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Hay más hambre y más alimentos en el mundo que nunca

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Jaime Septién - publicado el 17/10/21

320 millones de seres humanos han perdido el acceso a una alimentación adecuada en 2020

Las justificaciones son muchas: pandemia de coronavirus, cambio climático, conflictos armados, crisis de refugiados, desastres naturales, ralentización de la cadena de suministros… Todo eso junto al egoísmo ha hecho que cerca de 320 millones de seres humanos hayan perdido el acceso a una alimentación adecuada en 2020.

Este dato (aterrador) lo dio a conocer el Índice Global del Hambre (GHI, por su sigla en inglés de Global Hunger Index), una herramienta estadística multidimensional utilizada para describir el estado del hambre en todos los países a los que se puede acceder en el mundo. Actualizado cada año, el GHI mide el progreso y retrocesos en la lucha global contra el hambre.

Lo que demuestra el GHI del año pasado, en el que intervinieron organizaciones no gubernamentales como “Welthungerhilfe” y “Concern Worldwide”, es que la meta que se fijó la ONU en 2030 de acabar con el hambre a nivel mundial –algo que, previamente, parecía alcanzable—se aleja y se pierde en el horizonte de la desesperanza.

Tropiezos mortales

El año 2020 y sus secuelas en este 2021, han hecho que la batalla que se iba ganando (desde 1960) en contra de la desnutrición en nuestro planeta retrocediera a niveles de alarma. Los 320 millones sin acceso a una alimentación básica de 2020 hacen que el número se eleve a 2,400 millones de seres humanos que pasan hambre en el mundo.

Si tomamos en cuenta que la población mundial alcanza ya 7,800 millones de personas, quienes pasan hambre representan cerca de un tercio de quienes habitamos la Tierra: un dato que, por sí solo, debería además de mover a la reflexión profunda sobre la inequidad en la distribución de alimentos, a la acción coordinada de las potencias mundiales para acabar con este flagelo.

Para los autores del GHI de 2020, el progreso en la desnutrición que venía en una curva ascendente, simplemente se ha frenado o, incluso, se ha revertido. Según Miriam Wiemers, una de las autoras del Índice, al abordar éste además de la desnutrición y la disponibilidad de calorías, los efectos a largo plazo del hambre en la salud de la población y en el desarrollo físico, mental y cognitivo de los niños” serán devastadores.

Geografía del desastre

El GHI muestra que 47 países, 28 del África subsahariana, “enfrentan una situación seria o alarmante en cuanto a la alimentación de parte significativa de su población”. Esto es, que no llegarán a reducir la hambruna lo suficiente para el 2030, quedando lejos de la meta de hambre cero, trazada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

Además, hay en la actualidad diez países en los que la situación es crítica: Somalia, Yemen, República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo, Madagascar, Burundi, Comoras, Sudán del Sur y Siria. En ocho de estos diez países hay conflictos armados.

“Si miramos las estadísticas, los conflictos se dan muchas veces en áreas rurales donde se producen alimentos y los países más afectados son aquellos donde la mayoría trabaja en agricultura”, afirmó Caroline Delgado, directora del Programa de Alimentación y Seguridad del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo.

Un efecto colateral

Otro de los temas que preocupa a los organismos internacionales (y a la Iglesia católica) es el cambio climático que está sufriendo el planeta. De hecho la agencia especializada en agricultura y alimentación de la ONU, la FAO, ha advertido que la inseguridad alimentaria aumentó por los efectos del calentamiento global.

Los países menos preparados para enfrentar los efectos del cambio climático son los países africanos. La mayor parte de ellos carecen de las herramientas básicas para diversificar sus cultivos, por lo que su biodiversidad se degrada. Los monocultivos, por ejemplo, el maíz que necesita gran cantidad de agua, cuando disminuyen las lluvias se malogran.

“Si no se resuelve la inseguridad alimentaria, será difícil lograr una paz sostenible; y sin paz, la probabilidad de acabar con el hambre en el mundo es mínima”, subrayó, finalmente, el GHI. Algo que parece muy poco comprendido por quienes se llenan la boca de la palabra “paz” pero que muy poco hacen por paliar el hambre en el mundo.

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