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Mis sentimientos están turbando mi orden interior, ¿qué hago?

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Rido | Shutterstock

Carlos Padilla Esteban - publicado el 02/11/21

A veces se trata de vivir en un cierto equilibrio, aceptando que no lo controlo todo, confiando en que Dios me haga dar fruto...

El orden es un valor deseable. Es un bien tener el corazón ordenado, la vida en orden y la cabeza bien amueblada.

Quiero tener las prioridades claras para que mis actos se correspondan con lo que deseo vivir.

Desearía determinar los valores que defiendo y conseguir que los amores tengan un orden dentro de mí.

Vivir con orden me da paz, mientras que vivir desordenado me la quita.

Hay emociones que surgen en el alma sin saber bien de dónde vienen. Surgen y me desordenan por dentro.

¿Por qué mis fuertes sentimientos?

SADNESS

No sé ponerles nombre a mis emociones, no logro entender lo que siento, por qué lo siento, lo que me pasa por dentro.

No sé explicarlo, no sé expresar lo que estoy sintiendo. Lo que me duele, lo que me alegra, lo que me inquieta, lo que me turba. Los miedos que se apoderan de mi alma y me despiertan.

Me cuesta saber bien lo que tengo dentro, comprender mis lágrimas, o esa tristeza honda que no me deja.

No sé por qué reacciono de esta manera cuando lo que ha ocurrido no es tan grave. Ni comprendo mi ira, ni mis palabras airadas, ni mi violencia.

No me entiendo cuando la tristeza me invade matando la alegría. ¿Qué me falta para ser feliz? ¿Qué tengo dentro que me sobra?

El origen de mi desequilibrio

Quisiera abrir el alma y descifrar los signos, encontrar razones, comprender mis enigmas.

Empezar a vivir de verdad con paz en el corazón, todo ordenado. Pero no me entiendo.

Hay un desequilibrio interior que me hace realizar lo que no deseo, y dejar de hacer aquello por lo que lucho.

Me encuentro roto de repente sin entender las razones. Hay sentimientos dentro de mí que no conozco, no tienen nombre.

Sé que hay un origen, una razón oculta dentro de mi historia, mirando mi pasado encontraré la causa de todo.

¿Necesito orden interior a toda costa?

Pero tampoco quiero dedicarme a desenterrar cadáveres de mi ayer.

A veces quisiera que Dios, con una especie de varita mágica, viniera a restablecer el orden perdido.

O tal vez puede ser que sobrevalore en exceso el orden y a la larga no sea tan importante.

No puede ser el orden la motivación última de mis actos. Como si la meta de mi vida fuera vivir en orden y en paz.

Quizás no sea tan necesario que sea así. No me importa vivir en un cierto desequilibrio, caminando sobre una cuerda entre edificios, navegando sobre mares revueltos sin tener todo en orden.

Enigmas en mi interior

No me importa saber que dentro de mí hay fuerzas imprevisibles sobre las que no tengo el control absoluto.

Ni reconocer que no todo está claramente definido en mis prioridades y pierdo el tiempo cuando debería estar invirtiéndolo en bienes seguros.

No me preocupa tanto no saber el nombre de algunas emociones que me turban.

Pero me han dicho tantas veces que no puedo estar desordenado por dentro, que he llegado a la conclusión de que mi desorden no es bueno.

Y me empeño día a día en ordenarme. Equilibrar el desequilibrio. Lograr que la asimetría con la que nazco y a la que tiendo sea simétrica.

No puedo hacer desaparecer todas las rupturas y grietas que ha dejado en mí el amor vivido, el odio sufrido.

Con Dios es posible la paz

Deseo restablecer la paz perdida. Recuperar el control de mi ánimo. Igual que empiezo muchas veces termino reconociendo que no puedo.

Solamente si Dios dejara caer sobre mí como un fuego su mano acogedora cambiaría todo por dentro.

Pero cuando me muevo yo solo fracaso en ese intento. He intentado responder a todas las preguntas que surgen en un mar confuso dentro de mí.

Me faltan respuestas, o me sobran preguntas. Me falta orden, o me sobra desorden.

Intento conseguir una mirada paciente sobre mí mismo, un amor incondicional es lo que busco, para que me acepte en mi desorden.

Descubro oscuridades dentro de mí que solamente Dios conoce. Y veo brillar escondida bajo piedras una luz que es mía, de eso estoy seguro.

Mi fuerza interior más poderosa

Brilla como oculta esa fuerza interior que poseo. No me da orden, no trae el equilibrio perfecto, ni logra la simetría, pero me da el fuego que necesito para encender mi alma.

Brota dentro de mí desde los lugares más escondidos, desde los espacios más recónditos, desde mis pasados más guardados.

Surge un manantial que no tiene fin, ni límite, ni cauce. Es una fuerza que me hace pensar que Dios me ha creado para dar luz y esperanza. No para establecer un orden que no consigo en mí mismo.

Un torpe equilibrio que deja pasar el amor

Me ha hecho con barro y en ese barro ha insuflado su vida, una luz que procede de las estrellas.

Me reconozco frágil para llegar a todas las cumbres a las que aspiro. Y mis tropiezos de hoy me hacen reconocer de dónde vengo y quién soy.

Y las emociones que a veces me perturban me llevan a comprender que seré siempre un enigma incluso para mí mismo.

No tendré el control de todo, no alcanzaré ese orden que sueño. Viviré mi propio orden en medio de un desorden bendito.

Y sabré que en el desequilibrio de mi vida, en ese torpe equilibrio, Dios me hace fecundo.

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