascendencia tan universal. 

Porque sus fotos no eran de denuncia, ni de apología, eran fotos honestas y sinceras más emotivas, al contrario de buscar un efecto con encuadre perfecto», dijo Patricia Ferrol a Aleteia.  

MANUEL FERROL

Manuel Ferrol. 1923 – 2003

Manuel Ferrol nació en el año 1923 en el faro de Cabo Vilano, en la provincia de A Coruña (Galicia), y en el año 1948 se traslada a A Coruña para estudiar la carrera de Náutica.

En 1954 trabaja en cine, empezando como foto fija, y dos años más tarde trabaja también como reportero aéreo.

En 1958 se traslada a Alemania para cursar estudios en Hamburger Photo Schule. Tras acabar sus estudios en Alemania vuelve a España y forma parte de la primera promoción de corresponsales de Television Española. En 1965 empieza a trabajar también en el NO-DO como operador de cámara hasta 1975.

La obra de Manuel Ferrol está publicada en la “Historia de la Fotografía Universal” de Newhall Beaumont, siendo el único fotógrafo español presente. 

Manuel Ferrol participó en la exposición “Europa después del diluvio: Arte después de la posguerra”, que conmemoraba el 50 aniversario de la finalización de la segunda guerra mundial e itineró desde Barcelona a Viena durante casi un año.

La fotografía del hombre y el niño se convirtió en un símbolo y en una esencia de culto. Hoy es un obsequio que el papa Francisco tendrá en sus manos y ayudará a otros a no perder la memoria. 

Tags:
artefotografiainmigrantesmemoriapapa francisco
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